jueves, mayo 10, 2012

Radikal



 El mundo que nos presenta el neoliberalismo rampante, eso sí que es radical, con casi la totalidad de la riqueza radicalmente saqueada y llevada a manos de unos pocos, con una ciudadanía cada vez más radicalmente pisoteada y radicalmente desesperanzada, con un medio ambiente cada vez más radicalmente esquilmado y radicalmente contaminado, con una democracia radicalmente arrinconada y radicalmente ninguneada, con unos radicales rescates financieros a costa del dinero público, y unos responsables radicalmente impunes, en sus radicalmente esplendorosas mansiones, disfrutando de sus radicalmente inflados sueldos y bonus, y sus radicalmente deliciosos daikiris en sus radicales piscinas bajo un muy suave baño de sol. Y los demás, radicalmente desesperanzados y radicalmente iracundos, en las radicales colas del paro mientras se endurece radicalmente el acceso a la educación y a la sanidad y se recortan radicalmente los derechos sociales y laborales conquistados con sangre, sudor y lágrimas durante radicales años de lucha y explotación.

¿Quiénes son, pues, los radicales? Los otros radicales, los buenos, al fin y al cabo lo que proponen es la justa distribución de la riqueza, la atenuación de las diferencias sociales, la justicia, el castigo a los culpables, la vida en armonía con el medioambiente, porque si no hay medioambiente no puede haber nada más. A mí esto no me parece nada “radical”, tal y como lo hablan algunos, tal y como lo define la RAE en su cuarta acepción como ““extremoso, tajante, intransigente”. A mí todo esto me parece bastante sensato y mesurado, qué quieren que les diga, algo a lo que podría aspirar hasta un monaguillo. Ellos dicen que los radicales son esa “violenta minoría” que enturbia “el legítimo derecho a la manifestación ciudadana” rompiendo los ventanales de los bancos y quemando contenedores. Pero, bien  mirado, lo realmente radical es lo que nos quieren hacer tragar como inevitable y natural, el retorno a la naturaleza salvaje del sálvese quien pueda, como si después de tantos años de proceso civilizatorio ahora nos viésemos obligados, quién sabe por qué designios divinos, a volver a la jungla más hostil.

(Ya hablé en otra ocasión de la perversión de otra palabra, la sacrosanta palabra libertad). Por eso este sábado 12 de Mayo, en el aniversario de la erupción del movimiento 15M, deben ustedes acudir radicalmente a tope a las manifestaciones y concentraciones que florecerán por todo el orbe terrestre. A ver si les hacemos bajar radicalmente la cerviz y aceptar las legitimas reivindicaciones de la ciudadanía.

Y ahora, como radical broche de oro de estas palabras, recordemos las del Chivi, que hace unos diez años nos llenaban de estupor y satisfacción: “Solo porque me masturbo pensando en sacerdotes / solo porque me he anillado la punta del cipote / solo porque me produce excitación anal / el visualizar un vídeo de Cascos con Aznar / solo porque colecciono películas snuff / me señalan con el dedo y me laman radical”.

Es otra forma de verlo.

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