jueves, abril 26, 2012

Políticos que se comen los mocos


 Con la llegada del primer aniversario del 15M vuelve a alzarse al viento la voz de los necios, esos que repiten como un mantra que los movimientos sociales tienen que dejarse de protestar, abandonar las algaradas callejeras tan propicias a la desmedida intervención policial, y proponer alternativas. Me consta que se proponen alternativas, no sé si buenas o malas, si posibles o imposibles, pero ese no es el caso: los políticos son muy listos, además de sufrir los ciudadanos las consecuencias de una crisis en cuyo advenimiento no estuvieron implicados, tenemos, atento el auditorio, ¡que encontrar las soluciones! Válgame Dios: algunos políticos quieren que, encima, les hagamos su trabajo.

Cada mañana me levanto y puedo comprar el pan que muy temprano, en las frías nieblas del amanecer, el panadero amasa en su taller. Los camareros sirven café en las barras y los españoles de a pie se lo toman muy rápido para llegar a tiempo al puesto de trabajo. Las prostitutas apuntalan las calles y evitan que se caigan y los taxistas surcan las calles en busca de un cliente. Los dependientes, en las tiendas, los libreros, en las librerías, los barrenderos, barriendo. Los freelancers, en la fangosa trinchera del email. Hasta los parados cumplen con su deber mirando las obras, paseando desconsolados por los parques públicos. ¡Qué ambiente provoca la crisis en los parques público!

Los políticos sin embargo, y como digo, quieren que les hagamos su trabajo, y poder dormitar en sus despachos y acolchados escaños. Porque los políticos hace tiempo que hincaron la rodilla en la polvorienta tierra y dimitieron de la Política. Nos ofrecieron en sacrificio a la economía, como quien ofrece el holocausto de un carnero para aplacar la furia de los dioses. Ahora los dioses furiosos no son otros que los Mercados. Desde que en los ochenta comenzó la desregulación que liberó a la bestia económica, la Política (es decir la gestión soberana de lo público por los legítimos representantes del pueblo) no ha hecho más retroceder asustada por los colmillos de los índices bursátiles y los bonus extragalácticos de los banqueros. Aquí hay indolencia, vagancia, falta de voluntad para hacer nada, excepto para obedecer los dictámenes del dinero. No hacen política: viajan, hablan, salen en la tele, se hacen fotos, y doblan la cerviz ante los que mandan de verdad. Para eso son muy solícitos: cada uno sirve a su amo.

Piden que la ciudadanía aporte soluciones, alternativas, una luz al final del camino, no porque ellos estén ciegos, si no porque ellos mismos se han maniatado. La Política ahora no es más que la portavocía de las desgracias que la crisis ha traído a los perdedores. Porque la crisis no es una ciclogénesis explosiva, ni un tsunami, ni ningún tipo de fenómeno natural indomable, inevitable, inexorable. Nos quieren hacer creer que las leyes de la Economía son leyes naturales como las Leyes de Newton, eternas, inmutables y perfectas. ¿Quién puede escapar de la atracción gravitatoria? Nadie. Pero no: la crisis es un saqueo, con ganadores y perdedores, con verdugos y con víctimas. Nosotros.

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