miércoles, junio 28, 2006

Biblioteca

El silencio es tan silencio que hasta puede oirse el calor derritiéndose lentamente como melaza por las paredes de la biblioteca -a veces alguien tose, somos pocos desperdigados en mesas enormes, a veces alguien se levanta para consultar un volumen de pie al lado de la estantería y luego regresa a su puesto- y se escuchan las gotas de sudor resbalando por las sienes hasta caer finalmente sobre las hojas de papel plagadas de fórmulas garabateadas y de absurdos dibujos que trazamos cuando nos distraemos por un instante y dejamos que la mente alce el vuelo, más como una mosca que como un águila imperial, revoloteando en espirales y deseando salir por la ventana, que por estas fechas siempre está abierta, para volver a donde está la vida realmente, no aquí entre libros, ceños fruncidos y pies que martillean el suelo, sino ahí fuera, tumbada en las plazas, inundada de sol amarillo, en las gotas de agua que escapan de las fuentes y se posan sobre la hierba, en los dientes que descubren las sonrisas, en los hombros desnudos de las niñas, en el asfalto caliente, entre los coches, donde hay ruido, asomada a los balcones, pero no aquí, no está aquí la vida, no a este lado.

Mañana acabo.

lunes, junio 26, 2006

Que vengan mis amigos con la boca llena de flores y me digan que soy un muchacho excelente y que cumpla muchos más, que llenen mi buzón de cartas primaverales y que me llame gente cuyo rostro es ya borroso pero recuerde este día y yo aún su voz. Que pongan langostinos en la plancha. Y corten jamón. Y descorchen botellas. O vino de brick. Y los langostinos se tornen colorados. En mi aniversario.

Hoy hace exactamente veintiséis años que asomé la cabeza entre las piernas abiertas de mamá. Allá al norte, en Asturias. A las once de la mañana. Bajo el signo del cangrejo. Ha girado el planeta veintiséis veces alrededor de la estrella y yo lo he visto.

Mi madre guarda en algún lugar la pulserita que me colocaron en el hospital después de nacer para identificarme. Mi primer complemento y a la vez mi primer documento de identidad. Es muy pequeña, la pulsera, aunque mis muñecas siguen siendo finas a día de hoy. Dice mamá que la primera vez que me vio, cuando después del parto me pusieron entre sus brazos y era un bichejo nuevo, blando y rosado, le dio un ataque de risa. Porque nací con bigote.

Un día cualquiera de 1984 yo estoy en el descansillo de la casa de mamá vestido de azul y pego un moco denso y verde oscuro en la puerta metálica del ascensor. Ese es mi primer recuerdo consciente. Desde entonces todo ha ido sucediendo, tal y como atestiguan las fotos que la otra noche se proyectaron en la despedida de soltera de una amiga del cole. Que ya se casa.

Ya sé que todo esto es un poco inconexo. Qué quieren, la vida es así. Inconexa, sobre todo cuando transcurre en la memoria.

Y no sé si cumplir años me hace gracia. Pero felicítenme, de todas formas.

viernes, junio 23, 2006

Filosofía

Lo que más me impresionó de la muerte de mi tío César. Las sábanas revueltas. El silencio en su habitación. Le habían sacado en mitad de la noche de aquella cama. A la hora a la que se reparten los periódicos y los panaderos amasan el pan. Y riegan las calles los barrenderos. A esa hora. Aún oscuro. Frío. Húmedo. Y silencioso. Sacaron el cadáver de mi tío. No hubo tiempo de ordenar la estancia. Ni de recoger sus zapatos de piel negra y meterlos en el armario. Uno en cada esquina. Ni de hacer la cama. Y luego las palabras de mi madre. Cuando yo volvía del cole con ganas de comerme una magdalena. Empapada en colacao. Vamos a visitar a la tía Vicen. Sin motivo aparente. Un miércoles que estaba nublado y amenazaba llover. Como siempre. Y luego toda la familia reunida en el salón de la tía Vicen. Y las sábanas revueltas. Gente que no veía desde hacía mil años. O dos mil. Gente que me besaba las mejillas con cariño fingido. Mucha gente. Este niño siempre fue tan callado. Y tan formal. Les veía en bodas, bautizos y comuniones. Me explica mamá que tengo que quererlos. Porque son mi familia. Por eso. Son los que me apoyarán cuando esté viejo. Y triste. Y solo. Quien estará a mi lado. Quien poblará mi casa el día que me muera. Ellos o sus hijos. Verán mis sábanas revueltas. Mis zapatos perdidos. O no. Aquella gente en aquel salón lleno de fotos de bodas. De bautizos. De comuniones. Fotos de gente sonriente, que veo cada mil años. O dos mil. Y la tía Vicen apareciendo una hora después y forzando una sonrisa como la que muestras cuando te hacen una foto. No como la que pones tras la muerte de tu marido. Y has estado un rato antes agarrando la mano de un cadáver entubado con el que una vez te casaste. Vestida de rojo. Que trataba de decir adiós. O algo parecido. Y que no volverá a agonizar en el sofá delante de la tele. Viendo telebasura. Y yo leyendo una revista de baloncesto americano hundido en uno de aquellos sillones marrones. Donde una vez mi tío me enseñó tres dedos de una de sus manos peludas. Y después me explicó lo que significaba la palabra Filosofía. Y no entendía nada. Pero me hacía gracia. Y lo recuerdo. Cuando el cáncer ya le había mordido la mayor parte del pulmón. Y tenía el pelo ya blanco y los huesos asomando. Y me daba cien pesetas por visitarle, rebuscadas en un monedero de cuero negro. Y respiraba suave. Como un peluche. Y cada vez hablaba más flojo.

