lunes, diciembre 26, 2005

Seafood

A mi el tema del marisco siempre me ha fascinado.

Una vez, cuando niño, mamá compró un centollo bastante grande en una cetárea de Gijón que estaba al borde del mar. A la vuelta compartí el asiento de atrás del coche con aquel centollo supermasivo, el pobre iba metido en una bolsa del Pryca y alguien le había dejado una patita fuera que movía lentamente, porque los mariscos son animales muy serenos. No se si trataba de decirme algo, en cualquier caso no oí ninguna palabra que saliera de su ¿boca?. Al llegar a casa me enteré de que no era una nueva mascota sino que lo que en realidad le esperaba al bichejo era una olla llena de agua hirviendo y no paseos por el parque cada noche persiguiendo una pelota de tenis. Me sentí desolado y decidí, ya que nos lo íbamos a comer para cenar, darle un agradable último dia. Llené la bañera de agua y ahí lo solté, esperando que rememorase sus días de juventud en el fondo del mar. Pero claro, los centollos viven en agua salada y supongo que por algún mecanismo osmótico o algo parecido la palmó y dejó el agua de la bañera de un triste color rosado.

Por lo demás estos días son como el Holocausto del Langostino. Y eso a mí la verdad es que me gusta. ¿Saben ustedes que cuando viven en libertad los langostinos son transparentes y, en vez de estar en posición fetal, caminan rectos sobre la arena? Inquietante, ¿no es así? Luego se encogen y se ponen coloraos cuando uno los cuece. Este año mamá compró unos langostinos bastante poderosos, el día de Nochebuena casi no me atrevía a entrar en la cocina, sabiendo que estaban allí, acechantes. Una vez cocidos no eran tan imponentes, estaban todos puestos de perfil en el plato -¿han visto alguna vez a una gamba de frente?-, creo que lo que hacían, los muy insolidarios, era tratar de pasar desapercibidos, disimulando como si la cosa no fuera con ellas, intentando decir: no me comas a mi, cómete al de al lado; que bien podría ser su primo o su cuñao. Así que al final nos los comimos a todos untados en mayonesa, por hijosdeputa.

domingo, diciembre 25, 2005

Megáfono

Así que mamá quiere que le lea mis últimos relatos y a mi me parece estupendo la muestra de interés, pero como duerme en la habitación contigua se tiende en la cama a esperar y se los tengo que leer desde mi cuarto donde tengo el ordenador. Y uno a uno voy gritando todas esas historias tristes que me da por escribir para que mi voz le llegue y pienso que es una situación absurda, mis cuentos viajando a gritos hasta sus oidos adormecidos, carentes ya de todo dramatismo, como alquilar una peli de Truffaut en el Blockbuster, tener una cita en un Starbucks o recitar con un megáfono al oido de tu novia uno de esos poemas de Pablo Neruda que todo el mundo se sabe de memoria y que sirven, básicamente, para ligar.

sábado, diciembre 24, 2005

Estas fechas tan señaladas

Muestro mi sonrisa más grande y llena de dientes al tiempo que aprieto fuerte la mano del nuevo novio de mi madre, luego vamos a un restaurante y me meto un entrecot entre pecho y espalda, mamá pide más pimiento y renuncia al café que le sirven con el postre, las mujeres que sobrepasan la treintena no deben tomar leche de vaca, tiene bacterias y pus dice la camarera y a mi me parece aberrante; en el supermercado conozco a una pescadera y me hago fan suyo porque es graciosa y consigue vendernos dos kilos de mejillones que en principio no íbamos a comprar y que probablemente acaben en la basura, ya ven, así son estas fechas, está haciendo sol y no demasiado frío, existen demasiados mitos en torno en clima asturiano, en realidad es más suave de lo que piensan los que viven al otro lado de la Cordillera Cantábrica, nosotros no vestimos pieles ni cazamos osos con las manos desnudas, aunque nos gustaría, al menos a mí, de todas maneras los habitantes de estas tierras resistieron a romanos, árabes y fascistas, quizás por eso somos un pueblo primitivo de mofletes rosados -he de decir que yo más bien parezco de Cádiz, tengo la piel aceitunada, será la sangre de mi padre y de mi abuelo, que se dedicaba al extraperlo-; anoche un grupo de estos asturianos que iban juntos a la escuela se reunieron para cenar, entre ellos estaba yo -con mi tez aceitunada- y una de la chicas casaderas vomitó en el baño de nuestro bar favorito, aunque nadie sabe muy bien quién fue porque tal vez no fue nadie. La comida bien, gracias, aunque un poco cara.

