Si ustedes se tumban en la hierba y miran un rato al cielo
impoluto verán, contra el azul celeste, unos puntitos blancos infinitesimales
que se mueven frenéticamente en todas direcciones. Estos puntitos se deben, en
realidad, a impurezas que flotan en el humor vítreo, dentro de los ojos, pero
Wilhelm Reich pensaba que eran los orgones, las partículas elementales de la libido,
la energía sexual. Si la luz viaja en forma de fotón, y la gravedad (dicen) en
forma de gravitón, la cachondez se encarna en el orgón.
Wilhelm Reich, nacido en el Imperio Austrohúngaro en 1897, fue
miembro de aquella hornada de freudomarxistas que, como su propio nombre
indica, trataban de unir el psicoanálisis de Sigmund Freud con las teorías de
Karl Marx. De aquella seminal quinta salió gente como Eric Fromm (autor de best sellers filosóficos como El Arte de Amar o El Miedo a la Libertad) y el más combativo Herbert Marcuse (autor
de El Hombre Unidireccional e
inspirador de la contracultura revolucionaria de los sesenta). Sólo que a Reich
se le fue un poco la pinza, no hay más que ver el traje a cuadros que lleva en
la foto: hay que tener valor o ser Johnny Rotten.
Interpretando a Freud, Reich concluyó que, ya que hay
represión sexual, la liberación vendrá de la mano del sexo: hay que follar,
eyacular, correrse, orgasmar, suliveyarse. En su obra La función del orgasmo, de 1926, Reich explica que el sexo
reequilibra las funciones del organismo y produce salud. En La Revolución Sexual, habla de la
revolución sexual, como es evidente. Dice Reich que el capitalismo es
incompatible con la salud mental de la población, lo que tiene mucho sentido, y
crea la SEXPOL, una organización juvenil y proletaria para organizar una política
sexual. Acusado de inmoral, fue expulsado de casi todas partes, incluso de Partido
Comunista, por escribir un libro que tildaron de contrarrevolucionario. La
Asociación Psicoanalítica Internacional también le expulsó, por ser demasiado
marxista. Los nazis le persiguieron a raíz de la publicación de la Psicología
de masas del fascismo. Se exilió
en Estados Unidos.
Para desarrollar la Orgonomía, la ciencia de los orgones,
Reich construyó el orgasmatrón (aquí los planos), una máquina fabricada con
madera y zinc que acumulaba los hipotéticos orgones: la madera los captaba y el
zinc los contenía. Acumulando orgones, se obtenían orgasmos y, en teoría, se
curaría el cáncer, ya que este era producido por exceso de orgones negativos.
Reich fue a ver a Albert Einstein, en Princeton, pues los dos vivían exiliados
en los Estados Unidos, pero el físico, después experimentar con el orgasmatrón,
le dijo que tenía que aprender un poco de escepticismo.
Reich no se desanimó y siguió ahondando en sus
excentricidades. Él, que había sido un prestigioso y respetado psicólogo, cada vez
perdía más la chaveta y se metía en proyectos tan descalabrantes como el del cañón
rompenubes, unos tubos de aluminio metidos en cubos de agua que, apuntando
hacia el cielo y canalizando orgones, serían capaces, como se habrán imaginado,
de “romper las nubes” y provocar la lluvia. Además, Reich intuía que los ovnis
utilizaban los orgones atmosféricos como forma de propulsión.
Reich dio con sus huesos en la cárcel por negarse a aceptar
la prohibición a mover sus orgasmatrones fuera del estado de Maine. Sus trabajos
fueron quemados por la Food and Drug Administration estadounidense (en plan
nazi-inquisitivo) al ser considerados publicidad fraudulenta del orgasmatrón. Murió
entre rejas en 1956, de un ataque al corazón, un día antes del día en el que iba a apelar. Ahora Wilhelm Reich folla en el cielo. O en el infierno.
4 comentarios:
Vaya! Voy a tener que leer "No tan chiflados I y II".
Nunca me hubiera imaginado que los psicoanalistas y los marxistas eran tan estrechos.
Me ha molado esta pequeña biografia, bien escogida, claro.
Saludos
sobre los freudomarxistas hay rios de tinta
Jojojo. Me has hecho pasar un rato estupendo recordando mis tiempos de la Facultad. No por la mía, ojo, que era muy seria (y, claro, muy aburrida)sino porque uno de mis mejores amigos estudiaba Psicología y yo pasaba bastante tiempo de oyente por ahí. Aunque parezca mentira, había mucha gente que se tomaba a Reich muy en serio (o eso decía) otra cosa no harían, pero follar, follaban un montón. Supongo que por eso luego acaban en los departamentos de recursos humanos, donde pueden joder a la gente aunque sea en sentido metafórico.
bueno, al parecer el Sr. Reich era un tipo serio al principio. pero se le secó el cerebro por leer novelas de caballerías.
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