Que el mundo se acaba en 2012, además de una obviedad, es
evidente. Se da un intenso debate entre escépticos e iluminados (yo me
encuentro, y muy bien, entre los segundos), pero el acumulo de pruebas es tan
abrumador que apenas deja espacio a la duda. Como agente del caos, les haré un
breve resumen.
La prueba más cacareada ha sido el final del calendario
maya, del que ustedes seguro ya habrán oído hablar. Hace miles de años los sabios
astrónomos de este imperio precolombino, iniciaron un calendario cósmico que
precisamente toca a su fin en diciembre de este año. Predijeron para esas
fechas, basándose en quién sabe qué atávicas sabidurías, grandes cambios, un
cambio de era o, directamente, el fin del mundo. Pero además, en esas fechas
coincide con un máximo de actividad solar: en esta fase, que se repite cada
once años, aumentan las fulguraciones y emisiones de viento solar, consistente
en partículas cargadas que, en condiciones normales, son desviadas por el campo
magnético terrestre hasta formar las auroras boreales en los polos, pero que,
en un máximo, pueden causar problemas en la red de satélites y en la red eléctrica
provocando apagones. Como nunca antes en la historia habíamos dependido tanto
de los satélites, si nos faltan puede provocarse un caos financiero fatal para
la raza humana. Además, por las mismas fechas, se alinean la Tierra, el Sol y
el centro de la galaxia, que alberga un agujero negro supermasivo de varios
millones de veces la masa del Sol. Esto no tiene por qué tener ninguna
consecuencia, pero da cosica ¿que no? Luego está la extinción de las abejas, que se viene
produciendo sin una explicación clara hace años, y que va en aumento. Las
abejas, aunque no les hagamos mucho caso, son responsables de la mayor parte de
la polinización y su falta rompería la cadena trófica. En poco tiempo, también
acabaría con nosotros. Pero hay muchos más indicios sobre los que no me extenderé:
la galopante crisis económica, la rotura de tibia de David Villa, el olvidado
Cambio Climático, la toma del poder por Mariano Rajoy, la subida temporal del
I.R.P.F, la continuidad de la Ley Antitabaco, el caso Urdangarín. En efecto,
todo pinta mal, pero que muy mal. Igual aparece por ahí el planeta Melancolía.
Por lo demás tampoco debería preocuparnos demasiado el fin
de la raza humana. Somos el que pega fuego a su casa, el que pega fuego a su
bosque, el que pega a quien ama hasta matarle, el que cuelga al perro de un
árbol y lo machaca y lo machaca y lo machaca. Somos la carcoma cósmica devorándose
a sí misma. Yo creo que el Universo estaría mucho mejor sin nosotros, pero se
ve que aumentamos exponencialmente la entropía.
Disfruten de su última Nochevieja.