lunes, junio 19, 2006

Conocer gente

Cada noche sus sonrisas corrían a mis labios, aquellos años locos, y luego sus cuerpos se perdían en los laberintos de mi cama irónicamente matrimonial, yo vagaba perdido y confuso entre pieles húmedas, voces tontas y nuevas babas, coños jamón de york y rostros constreñidos de placer, como un marinero rudo y tatuado visitando mujeres exóticas en vez de playas, cada noche tenía su pesca, su botín o su tesoro enterrado escondido en un cofre, y las risas y las promesas que volaban por los aires las iba borrando el amanecer que se filtraba; siempre exigía que leyeran en voz alta uno o dos de mis poemas antes de enredarnos -aún cuando les bailaban las letras y no podían o no entendían- y pensaba que era cruel y megalómano verter mis palabras en sus bocas y oírme hablar en sus blancas voces y eso me gustaba y lo hacía todo más porno. Y la mañana, después de un sueño corto o inexistente, traía la eterna pregunta, cómo te llamas, quién eres tú y, sobretodo, quién yo; se iban y solo dejaban un vaso de café templado bebido con mucha prisa, el estruendo de la puerta cerrándose de un golpe a su espalda, un recuerdo neblinoso y drogotonto y un nuevo número de teléfono apuntado en un papel antes de irse que yo arrojaba invariablemente a la basura desde que aprendí que nunca volvía a llamar o a ser llamado y que los nombres abandonaban con el tiempo a los cuerpos y a las caras. Quedaba eso, el vaso vacío en la mesa de la cocina y mi cuerpo extendido sobre la cama aún caliente, las sábanas revueltas, algún pelo, el aliento a noche pasada y la palabra soledad revoloteando por mi habitación caótica como una mosca: soledad, qué palabra tan grande para un silencio tan perfecto; me acompañaba, la soledad, como a un explorador en busca de un gran amor recién perdido, tratando de reconstruir las ruinas del pasado y pensando que eso, el amor, era un objeto que, cada noche, alguna mujer introducía en mi cama, pero estaba, como siempre, equivocado.

viernes, junio 16, 2006

Panfleto

Es curioso, fíjense en los comentarios del anterior post: a nadie parece gustarle Mariano Rajoy ni ninguno de sus secuaces, al menos como político (como objeto sexual parece tener más éxito). Lo cierto es que he conocido a pocas personas afines al PP en mi vida y me pregunto: ¿cómo pudo gobernar tantos años con mayoría absoluta?, ¿cómo puede ser el segundo partido del Estado?, es decir, ¿dónde se esconden sus seguidores?. Cuando hablo de esta inquietud por ahí - por las barras de los bares o las terrazas- me dicen que claro, que yo no conozco a peperos porque no me muevo en ese círculo, porque ellos son viejunos y yo joven, fresco y dinámico, porque no voy a lugares ni vivo en barrios donde abunde esta especie. No suelo frecuentar iglesias, ni sedes del Opus Dei, ni pistas de pádel. Ya, ok, pero ¿aquí en el blog? Aquí la gente circula sin conocerse y yo no sé quién lee o postea, no selecciono mis amistades cibernéticas y aún así todos parecen gente de bien que maldice al PP. ¿Es bloguear una actitud izquierdista o qué? El otro día leí que uno de cada cuatro españoles es un psicópata. Y me pregunté lo mismo: si hay uno de cada cuatro, ¿por qué yo no conozco a ninguno? ¿O será que los conozco y no me doy cuenta? ¿O serán los votantes del PP los mismos que los psicópatas? En esto último estoy casi seguro.

