Como la Cabalgata de los Reyes Magos de Oviedo pasa por
delante de mi casa natal, Mamá Peligro y un servidor nos asomamos al balcón a
presidir. El espectáculo fue sobrecogedor: por allí abajo pasaron los
dignatarios de Rajastán, los embajadores de Macedonia, el visir de Asuán y
demás coloridos prohombres del colorido Oriente. ¡Oh, qué exotismo, qué soplo
de aire impregnado de extraños perfumes embriagó a la ciudad de provincias! ¡Qué extraordinario séquito recorrió medio mundo para pasar debajo de mi ventana! Había
casi mayor densidad de excelencia y nobleza por metro cuadrado que en los
premios Príncipe de Asturias, y ya es decir. También hubo un rebaño de ocas
asustadas ante la histérica algarabía infantil (lo mejor, con diferencia, del
desfile), un puñado de camellos, una banda de gaiteros y otros tipos de
animales. Y cómo no, sus majestades los Reyes Magos; y después un camión de
bomberos vintage y una ambulancia.
Decepción: Baltasar, después de tantos años dándole vueltas y más vueltas a la globalización
y el multiculturalismo, sigue siendo un paisano blanco con pinta de concejal
pintado con betún. Qué escándalo.
Después, los Reyes Magos dieron un discurso televisado desde
(¡ale hop!) Cibeles, Madrid. Por boca del sapientísimo Rey Melchor le dieron
coba a Ayuntamiento y a la nueva alcaldesa, Ana Botella. Resulta que los Reyes
Magos son de centroderecha o algo peor… pero ¿qué esperaban? ¿a conspiradores
comunistas? Son reyes, joder, por muchos regalos que traigan. Por lo demás, las falsedades que se oyeron en ese discurso no sobrepasaron las que suelen decir los políticos en sus speechs. Que monten un partido.
Sorprende la capacidad de tragar de los más pequeños: como
son nuevos en el mundo no advierten que los supuestos pajes venidos del lejano
Oriente son macarras de barrio mal disfrazados, que, como se señaló, Baltasar
no es negro, o el curioso don de la ubicuidad de los tres Magos, que desfilan
al mismo tiempo por todas las ciudades de esta España nuestra, como en un
extraño efecto mecanicocuántico de multilocalidad navideño.
Hace un tiempo escribí en el periódico sobre un grupo de intervención artística llamado mmmm. Estos aguerridos activistas desplegaron en la Plaza
de Callao hace unos años una pancarta que decía “Los Reyes son los Padres”
justo el día de la Cabalgata, en toda la pomada. Al parecer no hay nada que
despierte más ira en el prójimo, sobre todo si es padre, que una pancarta de
este tipo. Si hubiese sido una concentración proetarra, un grupo neonazi o una protesta nudista seguro que hubieran durado más tiempo. Los mmmm con su
pancarta apenas aguantaron un par de minutos arengados por las violentas
multitudes navideñas que salían de las entrañas de El Corte Inglés, lideradas por señoras viejas. Hay cosas
con las que no se juega.
Si me hubiesen preguntado hace unos años, les hubiera dicho
que, en caso de tener hijos, les contaría desde el principio toda la verdad
sobre los Reyes Magos y sobre el pérfido consumismo capitalista. Y también que
los niños nacen porque papá se corre al fondo del coño de mamá, sin necesidad
alguna de la hipótesis de la cigüeña parisina. Pero ahora no lo tengo tan
claro: tal vez haga falta ese periodo de ilusión para crear la capacidad de
imaginar utopías y, total, lo que se van a encontrar después es una mierda, así
que disfruten.
Al final la vida es el proceso por el cual uno va perdiendo
la inocencia y descreyendo de todo lo que creía antes. Los Reyes son los
padres, mamá no va a vivir para siempre, la Revolución no llegará, las
pastillas de la regla no colocan ni sumergidas en el kalimotxo, todo va a toda
hostia y lo que es una vivienda digna resulta muy discutible.
A mí, por cierto, me trajeron plutonio.
2 comentarios:
Lor Reyes vienen de Oriente, y mi hermanita de Paris. Los padres, ja! Mucha teoria conspiranoica veo en este articulo.
schhhhhhhhhhhh!!!! no lo desveles!
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