He venido conversando últimamente con varias personas que acaban de llegar (como quien dice) a la ciudad, y con todas he recalado en el habitual pero agradable tema de la fascinación que ejerce Madrid sobre el recién llegado (al menos en un alto porcentaje de los casos).
A mí la obnubilación por Madrid me duró un par de años y, aunque ha ido declinando poco a poco, a día de hoy aquel primer chasquido de pasión se ha convertido en un sólido amor racional. Sin embargo, a veces añoro aquellos tiempos del cambio de siglo cuando mis inocentes ojos provincianos no habían sido aún mancillados por la urbe, y alucinaba bellotas al ver a un escritor famoso por la calle, o un restaurante polinesio, o un bar donde ponían a los Ramones cada tres canciones. Era excitante estar ahí, solo en la gran ciudad, en el medio del cotarro, donde ocurrían todas las cosas.
En aquellos años se estaba dentro de la Historia (con mayúsculas): se vivieron las grandes manifestaciones contra la guerra de Irak, por las que deambule durante una semana demasiado ociosa en la que terminé siendo agredido por un madero al cortar una calle y, nadie sabe cómo, arengando a las masas con un megáfono en la Puerta del Sol –tampoco recuerdo que dije. La boda de Leticia y Felipe tuvo lugar en mi barrio: la poli lo recorrió casa por casa pidiendo la documentación y tomó la calle como un ejército de ocupación. La mañana de la boda me cortaron el paso a mi propia casa cuando regresaba de las entrañas de la noche y tuve que volver al bar mañanero del que había huido y buscar a alguna incauta que me dejara un trozo de su cama y, por qué no, de su cuerpo. La encontré, claro, y resultó ser, además de joven y guapa, monárquica, para más inri. El otro gran suceso fue el atentado de Atocha. Alejandra y Guillermo me recogieron en casa y fuimos a la Puerta del Sol donde se vivía casi un clima guerracivilista, porque aquella mañana aún se creía que la autoría era de ETA, aunque Arnaldo Otegui ya lo había desmentido. Y luego las caceroladas, la elecciones, el triunfo de ZP, en fin, todo eso que ustedes ya saben.
Vivir en los sitios donde vivía a veces agobiaba: en todas las películas, anuncios televisivos, periódicos, series, fotografías de moda o lo que fuera, aparecía el centro de Madrid, el mismo que veía cuando bajaba a la calle a comprar leche, cerveza y pan, así que daba la impresión de que el Universo –exceptuando otras galaxias que estudiaba en mis clases de la Facultad- se reducía al centro de Madrid y que más allá de allí sólo estaba la Nada más absoluta
En fin, podría hablar de cómo molaba ignorar la calle contigua o el barrio contiguo, no haber construido aún el puzzle en la cabeza, tener pendiente de conocer cientos de personas y lugares, disfrutar de los viajes en metro escrutando una y otra vez el enrevesado plano, aquella sensación de irrealidad y aventura. Lo cierto es que no me ha ido nada mal en estos años, sino todo lo contrario, y sería absurdo e injusto quejarme, pero, no sé, entonces había ciento cincuenta mil puertas abiertas y ya van quedando menos. Esa, digámoslo así, adrenalina, se ha ido perdiendo. Aunque seguro que dentro de algún tiempo pensaré lo mismo del presente, siempre pasa. Es lo que tiene estar enfermo de nostalgia.
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Aquí el autor reseñado en el diario ABC
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23 comentarios:
A mi me pasó justo al contrario con Barcelona. Comencé odiándola, y ahora que está a punto de terminar mi aventura, ya le tengo cierto cariño.
Barcelona sólo enamora a los turistas. No es agradable vivir aquí. Si vienes a Barcelona, NO eres de Barcelona.
Disiento totalmente con la arriba firmante. Hay más realidades en Barcelona que la que se les presenta a los turistas, sólo hay que buscarlas. Y sí es agradable vivir en ella aunque tenga sus cosas malas, claro. Incluso habitar en una ciudad que es como un parque temático para guiris tiene su punto divertido, en plan postmoderno.
Pero bueno, yo viví todas esas cosas que usted cuenta en Madrid también y he de reconocer que fue muy emocionante. Luego me fui a Barcelona precisamente, pero Madrid sigue fascinándome cada vez que vuelvo. A lo mejo algún día vuelvo para quedarme, nunca se sabe.
Y a lo del mainstream tampoco le daba mucha importancia, realmente era todo una excusa para hablar de Falete.
a mi Madrid cada día me gusta más... tengo una relación cuasi diaria con él desde hace ya más de 20 años y me gusta porque lo disfruto sin prisas y porque no vivo en él... pero me encanta la enferdad esa de la nostalgia... suena tan a poeta romántico...
p.d. lo que más me gusta es que debido a mi escaso sentido de orientación siempre descubro algo nuevo e interesante y que no voy al ritmo acelerado de muchos madrileños que nunca miran para arriba para ver el estucado de la casa de la calle Segovia (creo que se llama así o estarcido mmmm ahora pienso y dudo), las lámparas del banco de españa o las vistas desde la biblioteca de la uned que ahora empieza a ser muy apetecible... en fin, que me gusta Madrid. Oye qué cursi ha quedado esto... pero es así...
Una de los lemas de ELEG es la máxima latina de 'Si actio non contemplatio'. La potencia está muy bien (de hecho es mi estado favorito). Pero necesita su justificación en el acto, al final.
