Como los ricos viven en sitios muy raros (porque los ricos, créanme,
existen, yo los he visto) como La Moraleja o el barrio de Salamanca y veranean
en Sotogrande o Puerto Banús, cuando vienen al mundo real se sienten como
Darwin en las Galapagos. ¡Qué biodiversidad, Borjamari! Los ricos no distinguen
a un ladrón, de un indigente, de un comunista, de un bohemio. Cuando los ricos
vienen al Mercado (pijo) de San Miguel se acuerdan precisamente de Charles
Darwin, porque los indigentes que montan eterna guardia en la puerta (que no
son ladrones, ni comunistas aunque sí algo bohemios), y a los que yo he
bautizado como Los Fraguel, son muy parecidos a Darwin y porque la foto de
Darwin en los libros de texto de la escuela es la única persona tan barbuda y
desaliñada que han visto en su vida. También porque a muchos niños ricos sus
abuelas ultracatólicas les dicen que no crean en Darwin y ellos, como les
invitan a chocolate con churros y les compran coches a los 16, en vez descreer
de la teoría de la Evolución, descreen directamente de la existencia del Darwin
hombre, como si fuese un personaje de ficción. Cuando vienen aquí lo flipan,
claro. Me pregunto qué diría el darwinismo del fenómeno de Los Fraguels a la
puerta del Mercado (pijo) de San Miguel. Tal vez aquello tan polémico de la
“selección de grupo”: desde luego ese sucio grupo de hedonistas pedigüeños, esa
útil asociación, parece haberse adaptado perfectamente al salvaje ecosistema
urbano, y desmuestran tener una habilidades hepáticas de acero. Por el momento,
parece que hay dos que se van a aparear y probablemente, traer más Fraguels a
este mundo y perpetuar sus mugrientos genes. Con suerte, algún día, morderán a
algún turista.
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4 comentarios:
Bueno. Precisamente ayer me acordé de ti porque vi a una especie de fraguel saliendo de la horrible cabritilla en la Plaza Mayor, y sí costaba, costaba mirarla. Uff, qué vida perra...
jaja, esas que están dentro de las cabritillas dan mucho miedo. desde que las vi salir siempre les doy dinero, no vaya a ser que me muerdan!!
Hostias, qué dolor, qué poca suerte, que despropósito estético, pobre gitana en mitad de esa parranda de Madrid en el puente de diciembre, que tiene un miserable número sin éxito. Lástima, la infelicidad humana superándose again
¿Cuando pienso que yo he hecho la compra en el mercado de San Miguel en mi época de tener menos pasta...! Cuando era un mercado, vaya. Yo descubrí hace tiempo que los fraguel eran un invento del Gobierno para subvencionar de forma encubierta a Don Simón y demás fabricantes de vino en tetrabrick, eludiendo los controles de la UE. El Ayuntamiento les paga un sueldecito vitalicio (IMI) y ellos se lo gastan en vino la primera semana de cada mes.
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