jueves, octubre 27, 2011

Estafadores del futuro


Ay, Sandro. Esos sedosos cabellos azabache, esa americana de negro satén, el leve acento andalúh con el que nos camelas, la eterna sonrisa despreocupada, esa pose adelantando la mano que rodea la bola (es decir, el futuro) como en el Autoretrato con espejo convexo del Parmigianino que John Ashbery convirtió en Pulitzer de Poesía…


Sandro Rey, cuya edad no me atrevo a aventurar (por la mezcla entre su lozana melena y su algo más curtido rostro (¿será un inmortal?)) es uno de los videntes más profesionales, es decir, con más jeta de la tele. Pontifica en las noches de La Sexta, y forma parte del Trigono Mágico: él, cabeza de cartel, figura en el medio de la pantalla; a ambos lados, en pequeñas ventanitas, aparecen sus adláteres Exther y Katiuska, sus pitonisas compañeras, que bien pueden estar atendiendo a una llamada o mirando expectantes al espectador. A su lado, una presentadora neutra, seglar, sin poderes, le canta sus alabanzas. Cuando nadie llama, Sandro escruta a la cámara con esa mirada misteriosa que se ve en la foto y ensaya sugerentes posturas con la bola de cristal en la que el hoy, el ayer y el mañana se le revelan. ¡Tiene un don! ¡Si no es para adivinar, al menos para posar! A veces, a qué negarlo, me veo hipnotizado por su influjo y me siento tentado a llamar.

Por lo demás, Sandro Rey se gana la vida estafando a las señoras iletradas que le llaman. Dictamina sobre temas tan complicados como la enfermedad de Crohn, recomienda visitar al homeópata o resucita a personas que llevan criando malvas una buena temporada y él todavía ve vivitas y coleando. Juega con la ilusión y las esperanzas de los incautos. Todo esto no es nada nuevo, claro está, sino las miserias habituales en el proceloso mundo de la adivinación.Yo no digo que haya que prohibir las cosas, pero si sabemos positivamente que esto es una estafa, al menos le podrían colgar un cartelito debajo, como en el paquete de tabaco, explicando que es nocivo para la cartera e inútil. O meterlo en prisión, como hacen con el resto de timadores.

Vivimos en un mundo completamente científico tecnológico, sin embargo, algunas mentes parecen ancladas en épocas precientíficas, medievales, donde la superstición campaba a sus anchas entre los pliegues de los cerebros. (No la de Sandro, claro, que seguro que sabe muy bien lo que se trae entre manos). Utilizamos ordenadores e iPhones a diario, nos tratamos con las últimas técnicas médicas, consumimos energía de los más diversos tipos, mandamos sondas a Marte… y luego, por las noches, llamamos a Sandro Rey, que nos lea la buenaventura o abrimos el libro de autoayuda (El Secreto de Rondha Byrne, por ejemplo). Salgan a la calle y pregúntenle a un transeúnte qué es el Sol y por qué brilla. O por qué el cielo es azul. Es muy probable que fenómenos que le tocan de cerca a diario o que, incluso, son imprescindibles para su vida, sean un misterio para él. Es lo que se llama analfabetismo científico. En una ocasión, un licenciado en sociología (atención) me dijo: “Oye, tú que eres físico: en la antípodas, en Nueva Zelanda, si están al revés… ¿por qué no se caen?”


Pues eso. Como diría Sandro: “bendiciones y buenas noches”




5 comentarios:

Javier Divisa dijo...

Es la hostia, vidente con poca visión. Mira el documento
—Pues lo que veo más es can­san­cio fí­si­co o psí­qui­co, o sea, “farta” de oxí­geno, al­gu­na aler­gia, algún pro­ble­ma en las vías res­pi­ra­to­rias, las fosas na­sa­les, fa­rin­ge, bron­qui­tis… eso es lo que yo le veo a esta nena. Pero no le veo nada malo, es pa­sa­je­ro, o sea…
—No, no, no… la niña no tiene eso eh, nada de eso.
—Bueno, eso es lo que yo estoy vien­do.
—No, no, no, no.
—¿Qué tiene la niña?
—La niña tiene una en­fer­me­dad que le lla­man Crohn, el Crohn. Y aler­gia no tiene nin­gu­na.

Sergio C. Fanjul (a.k.a. Txe Peligro) dijo...

a ese momento me refería yo, histórico. Olé.

Inés Toledo dijo...

http://www.youtube.com/user/arpsapc#p/u/7/NziDsjek0jQ

Más triste que un curandero teniendo que pasar un doble ciego.

Gadea dijo...

Tampoco hay que pensar que la ciencia y la tecnología sea el máximo exponente del desarrollo humano. Nuestros súper tecnológicos aviones estuvieron un buen rato sin poder volar por no sé qué humos de no sé qué volcán hace muy poco tiempo... Y hace unos años yo casi me muero porque mi súper científicamente preparado médico confundió una extraña neumonía con "gases" y me mandó a mi casita a que los mocos se expandieran por mi pulmón.

La tecnología y la ciencia está sobrevalorada. Es tristísimo ver, por ejemplo, un grupo de amigos ignorándose los unos a los otros mientras todos trastean con su iPhone/móvil/blackberry o similar.

En fin.

Saludos.

Txe Peligro dijo...

Nadie dijo que la ciencia sea infalible, omnicompresiva y todopoderosa, pero podría decirse que el empresa más exitosa iniciada por el ser humano. casi la única que progresa, porque lo de demás parece que va igual que hace mil años o incluso hacia atrás-