viernes, febrero 04, 2011

Vigalondo y la crisis

A mí me mola mucho Nacho Vigalondo. Me gustan sus cortos, su peli, y sus speechs. Lo conocí una vez en persona y me cayó muy bien. Incluso me dio ideas para un reportaje bastante chulo que publiqué en El País. (Ahí se puede leer). Un tío majo. El otro día en Twiter metió la pata con sus bromas sobre el Holocausto. Mucha gente defiende sus bromas. Yo no. Yo le defiendo a él porque todos podemos meter la pata. ¿Quién no lo ha hecho? ¿Quién no ha mandado un sms a deshoras a quien no debía o puesto un estado en Facebook que hubo de borrar por purita vergüenza? Yo sí. Pero sus bromas a mi no me hicieron gracia, sobre todo porque no fue una, si no toda una retahíla algo sangrante.

Los que defienden sus bromas, en realidad, no le defienden a él. Le defienden a él equivocado, que no es lo mismo. Hay que estar con los amigos, pero hay que ser críticos con ellos cuando nuestros amigos la cagan.

Un fantasma recorre Europa (y el mundo). Es el fantasma de esa moral laxa que permite chistes de estos, que todos hacemos en el bar, claro está (y peores), pero que quizás no se debieran hacer en un medio como twiter si eres una persona tan mediática. Sobre todo por tu propio interés. La autocensura razonable, como la mentira piadosa, son pilares básicos para la existencia del mundo tal y como lo conocemos. Son, de hecho, parte importante de su arquitectura oculta. Seguro que él se arrepiente y mucho.

Cuando Aznar borracho dice que se puede beber al volante o Sánchez Dragó habla de zorritas japonesas menores que se trajina ponemos el grito en el cielo. Qué indecencia, joder. Si Vigalondo hace chistes como los que hizo (y vaya por delante que yo me declaro abiertamente antisionista (que no antisemita)) o el Vogue París saca esas fotos de niñas de 7 años fuera de tono, estamos super a favor. Que, por favor, no queremos parecer mojigatos. ¿Cómo se llama esto? Espera… ¿Doble moral? Sí, así se llama.

La crisis, como oí el otro día no sé donde, no es económica. Es una crisis de valores. Es una crisis moral. Ser un moralista (todos los grandes escritores lo han sido de alguna manera) no es tendencia. El Todo Vale porque Dios Ha Muerto, propio de la posmodernidad y no de la modernidad (y esto es un aviso para navegantes, ya lo dije días atrás), trajo de aquellos barros en Wall Street, estos lodos globales.

Cada vez se dan más casos. Me declaro moderno (en el sentido aquel de Lyotard y las metanarraciones) y moralista. Seré poco trendy, pero aquí me planto.

11 comentarios:

Trapi dijo...

De acuerdo contigo en lo de la doble moral. Palos a los derechones, pero no a los que se escoran hacia nuestro lado.

Tampoco me hicieron puta gracia las bromas de Vigalondo. Hay cosas con las que no se debe jugar. De todos modos,la censura y la autocensura son temas muy delicados que están sobre una línea muy muy fina.

Saludos Txe

Jota dijo...

Un aplauso para la honradez y otro aplauso para tí, has hecho una reflexión que habría muchos deberíamos hacer más a menudo. Y por eso no puedo si no agradecértelo.

Javier Divisa dijo...

En todo caso, lo de Nacho ha sido un homicidio imprudente. Ni creo que sea antisemita, ni que le ponga la higiene racial, se ha equivocado, y punto, sin alevosía, la ha cagado. No estaba en la taberna con los cubatas y los bufones riéndole la gracia. En cualquier caso, de qué vino serían las copas? Mala cosecha

Txe Peligro dijo...

jiji muy agudo!

Samu dijo...

Esto mismo me pasó hace 7 años con un buen compañero en un programa de radio + su blog corporativo. se hizo humor a costa de Ramón Sampedro. El chiste era canela fina.

Yo expongo lo mismo ahora que entonces: los límites de la ética (algo solo humano) están ahí, pero por no compartir ese humor (yo jamás haría un chiste así) no puedo permitir que otro censure a esa persona.

Ese humor grotesco camuflado de fina inteligencia no es lo mío, pero Ey! quien soy yo para callar la boca de nadie?¿

pero HAAAAMIJOS, ahí están Prisa, Unidad Editorial, Vocento etc para decirnos qué es lo bueno y qué es lo malo.

