miércoles, mayo 30, 2007

Un beso nipón

Publicado en El Invisible Anillo nº 4


¿Saben?, a veces llama mamá y hablamos. Me cuenta como le va y le cuento como me va, por lo general nos va regular, la vida es descafeinada aunque nos empeñemos en lo contrario: hay que barrer el suelo y fregar los platos todos los días. Hablamos de las cicatrices del pecho y de las heridas que aún no se han cerrado. Cuando se acaba la conversación me dice te quiero y yo le digo que también, luego me manda un beso y yo le envío otro, imito con la boca el sonido que hace un beso y mi beso va montado en una onda electromagnética por los aires desde el centro de la península donde estoy yo a la costa del Norte donde ella lo espera.
Porque un beso es algo más que un gesto que hacemos con el cuerpo, algo más que cuatro labios que se tocan y retozan, algo más que dos labios que acarician una mejilla, o dos mejillas que se rozan a un lado y otro de una cabeza; más, sin duda, que dos labios que se posan sobre unos dedos y luego se levantan y soplan suavemente para enviar el beso a alguien que está lejos y lo espera y se despide agitando la mano o un pañuelo, más que dos lenguas lascivas que pelean o incluso que una boca en la entrepierna. Es algo más que eso, un sonido que revolotea: los labios son mariposas que expulsan a una mariposa hija, así que le envío a mi madre un beso al final de la llamada y éste alza el vuelo errático y sale de Delicias y de Madrid entero, y pasa sobre la sierra y cruza Segovia y Zamora y lo que haya después, hasta pasar la Cordillera Cantábrica, y entre la niebla que lo recibe sigue incansable hasta mi casa donde echada en la cama grande y con el teléfono al oído mi madre usa su oreja/mejilla como pista de aterrizaje para el bicho loco volador recién llegado, que vino de la capital, de mi casa, de mis labios, todo eso en menos de un segundo.

Y en ese justo instante truena en Tokio, ya saben, el batir de alas de una mariposa encima de la meseta castellana provoca una tormenta en la megápolis japonesa y allí están en un callejón Yeiko y Tetsuo y sus labios están a menos de un milímetro aun sin tocarse, las caras muy juntas, vestidos con el uniforme escolar, la chaqueta azul marino, la falda y el pantalón gris, después de tanta mirada furtiva en clase y en el comedor y de provocar tantos encuentros supuestamente accidentales: si pasas por el parque esta tarde y hace sol tal vez esté allí, a veces por las tardes me siento en un banco y leo un libro tomando el fresco –mentira, mentira-; Tetsuo acude al parque como quien no quiere la cosa y allí está Yeiko siempre hermosa, flequillo negro perfectamente cuadrado enmarcando su sonrisa franca y la falda un poquito más corta después de la escuela, se sientan a pasar la tarde y a hablar de cosas japonesas –ella no ha podido leer ni una sola página atenazada por los nervios-, algún día incluso se han rozado la mano, son jóvenes y todas estas cosas se sienten con fuerza y en el pecho, donde deben de sentirse, sus cuerpos tiemblan casi imperceptiblemente, y así decenas de tardes y decenas de noches de insomnio y de adolescentes cabecitas incapaces de conciliar el sueño sobre sábanas empapadas de sudor, hasta que llega el día de hoy: quién sabe por qué motivo o con qué estúpida excusa Yeiko y Tetsuo se han adentrado en ese callejón, tal vez siguiendo a gato pequeño que se les ha cruzado en el camino o queriendo ver algún árbol recién florecido –debe de ser primavera y los japoneses aprecian estas cosas-, así que por fin están escondidos del mundo y en el silencio solo roto por la brisa y las ramas frotándose, sus rostros casi en contacto, sus labios crepitando antes del primer beso mil veces imaginado en noches húmedas, y ya están muy cerca y los pechos casi explotando cuando de pronto truena fuerte, muy fuerte –millones de martillos cayendo a destiempo sobre un mismo yunque-, y todo se oscurece: Yeiko se asusta, abre los ojos, se encuentra los ojos recién abiertos de Tetsuo y comienza a llover como nunca y todo se llena del agua –el suelo, las mejillas, el pelo- y del sonido de un mar desparramándose sobre el asfalto, Yeiko siente el aliento caliente de Tetsuo en su rostro y se avergüenza y enrojece y dice adiós tímidamente bajando la cabeza, se da la vuelta, agarra bien la cartera contra el pecho y echa a correr a casa desesperadamente, buscando las esquinas, y allí se queda Tetsuo, taquicárdico y puteado –con el buen día que hacía minutos antes, joder-, su primer beso oriental chafado sin explicación aparente, simplemente –pero esto él no lo sabe- porque yo le mandé un beso aéreo a mi madre al final de la llamada antes de irme a dormir y la atmósfera es un sistema dinámico caótico extremadamente sensible a las condiciones iniciales, ya saben, esas teorías raras.

33 comentarios:

Valeria dijo...

El efecto mariposa...

Precioso post de besos de Madrid, a Asturias, a Tokio... Igual me llega uno.
Aquí te dejo el mío,Txe.

Mar Toscano dijo...

Vaya, no soy lectora asidua y definitivamente no me esperaba esto. Agradable sorpresa, sí señor, muy agradable. Me gusta tu estilo. Un post sencillamente genial.

Alnitak dijo...

