sábado, agosto 13, 2005

La desgracia del melómano

Cuando uno entiende de música no le respeta nadie, es la hostia. He dedicado una parte importante de mi vida a escuchar discos de una gran variedad de estilos, a mangarlos en las grandes superficies, a bajármelos de internet, a mover el cacas en todo tipo de garitos, a leer libros y revistas sobre el tema, a charlar, a ir a conciertos. Pero claro, entender de música no es algo bien visto. En cambio si uno tiene por aficción los perros, los coches o los rifles es tratado como una autoridad en la materia. Nadie niega que conoce el tema en profundidad porque, en realidad, poca gente entiende de estas cosas. Pero como la música es una cosa tan común con la que nos bombardean y hasta nos hacen burla continuamente todo el mundo se cree con derecho a tener una opinión autorizada, y no es así. Cuando tu das la tuya -que generalmente si lo es- o cuando nombras una banda desconocida ya te toman por un snob que se las quiere dar de entendido. Y no es que me las quiera dar, es que lo soy. Coñe.

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