martes, junio 28, 2011

¿Mierda de artista o artista de mierda?



¡Ah, ser poeta! ¡Qué maravilla, aunque sea ser uno falso! ¡Levantarse por la mañana y escuchar el gorjeo de los pájaros, surcar las avenidas, aprehender el susurro de la piedra! Poesía, como arte, o amor, son palabras abusadas. Palabras cajón de sastre que se nos han quedado demasiado grandes. Palabras basura. Nosotros, los parlantes, somos demasiado vagos, desidiosos, imprecisos y no queremos enfrentarnos a los conceptos. Por eso usamos poesía, arte, amor, subsecretario, palabras que casi no dicen nada. ¿Acaso tiene algo que ver el amor de una pareja adolescente con el amor incondicional de una madre, con el amor a una fiel mascota peluda, con el amor de un hincha por los colores de su equipo? ¿Tiene acaso algo que ver con el amor el enamoramiento? ¿Con la pasión? Somos demasiado vagos para llamar a las cosas por su nombre, por eso tenemos poesía (qué paradoja), arte y amor. Arte es pintar las Meninas y los metros cúbicos de aire que contienen, pero también llenar de heces una lata de conservas y venderla por 90.000 dólares en Sotheby’s. Arte es esculpir como Praxíteles o Rodin, pero también arrimarte al morlaco como José Tomás, ser un matarife suicida de culo prieto y pocas luces (exceptuando el traje). El arte del buen conversador, el arte de la cocina, el Asesinato considerado como una de la Bellas Artes. Y, en fin, la poesía, qué no cabe ahí, que no cabe en el palabro más etéreo, una vieja desconocida que acompaña al hombre desde que el hombre es hombre sin haberse quitado la careta. ¿Dónde está la poesía? ¿Dónde la persiguen los poetas con sus cazamariposas, dando brincos? ¿En los orbitales electrónicos del átomo de hidrógeno? ¿En el fatídico borde de un suspiro? ¿En la barra de un bar de última hora? ¿En el amor? ¿Qué amor?

Esto le decía yo a Olga cuando, sentada en el sofá, de riguroso negro y bebiendo vino, me preguntaba: ¿y qué se siente al ser poeta?

jueves, junio 16, 2011

Pobrecitos diputados, que les pintan con spray


La clase política en pleno se rasgó las vestiduras ¡zas! ante las protestas en el Parlament, con una unanimidad, compadreo y fuerza que solo se ve cuando tienen que subirse los sueldos. ¡Olé! ¡Ya podían hacer así de bien los Pactos de Estado! Su indignación por unos sprays y una pequeña algarada apesta a cinismo e hipocresía grandilocuente amparada en el lenguaje institucional de siempre, ese que utilizan para engañar al espectador medio de los informativos porque, osea, debe de ser una cosa muy seria. Sin embargo, otros derechos que también ampara la Constitución y son fundamentales para la convivencia democrática y blablablabla (ya saben vivienda digna, trabajo y demás) no les duelen tanto cuando se escamotean. Qué raro.
En efecto: están asustados.


1. Como se explicó, la idea de parar el Parlament era quimérica, más un símbolo, un impacto mediático, que un propósito real, porque, aun en el caso de haberlo conseguido ¿hubiera servido para algo?

2. Es curioso como a la mínima salida de las líneas prefijadas, lo políticos quieran desvirtuar lo que se ha llamado Movimiento 15-M. Esta actitud responde a dos cosas: el oportunismo y el miedo. Han visto la oportunidad de oro, y en plan Fuenteovejuna, se aferran a ella. Si en verdad esto deslegitima al 15-M, entonces la clase política se deslegitima (cada cargo, cada sesión, cada partido) varias veces por minuto, cada vez que abren la boca, en cada telediario. No olvidemos a los imputados, los “rifi-rafes parlamentarios”, o el desaguisado general en el que nos pilotan de rodillas y a ciegas.

3. La pregunta, hace unas semanas, era si la mera protesta servía para algo. Bueno, parece que las exigencias de mejor democracia y demás ya empiezan a aparecer en la boca de algunos políticos, incluso de manera perversa, como en Esperanza Aguirre. No es nada, pero es algo: un comienzo. Hay que seguir hasta que algo, ¡alehop!, se materialice.

4. ¿Se acuedan cuando querían hacer simpáticos manifestódromos a las afueras de las ciudades donde pudiera uno manifestarse en círculo sin molestar a nadie?