He estado pensando además en ese discursito ubicuo en la tele últimamente que dice que la violencia es inadmisible siempre y en todas su formas, que hay que respetarlo todo, que si la tolerancia y bla bla bla... Bueno, la cosa es algo como así, el Pensamiento Único ese piensa y dice por su Boca Única: tolerancia, respeto, la violencia es el mal, buen rollo y solidaridad, así, todo muy sentencioso como un libro de Autoayuda que queda muy bien y la gente se lo cree (si lo dice un libro...). Es, a todas luces, un discurso descafeinado prueba de cierta indigencia mental pero muy útil a la hora de mantener cierta paz social y una democracia light como ésta, tan light que quizás no merezca ni ese nombre, vamos, etimológicamente.
Lo que yo digo es: si respetamos todo qué sentido tiene merecer respeto, qué valor. El respeto siempre ha habido que ganárselo, y ahí radica su gracia, además hay cientos de miles de cosas que no son respetables. Respecto a lo de la violencia supongo que los que dicen que no es admisible bajo ninguna forma tampoco creen que deba utilizarse para perseguir a asesinos o violadores, o digamos sin ser tan demagogos, que sólo se considera legítimo el monopolio de la violencia por parte del Estado. Será eso... Anyway todo es cuestión de grado, yo no estaría de acuerdo con que linchasen y colgasen a Rajoy del palo mayor pero de esto a tirarle unos huevos hay un buen trecho... Esta costumbre de arrojar huevos y tomates y vociferar un poco es más vieja que la prostitución y muy sana y natural, se queda uno como la seda, oiga. Además son alimentos sin colesterol, y gente como los gerifaltes del PP que apoyaron sin pestañear varios genocidios deberían ser blanco de estas legumbres y hortalizas más a menudo. Y que conste que a mi lo del conflicto catalán me es ajeno, pero me hace risa.

miércoles, junio 14, 2006

Un Demócrata

Ay qué pena Mariano, qué pena que tengas que huir así, zarandeado por una multitud, abucheado por gente mala en un idioma bárbaro, metido a trompicones en tu coche blindado por un guardaespaldas gigante que te coloca la mano sobre la cabeza como si fueras un vulgar delincuente. Pero no estés triste Mariano: ellos no son demócratas; son solo esos jóvenes radicales y folloneros que quieren destruirlo todo. Nosotros, en cambio, te queremos Mariano, yo te quiero: amo tu boca de fresa rodeada de pelo salvaje, amo tus labios gordos siempre brillantes y húmedos, amo tu dicción de niño sabiondo y tu cara de hombre asustado cuando subes a la palestra en el parlamento, amo las partículas de saliva que escupes al hemiciclo cuando te excitas. Tú no has tenido reparo en hacer cualquier cosa, hasta la más peregrina, por la unidad de España -que nos la quieren romper Mariano. Sólo tú sabes que no fueron los islamistas sino La Eta, y no has dudado en insultar, en recoger firmas a través de niñas pijas, en echar obispos a la calle, en reclutar ancianos o niños por toda la piel de toro y darles un bocata para que se paseen con pancartas por las calles de Madrid por el bien de todos. Tú y esos atractivos hombres con pinta de gángster que te rodean lo dáis todo por nosotros, para que vivamos en un mundo mejor, uno, grande y libre, un mundo con menos maricas, moros y rojos y más ancianas que salgan de misa, cada domingo, tranquilas, a tomarse un chocolate caliente con bollos sin nada malo que temer.

