miércoles, mayo 31, 2006

Viento

Miente y putea la primavera como una mujer hermosa y que se calle el viento por favor, que se calle, el viento taladrando mi persiana, golpeando caóticamente la ventana, el viento aullando ahogado entre las ramas de los árboles de ahí fuera, el viento toda la noche y mi cuerpo desnudo y sudoroso sobre mi colchón caliente como un desierto, la sábana húmeda enredada otra vez entre mis piernas, que se calle el viento, que se calle y me deje dormir, toda la noche dando vueltas, no existe la postura perfecta, el pelo enmarañado y los sueños retorcidos, incubando unas profundas ojeras moradas y siniestras que me acompañan durante el día fieles como un estigma.

lunes, mayo 29, 2006

La fe y la ciencia

Le había visto caminando solo por los pasillos de la facultad, vistiendo negro y alzacuellos, por momentos sospeché que pertenecía a alguna tribu siniestra o gótica, pero con aquella cara no podía ser. La otra tarde entró en el laboratorio de electrónica mostrando el rostro sonriente que tantas veces había visto sentado al fondo de las aulas y que dice algo así como os amo a vosotros como a mi mismo. Se acercó a mí y resultó que nos había tocado hacer las prácticas juntos, seríamos un equipo, diseñaríamos circuitos y jugaríamos con miles de cable y chips; al estrechar su mano confirmé que en realidad era cura: la misma mano sacerdotal que solía estrechar en mi infancia unida al cuerpo de diferentes curas y siempre igual: blanda, rechoncha y húmeda. Se trataba, en efecto, de un joven seminarista. Me llamo J., me dijo. J. santifica las fiestas, honra a su padre y a su madre, cree en Dios sobre todas las cosas y no mata ni roba, y esto me tranquiliza.

La infancia de todos está llena de curas y de Iglesias porque es cuando somos jóvenes y nuestro cráneo y cerebro están aún blandos cuando tratan de alistarnos para su causa utilizando como arma las canciones de catequesis y las parábolas del galileo melenudo, que ellos, muchas veces, predican pero no practican: hoy en día ser católico es una postura similar a ser del Betis. Simplemente eso, una postura.

Así que resulta que tenemos a este joven sacerdote –tiene los ojos claros, verdes en el centro y azul en la periferia de la pupila- que quiere ser científico y que parece un buen tipo. Eso sí es una postura difícil –como el pino puente- y eso me gusta.

Solo espero que en medio de cualquier sesión de laboratorio se nos aparezca el Espíritu Santo convertido en blanca paloma y nos apruebe, a mí aunque sea de bulto, como uno de esos ladrones que crucificaron a la vera de Jesucristo.

jueves, mayo 25, 2006

Homenaje

No creas que a mi no me da tristeza que las cosas no sean como ambos queremos, que la vida sea un puzzle de piezas melladas que nunca encajan, un rompecabezas diabólico e irresoluble que solo de vez en cuando –en una coincidencia cósmica, cuando los planetas se alinean y todas las monedas que tiramos al aire caen de canto- nos da una alegría efímera. Te dije mil veces que para nada hacían falta planes o poner nombres a las cosas, que las cosas mejores no son las firmadas y estipuladas sino las que ocurren de hecho, las que ya están ahí, y los mejores nombres –arte, amor, poesía- son los que no se refieren a nada; pero no quisiste entender y te negaste a embarcar en un barco perdido a la deriva, empujado suave por la brisa.

Al principio dijiste que querías ser algún día protagonista de estas líneas. Ahora, al final, ya lo eres, me escribes un poema pueril y encantador sobre las vistas que hay desde mi ventana y cada vez que entro en mi cuarto echo en falta - de pronto- tu cuerpo loco y hermoso sobre la cama nueva que compartíamos, sintiendo sobre mi espalda el peso del cariño que me diste y no supe encajar, como una piedra.

miércoles, mayo 17, 2006

Papiroflexia

Nunca salieron esas palabras de tu boca. Nunca moldearon tus labios ni tu lengua el aire para decir aquello. Nunca me avisaste con las manos ni con el rostro, los ojos, las mejillas, el ceño fruncido. No hubo ni una sola señal, ni una. Se trató al final de una servilleta arrugada y manchada de café manuscrita con tu nerviosa caligrafía que dejaste sobre la mesa de noche en la que se podía leer algo así como un adiós y en la que además estaba impresa la frase “gracias por su visita” en letras de molde verdes y que yo hábilmente transformé haciendo papiroflexia, ya saben, doblando los bordes del papel de la manera adecuada para que las letras que tienen que coincidir coincidan, en un rencoroso y dolido “gracias puta”.

domingo, mayo 14, 2006

Un buen día

Las palabras nunca son suficiente, nunca bastan, y la literatura funciona como El Precio Justo: gana quien más se aproxima y es difícil dar en el clavo. Por ejemplo yo podría contarles que hoy sólo se ve una nube perdida en un cielo diáfano y que el sol calienta mi cuerpo serrano en la terracita del salón, hoy la primavera está siendo -por fin- consecuente consigo misma y dan ganas de vivir en este día amarillo y azul. Pero ustedes verán que es la típica historia de buen rollito, de me levanté contento, de es domingo, anoche no salí y huele a cafe recién hecho y a pan tostado, ya ven, esa mierda, y lo más probable es que no consiga transmitirles ni una pizca de mi satisfación matutina.

