La conocí en la madrugada del viernes al sábado durante el ejercicio de nuestras tendencias autodestructivas. Era morena, muy morena y, cómo no, de Cádiz. A ella le gusté yo y a mi me gustó ella, así que terminó viniendo a la fiesta que organizamos en casa al amanecer. No recuerdo exactamente cuando, pero me dijo con su profundo acento andalúh que el domingo se iba a vivir a Barcelona, aunque también tenía la opción de irse el miércoles; y yo que estaba tan contento acariciendo su cuerpo duro y canela le propuse que se quedase conmigo, en mi casa, y que fuésemos novios hasta entonces. Ella aceptó. La idea me pareció muy literaria: un noviazgo de media semana con una desconocida, sabiendo de antemano el cuándo, el dónde, el cómo y el por qué del desenlace. Encajaba a la perfección con mis aspiraciones de convertir mi existencia en una novela.
Nos pegamos la gran fiesta durante el fin de semana y descubrí un puñado de cosas de ella: que era muy jipi, que llevaba un tiempo dando tumbos por el mundo, que trabajaba en cine, que hacía escalada (de ahí la dureza de su culo) y que en la cama era una salvaje. La chica, desde luego, tenía caracter -estaba medio loca- y esto lo hacía todo más interesante. A todos la presentaba como mi novia hasta el miércoles y a todos les parecía divertido: tal vez siempre debiéramos entender las cosas de la vida y la vida misma así, como una cosa con principio y fin.
El domingo superamos como pudimos una resaca considerable y se instaló entre nosotros una ligera tensión: después de todo el festival volvíamos a la realidad y caíamos en la cuenta de que, al fin y al cabo, éramos un par de desconocidos condenados a convivir por unos días en una cama de noventa. Y hay momentos en los que uno prefiere estar solo. Pero el lunes ya lo llevamos mejor, empezábamos a salir de la crisis -ya véis, en esta historia la cosa iba a toda mecha. El martes lo pasamos separados, ella estuvo en la casa donde se hospedaba antes de conocerme y así estuvo bien: en toda relación son necesarios los tiempos y los espacios privados. Y hoy miércoles llegó la despedida. Tomamos una caña en Lavapiés y luego cocinó para mí en casa. Antes de que partiera le regalé una alegre flor de peluche que guardaba para alguien que finalmente no la mereció. Era una margarita con pétalos rojos y yo se la dediqué por la parte de atrás. Ella hizo lo propio con unas bragas verdes mínimas que había olvidado hechas un ovillo en una esquina de mi habitación, para mi novio de media semana, firmado Azulita.
Y esto era lo mejor de todo, su nombre: se llamaba Azul y sonaba como sacado de un cuento.
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13 comentarios:
mmmm...sí,desde luego es una chica con clase.te van las chicas elegantes, está claro.:).
mmmm...sí,desde luego es una chica con clase.te van las chicas elegantes, está claro.:).
Algo es algo dijo un calvo al encontrar un peine sin púas ;)
Joder...
Bonita historia,txe.
Yo es que soy así de rara, Poca Sangre...
Plas plas plas (emoción y entusiasmo al leer tu relato). Un besu
por cierto relacionando otros mensajes de un anonimo y pensando q peuda ser la msima persona noto cierta inquina por cuando citas ciertos temas sexual-amorosos.
Da que pensar sr/a anonimo.
Una envidia azul se ha quedado tintada en mis retinas. Lo tuyo sí que es vida ;)
Hola a todos, gracias por vuestros comentarios.
Y sí, Raúl, yo también noto cierta inquina en los comentarios de algún anónimo cuando se habla de cosas de estas. No sé, los anónimos siempre me inquietan, siempre deseo conocer la identidad del que escribe. Anyway no tengo ni idea de quien puede ser este en concreto.
En fin, besitoooos!
Hola a todos, gracias por vuestros comentarios.
Y sí, Raúl, yo también noto cierta inquina en los comentarios de algún anónimo cuando se habla de cosas de estas. No sé, los anónimos siempre me inquietan, siempre deseo conocer la identidad del que escribe. Anyway no tengo ni idea de quien puede ser este en concreto.
En fin, besitoooos!
alaaa me encanta leer tus relatos!! y me mola tu historia intensa!
Joder que booonito!!! No hay derecho!!!
jejeje, na, que sí lo hay. Realmente me corroe la envidia.
Yo lo de los anónimos tambien me inquietan así que trato de ignorarlos. Pero ahí están los cabrones, ya lo han dicho y se quedan tan anchos entre los otros comentarios.
La envida es mu mala, te lo digo yo jejeje
¿Sabes que esta historia se merece un presupuesto para rodar un corto?
Es brillante!!
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