sábado, junio 10, 2006

Cosmología

Mientras me lavo los pies en la bañera –ha llovido y yo iba en chanclas porque al salir de casa hacía sol, pero luego llegó una tormenta de verano y se me han manchado los pies de barro y arena- y veo el agua negra caer y arremolinarse en torno al sumidero, pienso en que al principio toda la materia del universo estaba contenida en un punto adimensional, un punto matemático de volumen cero, y que cuando éste punto estalló comenzó el espacio y el tiempo, así que no tiene sentido preguntarse qué había antes, como suele hacer la gente, pues el tiempo nació en ese justo instante y no tiene sentido pensar en un “antes”. Luego me seco los pies, me miro en el espejo y el espejo me devuelve la imagen de mis ojeras, últimamente no duermo mucho, observo entonces la superficie del lavabo, cóncava como el espaciotiempo curvado por la presencia de una estrella masiva; según la relatividad general de Einstein, que parece a todas luces la correcta, no existen las fuerzas de gravedad entre los cuerpos, si no que los cuerpos deforman el espaciotiempo y las cosas –los planetas, los cometas, la luz- simplemente siguen las líneas rectas de ese mundo torcido, las geodésicas, dándonos a nosotros la falsa sensación, que solo vemos las tres dimensiones espaciales, que opera una extraña fuerza; si la masa es muy grande se hace un agujero en la realidad, como el sumidero del lavabo, y todo cae, hasta la luz, es un agujero negro. Me cepillo durante unos minutos y camino por la casa, no soporto estar quiero en el baño dándole a la dentadura, echo un vistazo al salón y a la cocina y hay algunas migas en el suelo; la materia se formó cuando la temperatura fue lo suficientemente baja como para que las partículas se recombinasen formando átomos, antes solo había una sopa calentísima de todos los objetos microscópicos que forman ese zoo que son las partículas elementales. Cuando se formaron los átomos, el universo pasó a ser transparente a la luz y se formaron las galaxias y las estrellas que explotan como supernovas produciendo los átomos pesados, de oxígeno, de hierro, de carbono, que más tarde forman las migas de pan que hay en el suelo de mi cocina, así todo lo que vemos proviene de una estrella que estalló, somos polvo de estrellas al fin y al cabo. Después de aclararme la boca me tumbo un rato en la cama y pienso en cómo acabará todo esto, si el universo se contraerá de nuevo volviendo al punto original en un Big Bang inverso –el Big Crunch- o por el contrario se expanderá eternamente enfriándose hasta ser un cadáver, y de pronto me siento muy muy pequeño y caigo en la cuenta de que aunque sepa cientos de ecuaciones abstrusas, datos, desarrollos, razonamientos, en realidad no comprendo nada, es incomprensible, y estoy muy muy cansado, tuve examen de Cosmología esta mañana –sábado-, y volví con la cabeza como las fallas de Valencia, necesito descansar.

PD: Me salió muy bien

lunes, junio 05, 2006

Después

Es bien sabido que no es lo mismo ser un drogadicto que estar bien drogadito y a veces en domingos soleados se deja caer por casa algún amiguete en el segundo de los casos anteriormente descritos afirmando no haber pegado ojo desde que cayó el Muro de Berlín y Fukuyama profetizaba el fin de la historia o incluso antes, desde el siglo XVI, cuando reinaba Felipe II, el Rey Prudente, y el sol no se ponía sobre nuestros dominios. A día de hoy, tal como están las cosas, el sol no se pone sobre nuestras drogas y la juventud hace como el astro rey: sale y se pone, sale y se pone, sale y se pone…, así que el amiguete, que se encuentra en estas circunstancias tan de hoy en día, revolotea por la casa luciendo unas ojeras impecables y un carrusel de estados de ánimo: cae en la cama desfallecido, no puedo más, para luego resurgir de un salto y mover el esqueleto eufórico al ritmo de algún temazo revientapistas que le pincho condescendientemente, luego se siente triste, vaya bajona, por qué no llamamos a alguien, tengo sueño, vamos a tomar cañas, la liado parda, tienes algo por ahí; y se ríe y se calla, qué amigos somos, te acuerdas cuando nos conocimos, y se rompe la presa cerebral que contiene todas esas anécdotas del pasado reciente, así hasta que finalmente lo hallo dormido acurrucado en cualquier esquina con un enternecedor aspecto de gatito lindo que se niega a despertar ante mis zarandeos. Mientras, el Ministerio de Sanidad desinforma en puestos callejeros donde se reparten panfletos en los que se dice que las drogas de diseño no son de diseño y que no la toma gente cool y moderna, no la toman los diseñadores ni los artistas ni la gente guapa: no debes tomar drogas, ciudadano adolescente, porque la gente que las toma son personas vacías, incultas, de clase baja, feas y, al parecer, malolientes y con pezuñas, brillante argumento, y yo digo: démos un fuerte aplauso a las políticas antidroga de la administración, olé, chapeau, seguid negando la evidencia cómo siempre negáis las realidades sociales –tanto tiempo cerrasteis los ojos ante el conflicto de las provincias vascongadas pensando neciamente que era un problema de delicuencia cuando en realidad se trata de un trauma social enquistado-, y seguid mintiendo en vuestra propaganda sobre los motivos, las causa y la consecuencias de esa cosa que llamáis Droga y que produce dobledosis. Dentro de unas horas sonará el despertador y empujará a mi amigo por un resbaladizo y depresivo tobogán que le llevará de nuevo al jueves, otra vez al carnaval y a la pirotecnia porque aquí ante tanto hastío y tanta mediocridad llegamos al fin de semana como animales salvajes huidos del zoo.