viernes, noviembre 18, 2005

La vida secreta de las palabras

Resulta sorprendente, cuando menos, que existan palabras para designar sentimientos, emociones o percepciones que todos compartimos. Seguramente esta tarde en el parque yo y la chica con gorro que se sentó al lado miramos al cielo y nos dijimos: el cielo está azul.
Pero ¿cómo puedo tener la certeza de que lo que yo veo azul (al menos lo que yo entiendo por azul) no lo ve ella rojo o amarillo chillón? ¿Cómo saber si usted y el chino de la tienda entienden lo mismo cuando pronuncian la palabra acidez o melancolía?

Daré una breve definición personal de ataque de ansiedad: temor súbito a morir, gran peso en el pecho, dificultad para respirar, pensamientos obsesivos, depresión pasajera, taquicardia, inquietud, deseo de salir a un espacio abierto, desconcierto, posterior ingesta de benzodiazepinas; Lexatin u Orfidal. Durante algún tiempo me pasaba a menudo. El otro día me ocurrió en el metro, al volver a casa, aunque ya no es lo que era.

En cambio pasé un montón de tiempo con una chica para la que la ansiedad era necesidad compulsiva de fumar o comer pipas. Ya ven.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

oye, para cuándo unas fotos?

Anónimo dijo...

Vaya, acaba usted de descubrir el relativismo de los presocráticos. Es curioso lo de la percepción subjetiva de las cosas, hay por ahí varios tratados de neurociencia que te resultarían bastante interesantes. Por lo demás, ¿la chica del gorro sigue siendo la misma obsesión desde que me fui o has cambiado de neurosis? Abrazos.

Txe Peligro dijo...

Pues la chica del gorro es una desconocida que apareció en el parque y la otra, la compulsiva, es mi ex. No se despisten.
Un beso.