miércoles, diciembre 31, 2008

Feliz Año Nuevo, Palestina

Es el último día del año y el Estado (terrorista) de Israel sigue bombardeando Gaza. En la minúscula franja donde se hacinan un millón y medio de personas, han muerto ya 380 palestinos. Aunque los israelíes dicen atacar solamente objetivos militares para neutralizar a Hamás, lo cierto es que están muriendo decenas de civiles. ¿Han visto ese póker de cadáveres de niños palestinos, blanquecinos y rígidos, minúsculos, que mostraron las televisiones la otra tarde? Al Estado israelí, cegado por su mesianismo, le importa bien poco la vida de cualquier palestino, al los que sólo ve como un estorbo en su afán por ocupar la tierra que Dios (y la ONU?) le otorgó: la Biblia como manual de derecho internacional. “Si bombardeamos los edificios, es lógico que mueran civiles”, declaró un muy pragmático y casi insultante general isralí.

¿Quién es ahora David y quién Goliath? ¿Quién es ahora el exterminador y quién el exterminado? Parece que no recuerdan. ¿Quién ataca con uno de los ejércitos más poderosos del mundo y quién lanza modestos cohetes caseros, o piedras? ¿Guerra o, simplemente, terrorismo? El Estado de Israel, ante la tibieza de las críticas occidentales, debe comprender por si mismo que su destino y el de Palestina están unidos, para bien y para mal, y debe dar una solución pacífica al conflicto. Si el pueblo judío, que fue la luz intelectual de Occidente, no sabe combatir de otra manera al islamismo de Hamás más que con esta torpe violencia, está condenado a vivir instalado en el miedo a ser arrojado al mar, durmiendo con un ojo abierto y un fusil en la mano, tratando de esconder con firmes convicciones la vergüenza de haberse convertido, él también, en un pueblo genocida.

Liberad Palestina.

Feliz Año Nuevo.

jueves, diciembre 25, 2008

La piedra la luz amarilla

A ver… Salir de bares por Oviedo es una experiencia deliciosa y fascinante porque en todos los garitos te encuentras a la misma gente, que es la entrañable gente moderna de siempre, y los grupúsculos de hardnighters se van haciendo y deshaciendo, modificándose gradualmente, birra en mano, según pasan las horas y se vacían los vasos y se nublan las mentes, hasta que acabas en el Xalabam, ese bar divertido y malvado, a la hora de ir a misa, escuchando a los Ramones y a los Pixies, y todo es neblinoso y raro y está guay. El Xalabam, la meta al final del largo e incierto sendero de la noche, asusta un poco de primeras pero es el local lo que pervierte; la gente, como digo, es la misma que horas antes estuvo en el Flamin’, La Bola, La Caja o el Movie y demás garitos en la onda, pero algo más desencajada y delirante. Allí murió hace unos años un tipo, con un navajazo en el corazón por intentar, aún sin saberlo, levantarle la puta a un expresidiario recién liberado (que pronto volvió al talego). Dicen las malas lenguas que la clientela siguió tomando copas con el cadáver en el suelo, de cuerpo presente. Crímenes aparte, es un sitio que me gusta porque me llena de un extraño placer morboso.
Por lo demás, cuando sales por aquí, y es Navidad o Semana Santa (osea, que están tus amigos) siempre paramos por los mismos cuatro sitios y nos parece que Oviedo es una ciudad rockera y canalla, que mola. Pero claro, eso es sólo una ilusión creada por nuestra estrechez de miras. En realidad hay miles de bares horribles que nunca pisamos, con mucha gente dentro, y los nuestros son meramente anecdóticos. Es, mutatis mutandis, como cuando el PP tenía mayoría absoluta. Yo me preguntaba: cómo puede suceder esta desgracia si no conozco a nadie que vote al PP (exceptuando algunos familiares). Llegué a sospechar que el partido de la derecha podrida hacia pucherazo. Pero la explicación es que en mi ámbito de amistades no se contempla está opción política. Por aquellas fechas leí que uno de cada cuatro españoles es, clínicamente, un psicópata. Me sorprendió en principio, porque no conozco a ninguno, pero luego me di cuenta de que no los conozco porque son exactamente los mismos que votan a Rajoy. Aish, ya me fui del tema. Que eso, que Oviedo la nuit.