5. En fin, que se ha magnificado lo anecdótico para intentar tapar lo escandaloso: el recorte que en sanidad y educación que se iba a cocinar ayer, la falta de respeto a los programas políticos que se votaron el 22 M o, también, los 15.000 desahucios que se han llevado a cabo en el primer trimestre del año y en los que los desahuciados mantienen la deuda con el banco aun sin casa (recordemos que hay 3 millones de viviendas vacías en manos de constructoras y especuladores). Ante esto, la verdad, lo de ayer me parece el corro de la patata. ¿Por qué no hacen algo? Yo creo que se mueren de vergüenza. Cuanto más se indignen nuestros próceres, es que mejor lo están haciendo los indignados.


La toma de la Bastilla tampoco tenía consentimiento del Rey, que, seguramente, desde el palacio de Versalles exclamó: “Oh la la, están cruzando las líneas rojas”. Luego le cortaron el gaznate. Hoy se estudia este evento en el colegio como cuna de nuestra querida democracia liberal, de nuestras sacrosantas Constituciones. ¿Cuál será la Bastilla que abra las puertas de la Democracia 2.0?


(en la imagen una pintada de la Internacional Situacionista francesa pidiendo la 'abolición del trabajo alienado'. Al menos había trabajo)

miércoles, junio 15, 2011

Logaritmos calentorros



- Pues mira, resolvemos y resulta esta función tan bonita – le dije a mi alumno Miguel.
- ¿Bonita? ¿Una ecuación matemática bonita? Eso no puede ser…
- Sí, hombre… ¿No la ves bonita?
- Noooo. Será interesante o útil o algo así, pero una ecuación no puede ser bonita.

Creo que fue Marcel Duchamp, que abrió las puertas al arte conceptual con su celebérrimo y muy quemado urinario, quien criticó y calificó como arte retinal aquel cuya belleza solo se captaba visualmente, véase la pintura, fotografía, etc. Eso no se lo dije a Miguel para no liarle, pero se lo digo a ustedes. El arte conceptual tiene una belleza que se capta con las neuronas, un arte que radica, como indica su nombre, en el concepto, esa arquitectura invisible. Mucha de la gente que abomina el arte moderno (ese cliché de señoras mayores en cafés en tardes de domingo), es porque no ha realizado este cambio cognitivo entre un tipo de arte y el otro. Sigue en el otro paradigma, y eso que han pasado ya tropecientos años. Cuando cambias de paradigma, como decía Thomas Kuhn, es como cuando en esos juegos de visión 3D (véase, nunca mejor dicho, El Ojo Mágico) comienzas a ver relieve en una ilustración plana. No sabes cómo, pero lo ves. Aquí ocurre igual.

Con la matemática y las leyes físicas escritas en lenguaje matemático ocurre tres cuartos de lo mismo. Hay mentes-escarabajo que no solo no aprecian la belleza de estas formas, sino que ni siquiera conciben que puedan apreciarse de ninguna manera.

- Mira Miguel, la belleza de una ecuación, de una forma matemática no es como la belleza de un cuadro. No es que sea bonita a la vista, es que es bonita al intelecto…
- ¿Como el Final Fantasy?
- Nooo… Bueno, no sé, yo qué sé, igual sí. El caso: sí por ejemplo se trata de una ley física, se valora que sea sencilla. Por alguna razón los científicos dan por hecho que la naturaleza se rige por leyes sencillas, no por formulas matemáticas largas y complejas como butifarras. Un ejemplo que conocerás de sobra: E=mc2, la ecuación de la masa-energía de la Teoría General de la Relatividad de Einstein. Mira que la Teoría es compleja, pero sus resultados, como este, es bastante simple matemáticamente y de una importancia mayúscula y superlativa. También se valoran otras cosas como la simetría, o la analogía o conexión con otras leyes de otras ramas de la Física. Otro ejemplo, más difícil, podría ser la ecuación de Schrödinger que rige el comportamiento mecanicocuántico de las partículas subatómicas.
- ¿Y cuándo consigues demostrar un teorema de manera elegante, eso también es la belleza de las mates?
- Veo que lo has pillado.
- ¿Y hay logaritmos que están buenorros?
- Umpf!

(En la imagen el artista disidente chino Ai Wei Wei tocando los huevos. El jarrón de la dinastía no se cuántos que se carga, vale muchimillones. Arte para el cabezón)

sábado, junio 11, 2011

Toda la verdad sobre el Mundo de la Cultura



- Hostia, tú eres la famosa fotógrafa Fulanita de Tal ¿no?
- ¿Eh? Sí, sí, soy yo.
- Qué fuerte.

