viernes, julio 24, 2009

Jung y los murciélagos



Tal vez aquello no fuera una buena idea, pero al menos a mí me lo parecía, así que durante una temporada, no hace mucho, me dio por salir a correr a medianoche. Iba hasta el parque del Planetario, que es parte de lo que se suele llamar en las ciudades Cinturón o Pasillo Verde: espacios antes ocupados por líneas ferroviarias y similares reconvertidos en zonas verdes. En este caso hay un bonito paseo donde antes estaban las vías que llegaban a la aledaña estación de Delicias. Lo de correr a medianoche me llenaba de cierto morbo romántico: ahí estaba yo, en pantalón corto y bambas, desafiando a mi cuerpo y a la noche. Entre que corro sin gafas, la dificultad de la visión nocturna y la velocidad de crucero, me tropezaba con bastantes cosas, si bien nunca llegué a accidentarme. En ese paseo hay dos filas de orgullosos y siniestros (al menos de noche) cipreses, entre los que yo pasaba al galope. De los cipreses salían nubes de murciélagos que iban de un árbol a otro dando molestos chillidos, yo veía sus alas nerviosas reflejando la luz amarilla de las farolas, bajaba la cabeza y aceleraba el ritmo. Creo que alguna vez alguno de ellos me rozó la cabeza. Al volver a casa, después de una media hora, me duchaba y me metía en la cama. No sé si por la activación que produce el ejercicio físico o por la tenebrosa visión de los murciélagos, me costaba mucho dormir y cuando por fin lo conseguía tenía sueños convulsos e inquietantes. Al día siguiente mis compañeros del curro me preguntaban con sorna si había ido a correr a medianoche, y yo asentía, y ellos se reían, porque a veces piensan que hago cosas excéntricas y que me pasan cosas raras, pero eso es sólo porque ellos van por ahí sin fijarse en nada.

El caso es que más o menos desde aquella etapa en mis sueños se vienen presentando periódicamente unos escenarios sórdidos y decadentes que no se corresponden con ningún escenario real en el que yo haya vivido. En concreto son dos pisos ruinosos, uno muy grande, el otro muy pequeño, en el centro de Madrid (no es el centro de Madrid lo que se ve en mis sueños, pero yo sé que sí es el centro de Madrid), y en el que se aparecen todos los clásicos personajes que suelen visitarme cuando duermo y que son, fundamentalmente, los que más me han traumatizado. Tras mucho preguntarme sobre la naturaleza de aquellos lugares, sucios, llenos de escombro y cacharros sucios, avejentados, barajo la posibilidad de que se correspondan con lugares en los que viví en eso que llamamos Realidad. Lo que va por dentro de la Realidad y que nosotros no vemos por una capa de barniz que lo esconde. Igual que cuando se te cae el móvil o el mando a distancia y se abre y muestra sus tripas y ahí está esa horrenda circuitería, esos cables que no entendemos. Como cuando quitas la funda al sofá alquilado y encuentras esa tapicería hortera de la posguerra.

En la autobiografía de Carl Gustav Jung que leí en 2004 (Seix Barral), el psicoanalista freak cuenta que durante toda su vida tuvo un sueño con continuidad, como una serie televisiva, que con cierta frecuencia se le aparecía e iba avanzando. Como Jung tenía sueños lúcidos, a la sazón, iba moviéndose a voluntad por ese sueño derrotando a los monstruos que le enfrentaban y que, en la teoría, venían a representar sus traumas. Mis sueños de los lugares sórdidos también tienen continuidad y van ocurriendo cosas y van apareciendo personajes deleznables que desconozco pero que deben de ser también las entrañas, la circuitería horrenda, de personas que conozco a este lado de la línea de la duermevela.

Así que creo que correr a medianoche y la experiencia del roce del murciélago con mi cabeza ayudó, por alguna razón que desconozco (como ven todo es misterio, aunque tal vez confundo una simple correlación casual con una relación causa-efecto, como un vulgar analfabeto científico) a que mi subconsciente destapase la Realidad, le quitase la funda que la hace un poco soportable, y mostrase la circuitería de la vida, y no me sorprende que se vea tan fea. Al final sólo se trata de un titánica lucha contra el paso del tiempo y de ir corriendo de noche hacia sabe Dios dónde, bajando la cabeza y tratando de esquivar a esas putas ratas voladoras.

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En la imagen el Autor en pleno ensoñamiento, otro bello verano, ya no sé cuando


20 comentarios:

Anónimo dijo...

