lunes, enero 23, 2012
Cómo conocí a mi eBook
El eBook entró en mi vida la Navidad pasada. Es un bonito Sony Reader, negro, muy elegante, como una pluma Mont Blanc. Como es muy elegante he decidido utilizarlo para leer las mejores novelas del 2011 según la prensa especializada y que yo no había leído. ¿Qué donde estaba yo en 2011? Pues en Facebook, que es la Gran Novela de Nuestro Tiempo, una Novela Río, una Novela Mundo, la Novela Recontradefinitiva. El Poema.
La verdad, el cacharro me viene de perlas, porque la novela es un género que no venía yo practicando mucho ultimamente y cada vez me dan más miedo los libros gordos. ¿Cómo puede Jonathan Franzen escribir las 600 páginas de Libertad para una audiencia acribillada por Facebooks, tweets, smartphones, críos recién nacidos o películas on line? Dicen que la brevedad en literatura es cortesía con el lector. Lo suscribo. Pero bueno, hay que ponerse al día.
He aquí la ventaja high tech: con el eBook puedo leerme la novela de Franzen engañando a mi subconsciente, haciéndole creer que, en vez de estar tirando el tiempo en la Literatura, estoy embarcado en alguna apasionante aventura digital. Así que empecé, antes de Libertad, por Los enamoramientos, de Javier Marías (como digo, voy a dedicar el eBook a la caza del mastodonte), y en un trayecto entre Oviedo y Madrid, a lomos de mi fiel Alsa, casi me lo ventilo entero. Cosa rara para mí, que en los viajes de autobús suelo sujetar el libro entre las manos mientras mi mente vuela libre por el horrendo patchwork de la meseta castellana. Al final me leo 30 páginas en 5 horas y media, porque se me va mucho la olla y estoy to loco tía, tía, tía.
(Inciso: Los enamoramientos de Javier Marías es muy Javier Marías. El autor se entrega totalmente a ese tiempo en suspenso que dice que aprendió del Tristam Shandy, de Lawrence Sterne (habrá que leerse sus tropecientas páginas en el eBook) y a la digresión más monótona. Dice Ricardo Piglia que lo que engancha de una novela y hace que no la sueltes no es la trama ni el argumento ni las peripecias que se den en ella, sino la voz del narrador, que nos engancha, que queremos seguir escuchando. La voz de Marías es constante, repetitiva y monótona, es decir, muy placentera, igual que el dulce estado de duermevela que precede al sueño, ay qué rico. Así que uno se queda ahí, enganchado, y cuando se despista y lee tres páginas sin haber leído realmente, da lo mismo, porque la historia no ha avanzado: nunca te pierdes. Es como un run-run de fondo para tus pensamientos. Por lo demás todos los personajes de Marías piensan y hablan igual entre ellos, e igual, a su vez, que el propio Marías en sus artículos, lo cuál es bastante inverosímil, poco logrado. Esto le lleva a uno a preguntarse: si Marías quería reflexionar sobre el enamoramiento, el crimen, los triángulos amorosos, la culpa, el olvido y demás de esta manera ¿por qué no escribió un ensayo o unos cuantos artículos y pasó de esta historia inane? ¿Por qué no escribió un haiku? A mí el libro me gustó y lo leí rápido, me meció en viajes interprovinciales y noche de insomnio. Pero, ¿lo que me gustó fue la novela o mi flamante Sony Reader?)
Lo que he visto hasta ahora en mis experiencias de bucanero literario en la Red es que la oferta de libros para la descarga ilegal no es ni por asomo tan amplia ni exhaustiva como la de libros y discos. Se pueden encontrar fácilmente libros clásicos que no tiene derechos de autor o los grandes títulos de las últimas temporadas. Fiodor Dostoievsky y Carlos Ruiz Zafón, por ejemplo. Es como si solo se pudieran bajar las pelis de la edad de oro de Hollywood y Transformers 2. O la discografía completa de los Rolling Stones y lo ultimísimo de David Bisbal. Bueno, estoy exagerando. Hay muchos, muchísimos, títulos intermedios que ni siquiera existen en formato digital o que es muy dificil encontrar. Lo que se percibe, by the way, es que el público lector es menos dado al pirateo que el melómano o el cinéfilo, y eso me lleva a preguntarme si realmente el eBook será un problema de tal magnitud para la industria editorial o se quedará en un pequeño bluff. Nuse. Yo, como digo, lo voy a dejar para las novelas, que pocas veces se releen. Y dejaré mis disputadas estanterías para los siempre útiles ensayos y para la poesía, que, como ustedes saben, nunca se acaba, ni de escribir, ni de leer.
¿Saben lo que molaría? Un Reader de verdad, es decir, un aparato que leyese por tí mientras tú te dedicas plácidamente a cortarte las uñas de los pies o ver Tú sí que vales. La transmisión de información secuencial a través de la interpretación de una hilera de signos impresos durante líneas y líneas, páginas y páginas, resulta prehistórica. La vida es cada día más corta, el mundo gira más rápido y se acerca el Fin del Mundo. ¿Para cuándo un puerto USB en la nuca a través del cual volcarte los libros en el cerebro? El conocimiento transmitido en estado puro, a bloque y sin piedad. El futuro, una vez más.
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(La imagen es un fotograma de la peli Canino (Yorgos Lanthimos) que no tiene nada que ver con este tema, pero es la primera que sale en Google Images si se introduce la búsqueda "ebook chachi")
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4 comentarios:
Me ha gustado eso del "horrendo patchwork de la meseta castellana."
¿Y no será (e. a.) que es más fácil digitalizar un disco o una peli que un libro?
:*
Johnny Mnemonic. La echaron el otro día en la tele, y tu última frase me la ha recordado.
Yo aún me resisto al "ebook". Me gusta el tacto del papel, su olor, el pasar las páginas adelante y atrás. Eso no se puede digitalizar.
Saludos.
yo pensaba que no me iba a gustar. ahora eso del tacto del papel, el olor, pasar las páginas, qué rollo.
Estoy oyendo y leyendo muy buenos comentarios de la última obra de Marías y la verdad, no sé si atreverme de nuevo. Le abandoné en 'Corazón tan frío', y tanto, frío, y pausado... Pero siempre es bueno cambiar de opinión o, al menos, intentarlo. Saludos!!!!
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