Vigalondo ha perdido un empleo (no su empleo) el mismo día que se despedía en España a muchísima más gente.

No me da pena, pero no me gusta lo que se le ha hecho o cómo se ha jugado con sus palabras.

Dr. Raposo dijo...

Sr. Peligro

Soy asiduo lector, y salvo contadas ocasiones, no soy dado a emplear este turno de réplica que generosamente concede. Me tomo la libertad de hacerlo esta vez, ya que se me permite, para manifestar mi total desacuerdo con lo que se escribe.

Creo que meter en el mismo saco las declaraciones de Aznar y Dragó junto a las que recientemente ha hecho Vigalondo es, cuanto menos, equivocado. Me refiero no sólo a las declaraciones, sino también a la intención y consecuencias que tenían o podían tener las mismas. También creo que acusar de tener doble moral a aquellos que 'defendemos' al cineasta en esta polémica es, desde luego, tendencioso.

Para explicar lo que quiero decir 'cortaypegaré' el extracto de un artículo de J. Marías, aparecido en El País el 4 de abril de 2010. El artículo se refiere a las declaraciones que hizo el escritor Juan Benet sobre su colega Solzhenitsyn en los años setenta, pero seguro que usted ya conoce la historia así que ahí va.

[Dice Benet]"Creo firmemente que mientras existan gentes como Solzhenitsyn perdurarán y deben perdurar los campos de concentración. Tal vez deberían estar un poco mejor custodiados a fin de que personas como él, en tanto no adquieran un poco de educación, no puedan salir a la calle, etc". [Dice Marías] ¿Ustedes creen que en 1976 alguien -salvo cuatro tontos de rigor- se tomó al pie de la letra estas palabras? Fueron entendidas como lo que eran, una gran boutade. Seguramente no del mejor gusto (Benet era cualquier cosa menos comunista, además), pero a casi nadie se le ocurrió aplicarles la más absoluta literalidad, como se ha hecho ahora al evocarlas.

El artículo completo [Ahora continúo yo] lleva por título 'El país que perdió el humor'. Googleen, si tienen tiempo y ganas.

Créame que he leído su texto unas cuantas veces, pero no sé si soy capaz de entender qué es exactamente lo que quiere usted decir. ¿Que lo que dijeron el amigo Ánsar y Dragó eran también boutades más o menos inofensivas? ¿Que los chistes de Vigalondo escondían detrás una clara apología del nazismo y debe ser condenado por ello? ¿Que Vigalondo se merece ser objeto de escarnio porque no se debe confundir a la gente, que por regla general, es idiota y no sabe diferenciar a las churras de las merinas?

No logro encajar del todo, además, su concepción de la doble moral. ¿Soy yo doblemoralista si rechazo lo que dijeron Aznar y Dragó (sobre todo si lo rechazo por el contexto en que tuvieron lugar) y si, al mismo tiempo y por el contrario, lo que escribió Vigalondo me parece algo que no tiene mayor importancia (y que, además, abre el debate sobre otro contexto, las redes sociales y lo que -y de qué manera, y con qué intención- se dicen en ellas)?

Sospecho que lo que le preocupa y molesta es otra cosa, algo que tiene más que ver con la gente en general y con algún tipo de gente en particular (los postmodernos amorales trendys). En cualquier caso, puede que el equivocado sea yo. Siento haberme extendido tanto y con tanta torpeza. Siento también haber recurrido a otras fuentes para expresar mi opinión; si lo he hecho es precisamente para facilitar la comprensión de mis ideas, especialmente para facilitarme esa comprensión a mí mismo, en primer lugar.

Gracias por su paciencia y por sus opiniones, siempre bienvenidas. Gracias también por sus poemas, no creo que esté de más decirlo.

Saya Otonashi dijo...

Parece que vamos en racha, hace poco en un programa de la BBC hicieron un chiste sobre un japonés que tras sobrevivir a la bomba de Hiroshima, cogió el tren para huir a Nagasaki y también sobrevivió a la segunda bomba... Que su ironía tiene, no vayamos a negarlo... La noticia aquí: http://search.japantimes.co.jp/mail/nn20110123a3.html

Sergio C. Fanjul (a.k.a. Txe Peligro) dijo...

Sr. Dr. Raposo,

perdone la tardanza en contestar y espero que ahora la vea, después de tantos días.