lunes, diciembre 22, 2008

Ovillo

En la Plaza de Callao se bifurca el mundo: para ir a Sol hay dos opciones: el Camino de la Izquierda, que es la calle del Carmen, y el Camino de la Derecha, que es la calle Preciados, ambas comerciales y bulliciosas, paralelas, ambas me gustan igual. A veces no se cuál de las dos coger y me tiro un rato pensando, indeciso. Finalmente me decido y enfilo la que sea, eso depende del día, del estado de ánimo, de la conjugación de los planetas. Pero ya voy pensando, entre la marabunta, haciendo slalom entre promotores de ONG y estatuas humanas, si no habría sido mejor coger la otra; quién sabe si, de haber sido mi elección inicial la contraria, me hubiera sucedido algo especial. Encontrarme un amigo –o hacerlo-, presenciar un eclipse, que se me aparezca el arcángel San Gabriel y que me haga santo –aunque esto lo dudo mucho-. Algo, no sé, que me cambie la vida o el día, todos son tan parecidos...

Como a mitad de trayecto hay una pequeña calle que las vuelve unir por un momento, se presenta de nuevo la opción de cambiar de camino, así que (qué coño) a veces – sólo algunas veces, otras no- opto por cambiar de calle y continuar por la que en principio deseché. Pero entonces ya vuelvo a atormentarme con qué hubiera sido de mí de haber seguido recto por la primera, si hubiera sido víctima de un atentado masivo, o escuchado a algún nuevo músico callejero, o encontrado un billete de 500 euros –que dicen que existen y que son morados- arrugado sobre una alcantarilla.

Al final las dos acaban igual, en Sol, donde los predicadores ultraconservadores y los chaperos transalpinos, y yo me sumerjo en el metro, espero en el andén, tratando de poner la cabeza en otra cosa, consiguiéndolo ya, atrapado en la lectura, hasta que llega el tren retumbando y vuelve la eterna duda: ¿en qué vagón entrar? ¿qué puede pasarme ahora?

(Dicen que hay infinitos universos paralelos. Cada vez que se arroja un dado, el mundo se divide en seis.)

Cada mínima decisión es un giro en el laberinto en el que usted vive. Todos esos laberintos, formando un ovillo, conforman el mundo.

lunes, diciembre 15, 2008

Asalto

Me asaltó el otro día una postadolescente en el metro (¡oh sí!): “Shiiiiico, ¿te gusta leer, un pokillo?”, dijo mientras mascaba chicle entre aburrida y lasciva (si es que esto es posible) y me señalaba con un boli. Pensé: “Cielos, con ese acento suburbial y esas pintas soy yo quién debería preguntarte eso”, pero simplemente dije: “Sí, mucho, pero ahora tengo mucha prisa”. Se trataba, en efecto, de una promotora del Círculo de Lectores, que trataba de pescar almas entre los atribulados metronautas, por lo visto sin mucho éxito.

Me sorprende esta política del Círculo: elegir a individuos que parecen (al menos) pendientes de la alfabetización para promover la lectura. Las promociones bancarias, por ejemplo, utilizan a comerciales complemente fiables y trajeados que transmiten el savoir faire y la confianza necesarias para que uno decida abrirse una cuenta y depositar sus ahorros. Yo mismo, hace unos años, fui predicador callejero de Greenpeace y comprobé como su tropa de salvación medioambiental estaba formada por jóvenes con aspecto alternativo y/o solidario y/o comprometido con ese tipo de causas, entre los que me encontraba. Es decir, la juventud de la rasta y el piercing podía encontrar un trabajo allí a pesar a su aspecto, tras ser rechazada una y otra vez por instituciones más Antiguo Régimen, como los bancos arriba citados o el sacrosanto Corte Inglés. (Curiosamente, y aunque no viene a cuento, la Fnac tiene una política similar, de cuanto peor, mejor, así las diferentes secciones de sus centros están pobladas por dependientes de aspecto extraño y disoluto).