Y, que coño, hay otras ciudades. Otra galaxias, incluso. Me han dicho que el mundo asiático es como tener una vida marciana
Stendhalianamente me fui de Madrid en pleno ataque de amor supremo. Ahora Madrid (mi Madrid) se encuentra en proceso de cristalización.
Yo espero seguir conservando la obnubilación del provinciano y no tener que acudir a descubrir Madrid, pero me admirais los que aprendeis a vivir Madrid y a quererlo.
el presente será pasado yo también estoy enferma.
beso.
Amarga en el cielo del paladar, eh? La nostalgia digo.
Y alguien ha reparado en el farol enorme y con un gran encanto que hay en la calle fuencarral, justo en el lateral del edificio de telefónica?
Esta en la acera de la izquerda segun se aleja uno de gran vía, a "quéseyo" si 20 metros o asi de la esquina.
Halo a la próxima fíjate.
Por cierto Txe, haga el favor de facilitar otro enlace por que no se si a los demas les funciona pero a mi me lleva a un sitio en el que no aparece nada de usted.
A mí Madrid me enamoró a segunda vista, y eso que no tiene mucho sentido. Cuando venía de visitante enamorada (a ver a la que entonces era mi pareja) me parecía horrible (incluso con amor así que imaginen...), agobiante, estresante, y sobre todo repleta de contaminación y ruido.
Ahora que he vuelto a vivir aquí, mucho después de terminar aquella relación, no me apetecía venir pero la vida me trajo, y Madrid, orgullosa como es ella, se encargó de enseñarme a amarla.
Ahora, aunque sigue habiendo cosas que me irritan, estoy enamorada de una ciudad que me ha enseñado su cara más bonita, y va en aumento, no en descenso... no sé, a lo mejor no llevo suficientes años...
Siempre he pensado --desde que las "conozco"-- que Madrid es para follársela; y Barcelona es para agarrarla de la mano...
jajaja, eso me ha gustado...
Qué buena la reseña, Txe. Y qué buenos, sobre todo, los poemas. Aún tengo pendiente dejar que me lleven los otros demonios y acosarte para que me los firmes.
Besos desde provincias,
Raki
perdon pero
madrid no me gusto nunca
lo que conozco - para no generalizar -
es una ciudad sucia, ruidosa,
sin espacios verdes,
la arquitectura es bastante cutre,
y el trafico, una pesadilla.
lo siento.
pero iria mil veces:
hay muchisimo movimiento yonqui :P !!
Y Sevilla para dedicarle una oreja.
(Enlace no funciona)
Qué tal sus botas?
madrid no me gustó nunca ya es una generalización. ya lo es echarle un vistazo a un solo tipo y ponerle una etiqueta...
a mí el enlace no me va, pensé que mi problema era el sistema operativo y lo sufría en silencio, para no parecer una alternativa linux radical ni nada de eso...
besos
Pongamos que hablamos de Londres, ahí seguro que mojas... la cerveza como en Madrid, y cogerás el metro hacia el cielo como en Madrid, pero tal vez con más nubes, ah y eso sí una hora menos como en Canarias, jeje!!!
Si es que mi tierra es lo que tiene, que es una ciudad contradictoria como pocas. A veces la siento como un agujero negro sin identidad propia, pero al mismo tiempo, no puedo evitar emocionarme cuando veo el anuncio que dice: "Porque si vienes a Madrid ya eres de Madrid".
La canción más popular de Madrid, esa que dice "Cuando llegues a Madrid chulona mía, voy a hacerte emperatriz de Lavapiés" la escribió un tipo que jamás estuvo en Madrid. Sabía de Madrid por lo que le contaban las prostitutas. Con eso te lo digo todo.
Besos.
Qué buenos tus comentaristas Txe. Madrid para follársela y Barcelona para cogerla de la mano. Pues si me dan a elegir me quedo con...
A mi lo que mas me mola de Madrid es saber que dentro de poco será solo una foto. Eso me hace disfrutar mas de ese recuerdo que ya se esta cocinando en la azotea del pensamiento.
Me gusta tu manera de contarlo. Y creo que esa fascinación por Madrid tiene algo de provinciano enternecedor.
Soy madrileña de nacimiento, aunque he vivido en muchos lugares, en Madrid también los últimos 11 años, pero en cuanto me ha sido posible he vuelto a Barcelona. Adoro esta ciudad, quizá porque como dijo mi hijo, que es catalán y ahora vive en Madrid, aunque le gustaría irse del país:
Madrid está por hacer, es el caos, la improvisación, es estimulante para la gente joven y Barcelona es una ciudad más hecha, para descansar, para vivir tranquilo.
Y a mí ya me apetece más que nunca ir a mi bola, que me dejen vivir.
No soporto de Madrid el españolismo exacerbado, que gobierne la derecha, que se vote a gente tan impresentable como la señora Aguirre, que la iglesia sea tan visible y siga teniendo tanto peso, prefiero la laicidad de Barcelona; el tráfico, que los coches tengan prioridad sobre los peatones, que en los bares sea típico tirar las cáscaras al suelo, que haya tan pocas papeleras, que no se recicle la basura en el centro de la ciudad…
Me encanta su luz, sus museos, pasear por las callejas del centro, algunos garitos y sus escenas callejeras para fotografiar…
Txe: muy buena la reseña del ABC sobre tu libro, hasta me ha hecho replantearme que me gusta más tu prosa que tu poesía.
Besos.
sí esas cosas de Madrid son impepinables. Pero la queremos como es: sucio y cañí, con sus entresijos y sus gallinejas.
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