jueves, agosto 30, 2007

Basado en hechos reales

Ramón ojos perdidos,

baba en el labio, mente de crema,

se lo monta en el pueblo

con su hermana pequeña.


Como el musgo,

como el moho en la nevera,

brota silenciosa la vida,

en el útero ignorado.


Algún remedio casero,

el hechizo de la abuela,

los ritos ancestrales,

arrancan el tubérculo del vientre,

lo entierran en estiércol,

quizá no eche raíces.


Su viejo pastor alemán,

ya casi muerto,

halla escarbando el tesoro ignominioso.

Se pasea un domingo soleado por el pueblo,

después de misa,

con el feto entre los dientes.

martes, agosto 28, 2007

La pálida Claudia
siempre amaba a escondidas.
Nocturno y débil su abrazo.
Su amor, trémula llama.
Falaz promesa su boca.

Tras ser descubierta amando,
su cuerpo abrazó la sombra,
expiró el minúsculo fuego,
sus labios albergaron piedras.

Enterrada en vida
entre adulterio y vergüenza,
su candoroso cadáver
fue cubierto de tierra.

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Ana tenía la cabeza llena de pájaros.
Su corazón, un nido de gorriones.

Decidió hacerse ornitóloga,
tratando de cambiar algunas cosas.

Conocer los animales que te pueblan,
no es garantía de acabar con ellos.

Melancólica se tiró de un puente alto,
pensando que volaba.

lunes, agosto 13, 2007

Una estrella

Bastó verte una vez -la primera- para que todos mis sentidos aspiraran únicamente y ya para siempre a captar de nuevo el fenómeno que eras, para que tu imagen ocupara mi mente todo el rato, bastó verte aquella tarde, semidesnuda –solo un liguero rojo, unas medias, unas botas altas de cuero-, abierta de piernas mientras aquel hombre de verga heroica te poseía sobre un sofá hortera. Oh, Samantha Horny, cómo quise ser él aquel día y tenerte tan cerca y olerte de veras. El flechazo fue tan posible como amar de verdad a una estrella lejana, aún se produce un temblor en mi vientre al recordar la primera simiente cremosa que te vi recibir en tu rostro pecoso, a la vez perverso y a la vez inocente, y como cerrabas los ojos por temor a que algo de aquello nublara tu pupila verde. Quise verte más veces después, no fue fácil, tardé en encontrar nuevos videos donde otros te amasen. Era duro surcar la ciudad buscando tu imagen en lugares de vicio, preguntándole a hombres obesos, con gafas de pasta, con gorra de béisbol, con poca vergüenza, dónde podía encontrar más de ti y de aquello. Vivimos, al fin, muchos buenos momentos: esa orgía que hiciste en tu casa e ibais todos con máscaras, ese viaje en un yate de lujo con un viejo muy bien tatuado o aquella fiesta privada con champagne y tu amiga tan guapa. Y yo siempre tan solo. Eras la primera la luz del alba y la última chispa del crepúsculo, acompañándome en el trémulo fulgor de la pantalla mientras yo con mis manos desnudas me acariciaba. Al final decidí que sería mejor olvidarte, tirar los videos, tirar las revistas, tirar las fotos. Tirarlo todo, incapaz de tirárteme a ti.

Qué tristeza, Samantha, haberte amado tanto mientras tú amabas a otros.

miércoles, agosto 08, 2007

Caños de Meca

Dicen que todo comenzó cuando unos jipis, aprovechando el agua dulce que cae por los acantilados que delimitan las playas para lavarse y beber, y las cuevas que hay en lo bajo de estos acantilados para cobijarse, se instalaron en este lugar por primera vez. Pero eso es solo la leyenda, claro, de la fundación de Los Caños de Meca. Éste es uno de los lugares más hermosos y encantadores que existen. Aquí el sol cae a plomo sobre el mar hasta sumergirse en la línea del horizonte, cada tarde que termina, y el cielo se tiñe de violeta hasta que la esfera de fuego, cada vez más roja, desaparece completamente oculta por el borde del planeta. Y es grato dejarse arrastrar por la vida fácil que transcurre perezosa bajo la luz abrasadora que broncea nuestra piel a mediodía, cuando el sol está en el cenit, ingresar en ese orden de excepción donde al segundero le cuesta conquistar cada fragmento de tiempo a cada hora, abandonar el cuerpo y el alma al rumor insistente y eterno de las olas lamiendo cada cala, al paseo de la tarde por la arena, al tinto de verano que fluye incontrolado de los grifos de los chiringuitos y la Jaima. Aquí casi no hay nada, el pueblo -que no es pueblo sino solo un puñado de casas- se vertebra a lo largo de una única calle o carretera recorrida insistentemente de extremo a extremo por los pocos que allí pasamos una parte del verano -tanto que pronto se reconocen los cuerpos y las caras y se crea una leve fraternidad o confianza- y salpicada por los cinco o seis establecimientos donde uno puede beber o comer pinchos morunos sentado en sillas de mimbre y escuchando la música alegre y pausada que todos los hosteleros eligen aquí para llenar el aire. Y sobretodo El Camaleón, ese camping asilvestrado donde, hace algunos años, todo estaba permitido, y donde acampamos, en compañía de fabricantes de pulseras y colgantes y vendedores de hashís, debajo de la sombra trenzada por miles de ramas de pino y vivimos inmersos en una dulce desidia, a mitad de camino entre la naturaleza y la civilización. En los días más claros se ven los montes marroquíes recortando el horizonte, donde se acaba el mar de nuevo, porque todo se acaba en algún sitio, eso es claro, y esto se acabó ya hasta otro año.

jueves, agosto 02, 2007

Vamos

Venga, vamos a hacer algo malo. Lo haremos a escondidas, en casa de un amigo. Nos reuniremos el viernes por la noche. Estaremos todos muy nerviosos, al principio. No habrá nada que temer, no tengas miedo. Estaremos ocultos, lejos de la gente. Luego ya lo haremos más frecuentemente. Cada vez será más perverso y divertido, cada vez será mejor. Nadie sabrá nunca nada de lo que estemos haciendo. No podrán imaginar lo que traemos entre manos. Será excitante la vida clandestina. Nuestras familias pensarán que somos buenos chicos, cualquier excusa servirá, no son muy listos. Podremos grabarlo en video y pasar el video de uno a otro. Después tendremos que borrar las grabaciones, no será conveniente dejar pruebas, si lo hacemos. Con el tiempo lo haremos ya a diario. No podremos dejar de hacerlo todo el rato. Nuestras vidas girarán en torno a eso. La existencia cambiará cuando lo hagamos, nada será de nuevo lo que era, todo será luminoso y fascinante. No sabes las ganas que tengo de que empecemos a hacerlo, no me aguanto. Venga, vamos a hacerlo.