Y odio que digan sidriña cuando deben decir sidrina, los putos españoles.

jueves, diciembre 15, 2005

4 de los mejores hombres que formaban un comando



Acabo de recibir esta encantadora fotografía polaroid cortesía de mi admirada Elenita. Se trata de un botón de muestra de la gente que pulula por este lado del mundo. A mi y a Ale (otra vez vestida de gheisa) ya nos conocéis. Además están la inefable Virginia, mi otra compi de piso (desgraciadamente su amado Edgar -que también vive con nosotros- no aparece) luciendo su chistera mágica y el amigo Guillermo, ese dandy trasnochado que vive cruzando la calle. Yo, por si no os dais cuenta, soy ese tipo tan majo con la camiseta de Playboy (que me regalaron con la suscripción perpetua). Se trata de una de esas fiestas que surgen en casa y todo el mundo acaba disfrazado.

Ya ven, entrañable y navideño.

miércoles, diciembre 14, 2005

Albóndigas (o almóndigas)























Anoche cené una lata de albóndigas por primera vez desde que vivimos en este piso. Eso significa que llevaba tres meses y medio limpio. Porque aunque por aquí somos muy desastre para algunas cosas, lo cierto es que nos alimentamos medianamente bien. No esperéis encontrar en esta casa a consumidores de fast food o pizzas congeladas, nosotros cocinamos a diario. Potajes, ensaladas, arroces y pastas. Quizás demasiados hidratos de carbono. Pero anoche algo -no sé, una inquietud, una extraña sensación en el bajo vientre- me impulsó a bajar al chino y a comprar una lata de albóndigas de mi marca preferida, de las que dicen por ahí que son carne de perro. Porque si uno se como una vaca o un cerdo, ¿qué le impide comerse un perro? ¿O a un chino?

Y es que lo de las albóndigas de lata es mi vicio más vergonzoso, aunque no tengo verguenza en confesarlo: me gustan las albóndigas de lata porque soy un hombre sin escrúpulos y porque me producen una suerte de placer morboso. Hay que probarlo todo. Después de comerlas, con media barra de pan, comienza a girar la ruleta, cualquier cosa puede pasar: mala digestión, sopor, sueñito... Ahora que las he dejado puedo tomarlas de vez en cuando. No pasa nada, no os preocupéis que yo controlo.

Creo que todo empezó hace unos años, cuando vivía en la casa de Atocha. Era joven y los recuerdos que conservo son borrosos, no logro rememorar la primera vez que alguien me dió a probar una de estas latas. El caso es que me aficcioné: era tan fácil olvidarse del supermercado y de la cocina y simplemente bajar a la tienda a cualquier hora en busca de albóndigas... Así entré en una espiral de carne picada y me ví comiendo meatballs varias veces por semana, ante la mirada preocupada de los que vivían conmigo. No entraré ahora en detalles de aquella vida repleta de indigestiones, no quiero aburriros ni hacerme la víctima. Yo ya no soy aquel, fue una etapa difícil, un error, una locura de juventud y no quiero que me juzguéis por ello ni que me asociéis a esta adicción. Solo os diré que he rehecho mi vida, y que, aunque en principio no veía salida ahora disfruto de las cosas buenas y sencillas, lejos de las bolas de carne.

Me temo, de todas maneras, que estoy incubando una nueva adicción. Las magdalenas del superbolsón (sic) de magdalenas que venden en el Mercadona.

----------------
En la imagen aparezco en pose de arrepentimiento tras la ingesta de las albóndigas.

martes, diciembre 13, 2005

La gran evasión

Fíjense, el domingo por la mañana asistí a una fiesta que se celebraba en casa de un conocido cerca de Gran Vía. Mientras en la calle amanecía allí dento las persianas estaban bajadas y el ambiente inundado de luz amarilla y humo. Había un puñado de desconocidos, unas cuantas botellas sobre la barra de la cocina y una mesa de mezclas: era lo que se conoce por estos lares como un aftercasa, o bien, reafter. Nos servimos un vaso de cerveza y nos integramos en los grupos que charlaban en diferentes partes del salón. Las circunstancias me llevaron a coincidir en el cuarto de baño con una chica de largas rastas rojas (ocho años de edad, las rastas, le llegaban hasta el culo) que hacía rayas cuidadosamente con el polvo que había resultado de machacar una de esas pastillas azules. Pensé que tenía una mirada enigmática. Pues bien, entablamos conversación y me confesó que llevaba diez días despierta, esto es, desde antes de la semana de los puentes (la Constitución y la Inmaculada). Desde el jueves anterior, concretamente. Yo puse cara de incredulidad y pensé en los cientos de cosas que yo había hecho en los últimos diez días. Ella repuso que había dormido tan solo seis horas en todo ese tiempo. Sale más o menos a cuarenta minutos por día. Me recordó a Leonardo da Vinci, del que dicen que solo dormía un cuarto de hora cada cuatro horas o a la historia de aquella chica guiri que en una semana de vacaciones en Ibiza solo comió un plátano. Y yo pensando que su mirada era misteriosa cuando en realidad lo que ocurría es que estaba supervolada.

