
La cosa debió ser como sigue:
-Vogue: Tom Ford, Tom Ford, ¿qué hacemos para el próximo número? Así, algo guay…
-Tom Ford: Umpf, no sé, no sé, me pillas muy liao…
-Vogue: Venga va, Tom Ford, piensa un poco. Algo como transgresor,
pour épater le bourgeois (es Vogue París)
- Tom Ford: Mmmm, a ver, a ver… ¿Y si cogemos a unas niñas de siete años y las vestimos así como modelos adultas, un poco un plan zorrón, con maquillaje y tacones, en poses cachondonas?
- ¡Ostras Pedrín! ¡Genial! ¡Becaria: busca a niñas de 7 años!
Et violá!, entonces Vogue París, en el número en el que el citado Ford ejercía de redactor jefe invitado, publicó esas fotos que habréis visto de las niñas de marras, que ni siquiera llegan a lolitas (la Lolita primigenia, urdida para Nabokov, tenía once) para su especial de regalos. La polémica está servida (¿quién se habrá inventado esta expresión?). Unos dicen que incita a la pedofilia, otros que ya vale de corrección política y puritanismo, que no es para tanto.
Los fans de la incorrección política me aburren casi tanto como los de la corrección política. Habría que sobrepasar ya estas categorías y empezar a pensar con la cabeza. Lo cierto es que no es para tanto, nadie se va a morir por la publicación de estas fotos y, como decía alguien en Facebook, seguro que a los pedófilos, por definición, no les hace mucha gracia ver a esas niñas vestidas de adultas cuando podrían verlas con sus virginales braguitas blancas y uniformes escolares. Otra cosa es el buen gusto.
A mí me parece, por una parte, una
boutade para llamar la atención del personal de forma efectiva y un tanto pueril, nunca mejor dicho. Cosa que han conseguido. Por la otra, me parece algo grotesco, como todas esas cosas que son lo que no son y no son lo que son. Como esas ancianas que se visten como si tuvieran 15 años o los miembros de la banda pijopunk Pignoise que van con sus crestas a tocar a mítines del PP. Oigan, cada cosa en su sitio.
Por lo demás, el Todo Vale porque Dios Ha Muerto está muy bien visto ahora en la mentalidad (post)moderna, sobre todo en los editoriales de moda. Escandalizarse por cosas como esta o mantener un discurso de izquierdas o estar contra los toros parece rancio y poco
cool, como de los noventa, como de señora que sale de misa. Después de la caída de las Torres todo eso se acabó.
Pero no se olviden que ese Todo Vale, ese arrinconamiento de la ética más elemental porque todo ya da lo mismo, fue lo que nos trajo, de mano de los de sobra conocidos especuladores financieros, de aquellos polvos, estos lodos.
Así que ahora no se quejen desde la cola del paro.