Pero a lo que iba; el Círculo de Lectores: qué cosa ésta. Si a uno el gusta leer un pokillo, disfrutará sobre todo, incluso más que con la lectura, con el paseo habitual por la jungla de las librerías, el manoseo, hojeo, sopesamiento, y chupado de los volúmenes. Una aventura que puede llevarte a descubrimientos alucinantes, en librerías de viejo, en saldos, en mercadillos, en librerías especializadas, comiqueras, en la Casa del Libro dónde sea. Eligiendo por ti mismo entre toda la oferta disponible, que es mucha y variada. Al menos a mi pasa. Y puedo decir que he aprendido más de Literatura y Aledaños en estas placenteras incursiones que leyendo en mi cuarto, la verdad. En el Círculo, en cambio, ofrecen una selección mensual y aséptica, inofensiva al fin y al cabo, de obras de dudosa calidad, mayormente best-sellers y novelas románticas, a lectores vagos, poco avisados o que, incluso, no son lectores, pero les gustaría. Como esos que se apuntan frecuentemente al gimnasio, llenos de buenos y saludables propósitos y, frecuentemente, acaban por dejarlo.

Aunque bueno, pensándolo mejor, la próxima vez que me tope a la postadolescente suburbial en las entrañas de la ciudad, le regalaré una suscripción para ella, a ver si arreglamos algo, al menos su dicción. Amén.

viernes, diciembre 05, 2008

Otra vez

Un anciano va caminando por la calle bajo un cielo vasco/plomizo y llega un joven (presuntamente) y le descerraja un tiro en la cabeza por no sé qué asuntos de una carretera en forma de Y griega. Y claro, es La Eta. Y empiezan a salir en la tela sus vecinos diciendo que era un tipo genial, que sus mayores aficiones eran jugar a las cartas e ir a misa, que era más bueno que el pan, casi un santo. Pero ¿qué pasa? ¿Qué si hubiera sido un cabrón no hubiera importado? ¿Si ese empresario hubiera sido malcarado y gruñón la gente hubiera dicho: bueno, no pasa nada?

Lo que se juzga aquí no es la calidad moral de la víctima sino la bajeza del vil asesino. Da igual a quién. Es como cuando dicen que Miguel Ángel Blanco es un héroe. ¿Por qué? Lo secuestraron y lo asesinaron. ¿Qué tiene eso de heroico? O cuando le dan el Premio Príncipe de Asturias a la Betancourt. ¿Por qué? A ella la secuestraron e intentó sobrevivir, como hacen tantos. No tuvo elección, otros decidieron por ella. Si tanto le mola eso a nuestros próceres, pues que le hubieran dado el Premio a la narcoguerrilla de las FARC, no te jode.

En fin, por otro lado, y como decían por ahí, La Eta no sólo mata a sus víctimas, sino también a ciertos movimientos sociales, vecinales y ecologistas que, teniendo luchas que podrían ser legítimas, ahora se verán satanizados por estar en la larga sombra de Eta. Y es que “no entienden que el sujeto de las luchas populares es el pueblo, y no la vanguardia revolucionaria”, Javier Ortiz dixit.

Todo el proceso de atentado-condena-tralará me recuerda a aquel relato de Kafka en el que unos monjes celebran un ritual que siempre es abortado por unos tigres que saltan sobre el altar y tiran los cirios y los cálices y lo dejan todo perdido. Tan persistentes son en la jodienda que al final, los monjes, desesperados ante la imposibilidad de llevar la cosa a término, incluyen en el propio rito el numerito del asalto felino. Y tan contentos.