Con esto del hedonismo posmoderno y la democratización de la droga es bastante común que en Madrid la gente pase días y días de fiesta, aunque diez resulte una exageración. Lo normal es que la gente salga una noche y llegue a casa al día siguiente al mediodía. Algunos aguantan hasta el anochecer, incluso. Aquí encontramos un punto de inflexión, pues los que sigan adelante volverán a salir a la calle (hasta entonces la gente se esconde en casas o en bares de cañas) y a ir a bares de copas y clubs hasta la madrugada. Lo máximo que se suele ver por aquí es a gente que ha pasado de fiesta desde el jueves noche hasta el domingo de madrugada -porque el lunes es laborable-, aunque esto ya es muy raro. Yo no sé si creer a la chica de ojos extraviados.

Bien mirado, esto de las fiestas sin fin ni horario es una especie de subversión contra el orden natural de las cosas, una rebeldía clandestina que coloca al placer como bien supremo. La juventud se pasa por el arco de triunfo los ciclos circadianos, los horas de las comidas, el horario civil, la moral, la salud y el decoro. Extraño fenómeno éste: miles de personas huyendo de un mundo gris y monótono como en aquella película, La Gran Evasión, que trataba de soldados huyendo de un campo de concentración nazi a través de un túnel horadado en la tierra como ahora se horadan en los fines de semana.

A mi el personaje que más me gustaba era el de Steve McQueen. Aunque al final los nazis le cazaban cuando trataba de escapar con aquella moto, saltando alambradas.

sábado, diciembre 10, 2005

Cosas de casa

Esta entrañable instantánea refleja un momento cualquiera de nuestra vida cotidiana en el piso. Como véis somos jóvenes dinámicos, actuales e independientes y nuestro hogar parece un garito -para evitar ponernos tristes cuando no podemos estar festejando aferrados a una barra o reventado la pista. En la imagen aparecemos la Ale -a la que ya conocéis- y yo -al que supongo que también. Pronto más personajes.

miércoles, diciembre 07, 2005

Largo puente de noviazgo

La conocí en la madrugada del viernes al sábado durante el ejercicio de nuestras tendencias autodestructivas. Era morena, muy morena y, cómo no, de Cádiz. A ella le gusté yo y a mi me gustó ella, así que terminó viniendo a la fiesta que organizamos en casa al amanecer. No recuerdo exactamente cuando, pero me dijo con su profundo acento andalúh que el domingo se iba a vivir a Barcelona, aunque también tenía la opción de irse el miércoles; y yo que estaba tan contento acariciendo su cuerpo duro y canela le propuse que se quedase conmigo, en mi casa, y que fuésemos novios hasta entonces. Ella aceptó. La idea me pareció muy literaria: un noviazgo de media semana con una desconocida, sabiendo de antemano el cuándo, el dónde, el cómo y el por qué del desenlace. Encajaba a la perfección con mis aspiraciones de convertir mi existencia en una novela.

Nos pegamos la gran fiesta durante el fin de semana y descubrí un puñado de cosas de ella: que era muy jipi, que llevaba un tiempo dando tumbos por el mundo, que trabajaba en cine, que hacía escalada (de ahí la dureza de su culo) y que en la cama era una salvaje. La chica, desde luego, tenía caracter -estaba medio loca- y esto lo hacía todo más interesante. A todos la presentaba como mi novia hasta el miércoles y a todos les parecía divertido: tal vez siempre debiéramos entender las cosas de la vida y la vida misma así, como una cosa con principio y fin.

El domingo superamos como pudimos una resaca considerable y se instaló entre nosotros una ligera tensión: después de todo el festival volvíamos a la realidad y caíamos en la cuenta de que, al fin y al cabo, éramos un par de desconocidos condenados a convivir por unos días en una cama de noventa. Y hay momentos en los que uno prefiere estar solo. Pero el lunes ya lo llevamos mejor, empezábamos a salir de la crisis -ya véis, en esta historia la cosa iba a toda mecha. El martes lo pasamos separados, ella estuvo en la casa donde se hospedaba antes de conocerme y así estuvo bien: en toda relación son necesarios los tiempos y los espacios privados. Y hoy miércoles llegó la despedida. Tomamos una caña en Lavapiés y luego cocinó para mí en casa. Antes de que partiera le regalé una alegre flor de peluche que guardaba para alguien que finalmente no la mereció. Era una margarita con pétalos rojos y yo se la dediqué por la parte de atrás. Ella hizo lo propio con unas bragas verdes mínimas que había olvidado hechas un ovillo en una esquina de mi habitación, para mi novio de media semana, firmado Azulita.