Fulanita se dirige a unas niñas muy monas que pasan con una copa en la mano. Acceden a ser retratadas por el prestigioso objetivo de De Tal. Sacan pecho, o teta. Casi no caben en sus vestidos, por varias razones. Se van muy contentas.

- Pues yo me llamo Txe Peligro. Encantado.
- Ah, encantada, encantada.
- ¿Te apetece tomar una copa? Precisamente iba hacia la barra…
- Esto… no, no, que estoy trabajando. Pero gracias, eh.
- Bueno.

Fulanita fotografía a un performer con el pelo metálico y lentillas rojas. El dj sube los beats y en la pista aumenta el desparrame. Se ve todo borroso.

- Oye, me encantaron tus fotos de Kate Moss con la metralleta. Y el reportaje de parejas homosexuales en la guerrilla nepalí. Y la publicidad de Nike. Soy fan.
- Muchas gracias.
- ¿Cómo es que estás fotografiando fiestas? ¿Algo para El País Semanal? ¿La nueva juventud festiva? ¿Drogas y electrónica? ¿Pasotismo posmoderno?
- No, no, es para la discoteca. Para que la gente se vea en la web borracha.
- Vaya, pues si que deben de andar mal las cosas para que tu tengas que dedicarte a esto…
- Sí, la verdad es que sí. No me sale otra cosa, así que me he tenido que volver a las fiestas nocturnas. A veces hago las BBC. Bodas, Bautizos y Comuniones.
- Joder, con lo que tú has sido.
- Bien conjugado, aunque duela.

Fulanita dice a una pareja muy pintona que posen en un sofá de cuero rojo besándose provocativamente. Lo hacen, resulta excitante.

- Oye Fulanita, ¿y cuánto cobras?
- ¿Por qué? ¿Por un book? ¿Un reportaje? ¿Una publi?
- No. Por follar.

jueves, junio 02, 2011

El diestro y la chipionera



Ya lo dicen por ahí: hay que separar al artista de su obra, el autor ha muerto, la obra de arte es autónoma, uno la crea y se va dando brincos por ahí, alegremente, entre las furibundas neuronas del público. Es conocido que la bondad de la obra no se corresponde con la bondad del autor: muchos grandes artistas y literatos eran, a la sazón, grandes hijosdeputa. Picasso era un mujeriego irredento, dicen, y Marcel Proust disfrutaba aplicándole electrodos a ratas en los genitales, dicen, aunque quién sabe, hay muchas envidias. Martin Heiddegger era nazi.

Un ejemplo claro es Rocío Jurado, de cuya trágica y televisada muerte se cumplen ahora cinco años (cómo pasa el tiempo). A mí la Jurado me caía bastante mal cuando la veía recorriendo los programas de la tele aireando su vida privada, se la veía inculta y un poco zafia. Pero, amigos, qué arrestos le echaba cuando se arrancaba a cantar, sobre todo aquel Amor Brujo de Manuel de Falla que tanto le gustaba de niño al que esto suscribe. Por lo demás la vida de la Jurado, con su boxeador y luego su torero, su Rociíto y su cáncer de páncreas, podría haber sido un drama en blanco y negro de la Edad de Oro de Hollywood. Su papel lo podría haber interpretado Sara Montiel, ya puestos.

El caso contrario es el de José Ortega Cano. Profesionalmente me cae como el culo, como todos los toreros, claro. Lo fascinante es cómo un hombre tan cruel como para ganarse la vida torturando animales con el beneplácito de un público sádico y vociferante podía guardar tantos sentimientos dentro. A Ortega Cano la cara de tortura con la que acompañó día a día el declive de la chipionera, en Houston y por doquier, no se le quitó ni con su muerte ni nunca más. Ortega Cano siguió apareciendo en la tele y sonriendo, pero la tortura en la mirada no desapareció. El otro día apareció en un alegre reportaje enseñando su cortijo y todavía se le saltaban las lágrimas a cada rato, entre el caballo y el fino. Explicó que cuando Rocío falleció tardó mucho en abrir las ventanas de la casa para que no se escapase el olor. Imagínenselo: a mí esto me sobrecogió, me pareció muy de cuento de Raymond Carver. Días después resulta que se estrelló con otro tipo en coche, al que mató, y se quedó en estado grave. Dicen que no había bebido, que simplemente iba demasiado rápido. Tal vez el que quería morirse, ya sin Rocío en el mundo, era él.