Primero gracias por su educación y sus citas eruditas e interesantes. De J. Marías no conocía esa anécdota, la verdad, o de Benet, mejor dicho. De este último no entiendo ni sus libros, o sobre todo, por qué él deseaba que yo no los entendiera.

Respecto a Vigalondo: lo que quería decir, en resumidas cuentas, es que hay que tener cuidado con lo que dices. Estoy en contra de cualquier tipo de censura, por supuesto, y me parece fenomenal que haya tenido canal para contar sus chistes 'polémicos'. Yo también tengo mi canal para criticarlos. Lo que me pareció chungo del este affaire, fue esa especie de movimiento 'indie' en su defensa. Como si cualquier cosa que dijera nuestro afín fuera defendible, fuera lo que fuera. ¿Qué esperan que haga El País, un medio con miles de enemigos dispuestos a triturarlo, en la TDT y similares, con titulares capciosos sobre el asunto? No hablo de lo deseable, hablo de lo real.

Por lo demás, mejor usaríamos la libertad de expresión para quejarnos de lo que importa y no para hacer chistes rarunos con no se que fin. Aunque cada uno que la use como quiera.

Si los discursos no tuviesen réplica, ni desde el mismo supuesto bando, el de los afines, el mundo sería muy triste. Las palabras perderían su cometido, porque como Todo Vale, ya da igual lo que digas: todos asentiremos.

Las palabras, y ahora lo digo como poetastro, tienen que importar.

Saludos y comente más!

Dr. Raposo dijo...

Sr. Peligro, ahí va la dúplica:

Tiene usted razón. Hay que tener cuidado con lo que uno dice. Aunque si lo piensa, creo que habría que tener muchísimo más con lo que la gente quiere o pretende ser dada a entender. También comprendo, al igual que usted, la reacción de El País, sobre todo después de la reacción (insisto, a mi modo de ver desproporcionada) que ha tenido el resto de la gente (seguidores de Twitter, medios de comunicación, etc.) a propósito de las malogradas declaraciones. No desconozco por qué las hizo (leí las explicaciones del cineasta), pero sí que ignoro qué motivos le llevaron a hacerlo así. Él sabrá.

Personalmente, poco o nada me importan los movimientos entorno a la defensa de Vigalondo, vengan de quien vengan. Tampoco me importa un carajo el propio Vigalondo, a quien ni soy afín, ni conozco personalmente. No me interesan ni él, ni sus películas. Conozco mis limitaciones y me llevo muy bien con ellas. Pero no deja de sorprenderme la trascendencia que se le ha dado a sus declaraciones, sabiendo como sabe todo el mundo que no son más que una provocación. Ni siquiera merecía la pena entrar al trapo.

También me llama la atención el hecho de que, desde su plataforma, emprenda una batalla contra ciertos colectivos o, para ser más exactos, contra cierto tipo de gente o cierto tipo de conductas o actitudes, sabiendo como sin duda sabe que tiene la batalla perdida. No debería hacerse mala sangre por ello.

Beckett decía que las palabras son lo único que tenemos. Tal vez por ello usted tenga razón, y tienen que importar (reconozco que ha sido una sorpresa que usted agradezca las citas que empleo, “eruditas e interesantes”. Espero no defraudarle si le digo que yo soy cualquier cosa menos un erudito, y me temo que tengo bastante poco de interesante).

Salud, y buenos alimentos. Gracias por su tiempo y enhorabuena por su blog.

PD. A menudo me pasa con Beckett lo que a usted con Benet, que no entiendo sus libros. ¿Ha leído ‘Cómo es’? Supongo que no se trata sólo de comprender. Quizá, de vez en cuando, sea necesario hacer un esfuerzo y acercarse a los libros como Faulkner recomendaba acercarse al ‘Ulysses’ de Joyce: igual que el bautista analfabeto al Antiguo Testamento. Con fe.

Sergio C. Fanjul (a.k.a. Txe Peligro) dijo...

Faulkner, Joyce... para mí son grandes autores de terror!!

:)

y eso que mis mejores amigos son fanes totales de Faulkner... pero no me rindo!

respecto a las batallas perdidas... mejor no pensar en esos términos a la hora de expresarse ¿no?

Sara dijo...

Ah, e impagable la mamarracha de Galliano insultando e invocando a Hitler. Menudo finiquito le han dado...

Por cierto, muy bueno tu blos.
Besos

Sara