Así que mejor les digo que hace un día de puta madre, llevo gafas de sol y hay un vaso de birra fría en mi mano. Bien.

miércoles, mayo 10, 2006

Digo

Y precisamente es en su inutilidad donde radica su belleza: se trataba sin ninguna duda de encomendar mi existencia a saberes absurdos y hábitos tóxicos, analizar la radiación obtenida por un telescopio de rayos x orbitando alrededor de la tierra procedente de galaxias que chocan a años luz de distancia y que para nada nos afectan, hilvanar historias contadas mil veces de mil bocas a mil oídos cambiado solo las palabras o las intenciones, perderme en noches laberínticas de luces y humo creyendo que en el límite estaba la respuesta esperando dormida; recuerdo de adolescente imaginando vivir en una casa como ésta, con grietas en los muros –siempre el temor a desplomarse en cualquier momento-, música independiente y una pared pintada de rojo y la subversión que significó robar el primer libro de mi muy robada biblioteca y que luego ni siquiera me gustó, el deseo de contar con una interminable lista de amantes y una nutrida colección de discos indispensables según las mejores revistas, poner mi cama a ras de suelo, ser golpeado por un policía mientras cortaba el Paseo del Prado en una protesta idealista y no comer carne, entender, en fin, la vida como una sucia novela o una sucesión de fotogramas y luego contarlo –yo fui hijo único-, tener la cabeza llena de pajaritos punks.

Crecer es rezar un rosario de desencantos y nunca uno imagina cuantas veces puede llegar a perder la inocencia y cuanta aún le queda escondida donde no la puede ver –parece el único bien inagotable. La madurez es un mito inventado por la juventud para justificar cierto respeto por sus mayores o para diferenciarse del otro arguyendo una mayor evolución La intensidad es exclusiva de los primeros momentos y luego decae exponencialmente cuando todo se torna repetición y hastío, hasta lo más excitante hasta lo más más. Tal vez el error fuera albergar unas ambiciones demasiado vertiginosas: a los veintiocho dicen que desaparecen las ganas de salir –aunque está de sobra comprobado que esto es falso-, las mujeres fantasean con tener un hijo –o lo tienen- y el otro día Keith Richards volvió a amenazar con palmarla mientras Johnny Rotten participa en reality shows allá, en Inglaterra.

martes, mayo 09, 2006

Promoción


¿No trata, acaso, la primavera de eso, de florecer, de hormonar, de humedades?

Pues fíjense, caminábamos Isaac y yo envueltos en un fresco día amarillo sol y él iba armado con su nueva cámara, una de esas que ya no se ven tanto, de las de pensar, de las que tienen un objetivo y unas palanquitas que manipular antes de cada foto. Buscaba motivos que fotografiar: el capó de ese coche, las hojas de aquel árbol, voy a robarle retratos a ciudadanos que no conozco, cuando, viendo lo que se acercaba ahí delante le dije: Isaac, sácame una afoto con aquellas.

Y eran tres primaverales nínfulas vestidas de rojo con esposas colgando del pantalón, gafas oscuras y gorra policial, tres deidades menores de la telefonía movil -Vodafone decían- salidas de algún paraíso de la promoción comercial callejera. Y ahí ven, en la imagen, cómo se lo monta el Autor en compañía de las susodichas. No nos vendieron nada.

sábado, mayo 06, 2006

Un mundo fantástico

Creánme, existe un mundo mejor que éste. Yo se que ustedes viven en un mundo fabricado con lunes y charcos, con nubes negras que amenazan ahí enfrente, un mundo de hombres viejos y sudorosos que escupen flemas verdes y viscosas sobre las aceras, un mundo de bajos salarios, gente que dice adiós y primaveras que mienten –siempre miente la primavera-, y ustedes se retuercen entre bullzoders, atascos, ruidos y anchoas, sobretodo latas de anchoas. Pero existe un mundo mejor que éste en otra parte y no se roza con el nuestro, aunque a veces, solo a veces, en momentos especiales, se abre una brecha en el espacio-tiempo y a través de ella se cuelan en nuestra realidad algunas de las cosas fantásticas que lo habitan. Se lo explicaré.

Imaginen por un momento un par de finos filetes de ternera, imaginen que no son ustedes vegetarianos y que tienen un par de tiernos filetes de ternera. Imaginen ahora unas lonchas de queso manchego y jamón serrano. Si son ustedes afortunados puede que incluso haya berenjena, pimiento rojo o espárragos. Imaginen que introducen todo esto entre los filetes de ternera, que empanan el conjunto y que lo fríen en aceite de oliva caliente hasta dejarlo doradito. Si hacen todo esto estarán en posesión de lo que se llama un cachopo. Y el cachopo es una de las cosas más fantásticas y maravillosas que su triste vida echa de tos y preocupaciones les podrá ofrecer. Creánme

viernes, mayo 05, 2006

Abracadabra

Siempre con la vana esperanza de cambiar el mundo mediante las palabras, de que si supiese poner una detrás de otra las palabras adecuadas, las que mejor sonasen, las más bonitas, en definitiva, las necesarias, la realidad sería de otra manera. Pero las palabras, como todo, se unen y separan y no queda nada, al final todo sigue su curso natural, la tierra rota en el espacio vacío y las palabras permanecen girando en el vacío de la mente y estos dos espacios apenas se tocan.

Quisiera poseer un pesado grimorio de magia negra, posarlo sobre la mesa, soplar el polvo de las cubiertas que nublaría la estancia; buscar después en las páginas amarillentas el sortilegio adecuado. Pronunciar solemnemente algo así como un poema y dos o tres abracadabras y ver como todo se llena de chispas y centellas y como todas las cosas de la vida van en-ca-jan-do-per-fec-ta-men-te.

Pero esto no se puede.