jueves, febrero 02, 2012

¡Qué bello es vivir!

 A tiempos duros, cara de perro. Conseguido: si se trataba de hacer un Gobierno temible y malcarado, Mariano Rajoy lo ha conseguido de pleno. Hurra. Al  lado de alguno de sus ministros Rajoy parece una hermanita de la caridad democristiana. Yo ahora a Rajoy me lo imagino más eligiendo con Viri el color de los visillos de La Moncloa o preparando una caldeirada para sus colegas de Pontevedra (“Coño, Mariano, menuda choza te has agenciado”), que gobernando un Costa Concordia, que es lo que tenemos entre manos. Soltad los mastines, que cabalguen por los desolados páramos los cuatro caballeros del Apocalipsis. Hasta Alberto Ruiz Gallardón, el blando, el rojo, el enrollado, el Ned Flanders, el “a mí si tuviera que elegir a uno del PP elegiría a Gallardón”, se ha estrenado como ministro de Justicia con el recorte del aborto (quitando los plazos y permitiendo solo los casos de violación, malformación del feto o enfermedad mental de la madre en una medida que el calificó de ¿progresista?) y la cadena perpetua.  A tiempos duros, mano dura, y con fundamento.

¿Qué hacía Rajoy diciéndoles a dos primeros ministros europeos en Bruselas que su reforma laboral le iba a costar una huelga general? ¿Es eso lo que se estila en los pasillos del poder? Eso parece: presumir de ser el más duro a la hora de hacer los recortes, de que a uno no le tiembla la mano a la hora de enfrentar su heroico Destino, de que una caterva de sindicalistas trasnochados o de ancianitas hambrientas no le va a impedir caminar orgulloso en el sentido en el que corre la Historia, que es aquel que señala Angela Merkel y que, muy probablemente, conduce al abismo. Pero, caramba, ahí vamos, y sin miedo. Veamos quién la tiene más larga.

De este Grupo Salvaje de ministros (de Luis de Guindos ya hablamos la otra tarde), el que más ganas tenía de ser famoso es José Ignacio Wert (el super titular de Educación, Cultura, Deporte y a saber cuántas cosas más), pues se le venía viendo hace tiempo como opinador en medios de comunicación como Intereconomía o El País (tío ecléctico) y porque desde que ha tomado posesión parece un rabo de lagartija: que si la recuperación de la Ley Sinde (ahora es Sinde/Wert, ¡estamos haciendo Historia!), que si su aparición en los premios Forqué, que si la supresión de Educación para la Ciudadanía, entre otros highlights. Estoy deseando ver su modelito en los Goya. Dicen nuestros nuevos próceres que, respecto a esta asignatura, que ahora se va a llamar Educación Cívica y Constitucional, van a tratar de evitar todos los temas que puedan implicar un adoctrinamiento ideológico.

La verdad, parecen querer dar la impresión de que no vivimos en un ideología, de que somos libres, neutrales, de que nuestro pensamiento no está secuestrado. Ya vivimos en una ideología, nos despertamos y desayunamos en una ideología, mojamos una esponjosa ideología en el Cola Cao, nos lavamos los dientes y vamos al trabajo a bordo de una ideología, pululamos por un mundo creado en el marco de una ideología. Esa ideología es el capitalismo salvaje y rampante, el neoliberalismo voraz. Pero es que ya estamos viendo que esa ideología (se ve cada día en cualquier periódico, porque es imposible de maquillar, se ve en cada calle), que esa forma de moldear la Realidad  (si es que tal cosa existe) para el beneficio y los dividendos de unos pocos es un fracaso total y estrepitoso, en el caso de que el objetivo fuese crear un mundo justo y sostenible, o un éxito total, si el objetivo era el contrario, es decir, la injusticia y la destrucción.

Los keynesianos, con el premio Nobel Paul Krugman a la cabeza, no se cansan de repetir que resulta absurdo recortar en tiempos de crisis: hay que hacer una política expansiva, con gasto público, construcción de infraestructuras, carreteras, escuelas, empleo público, para que la gente tenga trabajo, dinero, consuma y la noria en la que nos vemos arrastrados vuelva a girar alegremente. Sin embargo, y aunque en esto consistió el exitoso New Deal que pusieron en práctica Roosevelt & Keynes para salir de la Gran Depresión, ahora la doctrina parece distinta, porque ahora parece que ya no hay grandes hombres de Estado, sino mezquinas ratillas buscando los resquicios del poder. Rescates y recortes que, en una espiral viciosa, empeoran cada vez la situación. Los que primero le vienen a uno la cabeza para revertir esta situación, es decir, los partidos socialdemócratas europeos, no se terminan de aclarar de en qué bando están, aunque últimamente han estado del lado de la destrucción total siguiendo las políticas descritas. ¿Coca Cola o Pepsi? ¿H&M o Zara? ¿Rubalcaba o Chacón? Por lo pronto, tras el rescate de Portugal, las cosas vuelven a estar chungas, su prima de riesgo tocando el cielo, y, según las últimas informaciones, en Grecia ya andan repartiendo mantas para dormir en la calle. Eso sí, a cuenta de las empresas privadas, porque el muy recortado presupuesto público no da ni para eso.


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En efecto: vamos de culo

3 comentarios:

Javier Divisa dijo...

A mí ya me han jodido con el IRPF, el impuesto de retenciones, el IVA y con la hipoteca, así a bote pronto. Pues mira, como en todo, hay días que te levantas acojonao y con ganas de emigrar a las islas de San Bernardo, y hay días sales a luchar como un perro. Así es imposible dejar de fumar.

missangria dijo...

vuelvo por estos barrios y veo que sigues aquí. Me alegro.

Jaime McLeod dijo...

Cojonudo. Se ha visto a Rajoy lamiendo una fotografía de Adam Smith. ¿Qué querrá decir con eso? ¿Será una cuestión de austeridad, de falta de comida?