El efecto mariposa, nunca nadie lo había explicado tan bien.
Ya tocaba un post tierno, ¿no?
Será la primavera...
:-)

Beatrix Kidoo dijo...

la mejor variante de la historia que he oído, muy buena.

BESO(S)ALADOS!!!

Trapi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Trapi dijo...

Babel de los besos

yo, la reina roja dijo...

José Pemán es de papel. Quizás sea José María (a ver qué me va diciendo la historia, si me dice algo más).
Me ha gustado la simultaneidad de besos que justifica las historias, y el estilo ligero. ;- )

juan rafael dijo...

Hola, desde luego, les has fastidiado un beso de amor con un beso maternal, eso no se hace, es como sumar manzanas y peras.
Como se entere, te saca la espada, je, je.
Saludos.

Anónimo dijo...

muy bonita forma de cafeinar lo descafeinado.

Sandra dijo...

Un aplauso.. me encanta como escribes.., en serio.., me embeleso con tus letras..... enhorabuena!

Por cierto..la peli es muy buena...,
Saludos.

la cónica dijo...

La vista de Tokio llegando al repetidor, o de la Tierra en general, camino del satélite tiene que ser la leche. La de veces que he dado besos y los he montado en la onda electromagnética sin ser consciente...

Con tanta mariposa revoloteando, ¿cómo distinguir la del aleteo catastrófico? No sabría aislar a la responsable...

Hada de Luz dijo...

Me encantó! es que es fascinante como describes ese beso viajando y provocando el término de un comienzo en Japón.

Mi hijo me manda mucho besos al día por teléfono y ni me imagino a cuantos ha dejado en la misma situación que Tetsuo y Yeiko.

Es grato siempre leerte.

Un beso (con el riesgo de causar un estruendo en el cielo en otro lugar)

Princess Valium dijo...

¿Habrá que vigilar y contar cada uno de los besos que mandamos apartir de ahora? Con semejantes consecuencias...
Me ha encantado, mucho, mucho. Gracias.
Un beso

lapicero_azul dijo...

Efecto mariposa en el beso a una madre por teléfono...pero cómo eres tan master?? xD

Está de lujo esta historia, besos nipones, lluvia, una madre al teléfono...maravilloso

Eva dijo...

Muy bueno, me ha gustado mucho...

Unknown dijo...

Precioso en su totalidad.

Anónimo dijo...

Y ahora que estudio la conmutación de circuitos imaginaré que mando besos de una punta a la otra del pais, en lugar de cuadraditos en esquemas inexplicables.
Qué pena que casi no queden besos de explosiones en el pecho, ahora sólo son de tajados en antros...y la única explosión que puedes sentir es la del vomito al subir, que bonito XD

besos! (y que pase lo que tenga que pasar)

txusman dijo...

pues le has jodido el rollo al chaval, y como está la cosa....
me pensaré dos veces lo de mandar besos... no quisiera inoportunar a nadie.
un saludo,txe...muy bueno

nancicomansi dijo...

YO quiero un beso apocalíptico que haga aparecer un tsunami en cualquier costa inhabitada...

Ale dijo...

¿nos localizamos unos exteriores y fotonovelamos el vuelo de la mariposa?

El cuento ¿se puede llamar cuento?: brillante como una sandia

no te mando un beso por si las moscas, digo mariposas

Absurdo Rutinario dijo...

¡Qué viaje! (geográfico entiéndeme)

ALOMA69 dijo...

Más arriba Trapi habla de "la Babel de los besos", sí, el cuento me ha hecho pensar en la película BABEL, en el film la pobre japonesita también se queda a dos velas.

Me ha gustado más la primera parte que la segunda.

Saludos!!!

Pili dijo...

Mariposas de nuevo... Esta vez, con efectos secundarios. Me ha encantado. Puedo poner en mi blog un link al tuyo?

Jacquie dijo...

Qué flasherooooo! :)

Besit

Paranoide aliterado dijo...

Ey, muy original.
Espero que ningún creativo publicitario se pase por aquí, porque te ha quedado una historia wapa y humana, perfecta para asociar a la telefonía móvil por ejemplo jeje.
1 saludo!

Aprendiza de risas dijo...

Me recordó la peli de Babel, será por la asociación del beso nipón... como sea. Un texto lindo. Me chifló el viaje que realiza el beso que le lanzas a tu madre.
Serías un experto contando geografía a mis niños del cole...

Besetes,

giraluna dijo...

pos que me ha encantao.

Otro Maldito Bastardo dijo...

Pero como ya sabes esa dependencia extrema de las condiciones iniciales tira de un lado tanto como del otro...así que el beso de la puta desdentada al viejo verde se carga el tornado de kansas y santaspascuas. Lo que se dice FLUJO NETO CERO...Como aplicando Gauss. El relato muy bien (Neocursista 100%) la teoría nunca me gustó mucho (me refiero a la de la mariposa)

Batiscafo dijo...

esto ya lo leí no?
no sé dónde, pero ya te lo he leído

un saludín txe!!!

Dama Atómica dijo...

Que familiar para los que estamos fuera.
Besines

El detective amaestrado dijo...

Lo tuyo no es cuestión de azar...Prestigiditación, seguro.

Patri Jorge dijo...

grato..leerte. Mil gracias por tú visita a mi blog. Un abrazo.

Anita dijo...

el mejor beso.... ni español, ni frances, ni nipón.... el mejor beso ... con amor...