¿¿¿¿¿¿Al final sólo se trata de una titánica lucha contra el paso del tiempo y de ir corriendo de noche hacia sabe Dios dónde, bajando la cabeza y tratando de esquivar a esas putas ratas voladoras???????!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Txe Peligro dijo...

si, ¿no?

uminuscula dijo...

pues está muy bien todo esto; tiene que molar escuchártelo

Txe Peligro dijo...

sobre un diván

la cónica dijo...

pareces un murciélago, colgado por los pies.

te has acercado al lado oscuro, corriendo y soñando. a lo mejor esconde una intención de toquetear la placa base (base científica cero).

besos

lachicafriolera dijo...

umpf ¿qué? ¿vengo yo a resoplar a su blog acaso?

Anónimo dijo...

No se tumbe nunca!!!!!!!

Clau

giraluna dijo...

Usté sí que es freak, Txe, y excéntrico un ratín, pero a mí me gusta así.
Sí, dicen que al airear el sofá la tapicería se hace insoportable de hortera, por eso la funda.
Mi doctor dice que debes leer un montón, para como escribes. Yo le digo que no, que lo tuyo es genético. :P
Los murciélagos a mí me dan miedo, no bajo la cabeza, pero intento pensar que son pájaros de noche.
Ah, y el autor sabe combinar bien los colores, el naranja butano de los pantalones con el azul plomo de los calzoncillos.
Yeah.

Txe Peligro dijo...

quien es su doctor? sí que leo! el marca!

giraluna dijo...

No lees ni el Marca, Txe. No quieras impresionar.:P

Clementine dijo...

A mi me gusta pasear de noche, y pensar que todo se relaciona en mi cabeza. Tambien tengo sueños extraños que siguen una extraña continuidad, solo cambia la gente que aparece. Sere un poco excentrica, pero me gusta.

Unsaludo!

Roberto dijo...

Jung estaría orgulloso de tu "sueño(o tal vez pesadilla) lúcido"...

C. dijo...

No me extraña que tengas esos sueños, si duermes en esa posición...

giraluna dijo...

duerme como los murciélagos

eSadElBlOg dijo...

del sueño nada que decir, de tus compañeros, los excéntricos son ellos. Está claro.

Tesa Medina dijo...

El ejercicio es estimulante, por lo que no es aconsejable salir a correr o ir al gimnasio antes de ir dormir.

Si prefieres correr al final del día, deberías hacerlo más pronto, unas cuatro horas antes de irte a la cama, como mínimo. Dar un largo y tranquilo paseo, sería mejor.

Creo que los sueños es la manera que ha dispuesto la naturaleza para que nos libremos de los corsés, de las imposiciones, de los miedos y los traumas ocultos, de alertarnos, de aliviarnos.

Mis sueños son óperas teatrales y extravagantes, donde se mezclan personas reales con personajes de libros o películas, que cambian de apariencia y de sexo. Casi siempre son muy surrealistas. Me río y hablo en alto.

Cuando tengo una pesadilla, me despierto. Se me acelera el corazón.

Cuando mis sueños empiezan a elegir escenarios lejanos, sé que ha llegado la hora de introducir un cambio en mi vida, cuando su extravagancia es acusada, sé que necesito hacer algo creativo.

Escribes bien porque lees, pero también porque tienes talento.

Me gusta bastante el texto y estás muy mono en la foto, pero me da no se qué que tengas los pies en los cables, ¿será instinto maternal?

Besos, Txe.

Alnitak dijo...

Yo también salgo a correr de noche pero porque de día hace demasiado calor... por suerte no me encuentro a ratas voladoras, aunque a lo mejor debería, mi sueño repetido no tiene continuidad y por suerte hace mucho que dejó de visitarme, a lo mejor una rata voladora podría ayudarme a superarlo... o no... o estas no son horas de escribir en vacaciones...

Anónimo dijo...

Eres un guay. Paso.

santi dijo...

Las ratas voladoras son las palomas. Ya sé que las ratas son mamíferos como los murciélagos y las palomas son aves, pero insisto.
Los murciélagos se comen a todos esos mosquitos que ya no te picarán por la noche ni acelerarán tus sueños con sus zumbidos.
Que vivan los murciélagos.

Txe Peligro dijo...

los mosquitos son tambien animalillos del señor. Por cierto, a mi nunca me pican, no les gusta mi sangre. Por eso nunca voy a donar a esos terribles autobuses.