Y esto era lo mejor de todo, su nombre: se llamaba Azul y sonaba como sacado de un cuento.

martes, diciembre 06, 2005

La carta del banco

Recibí la otra tarde la primera carta del banco (Cajastur, casi el último rastro de mi asturianía) que llega a mi nueva dirección. La cogí emocionado y abrí el sobre en el ascensor. Esperaba encontrar algo así:

Querido Txe,

por aquí te echamos de menos. Últimamente no se te ve el pelo y parece que el cielo siempre está cubierto de nubes. A veces llueve levemente y las horas no pasan, miramos a través del cristal y el mundo está congelado. Ojalá vinieras un día de estos para iluminar nuestra jornada con tu sonrisa. Ojalá vinieras y nos contaras todo lo que te pasa por allí, tan lejos, cómo te trata la vida y las cosas raras que te ocurren. Por aquí, como ves, nada pasa. Cuidate mucho Txe, estudia y haz lo que debes, ten cuidado con las noches -que son traicioneras- y abrigate bien: se acerca un invierno duro. Acuerdate un poco de nosotros. Escribe.

Un beso de todo el equipo de tu oficina bancaria.

Pero lo único que había en el sobre era un extracto de mi cuenta donde figuraban todos los desmanes que había cometido con mi dinero durante el mes pasado.

viernes, diciembre 02, 2005

Un Billy Elliot latino

Hoy me he dado cuenta de las ventajas que me reporta el haber practicado la danza durante tantos años. Llovía en Madrid y por las aceras se habían instalado unos charcos harto incómodos, aunténticos ríachuelos arrastraban las hojas caídas calzada abajo. Cruzé una calle por el paso de cebra y al llegar a la otra orilla descubrí un charco gigantesco que se interponía entre la acera y yo. Así que, ni corto ni perezoso, ejecuté con maestría inigualable un grand jeté que me dejó sano y salvo al otro lado del charco, con los pies secos sobre la acera. Para quien no lo sepa un grand jeté es un salto de ballet de largo alcance y con las piernas abiertas en ángulo cercano a los 180 grados.

Porque sí, yo de joven era bailarín de danza clásica y contempóranea. Fui un Billy Elliot latino. Les explico: mi madre vió a las cuatro años Las Zapatillas Rojas y entonces decidió hacerse bailarina. Un puñado de años después creaba una compañía de danza en Oviedo, el Joven Ballet de Asturias, e inaguraba su propia escuela. Así que me tocó pringar toda mi niñez y preadolescencia tomando clases y actuando, de tanto en tanto, por los escenarios de la región. Lo cierto es que era una ocupación dura, tenía que ensayar después de clase cuando mejor hubiera estado tomando magdalenas con colacao y viendo aquel programa tan simpático con Rita Irasema, Miliki y aquel gorila llamado Borondongo. La cosa tenía sus ventajas: adquirí una sensibilidad especial, un preciso sentido del ritmo que aún conservo y podía contemplar sin reservas los frescos cuerpos semidesnudos de mis compañeras e incluso, a veces, sobarlas. Así es el mundo de las artes escénicas, sin complejos. Por otro lado, en el colegio, decían que aquello era de maricas: eran tiempos en que lo gay era malo y no bueno como ahora. Pero a mi me daba bastante igual lo que dijeran, estaba contento siendo el gallito del corral en la escuela de mi madre, el pequeño danzarín hijo de la directora.

Lo dejé a eso de los quince años y por fin pude dedicar las tardes a ver los programas de las cadenas privadas, Hablando se entienda la basca y todo aquello. A mí madre, claro está, nunca le hizo mucha ilusión que dejase la danza. En una ocasión, incluso, una examinadora londinense propuso llevarme a su tierra para que el Royal Ballet me formase, pero nos negamos. Era bastante bueno -hay algún video por ahí-, como se dice en el mundillo tenía condiciones, apuntaba maneras. Desde luego que ahora mi vida sería muy diferente. Anyway lo que dije por ahí para justificar mi distanciamiento de la danza es que me habían echado por marcar mucho paquete con aquellas mallas tan estrechas. Nadie quiso creerme.

Pero no crean, aún bailo en lugares oscuros los fines de semana. Aún intento poner la mano encima a mis compañeras de baile. Gracias mamá.

jueves, diciembre 01, 2005

Triunfo

Me contaba un amigo que en una ocasión una conocida común le había respondido así a la pregunta de cuánto tiempo pensaba quedarse en Madrid

- Hasta que triunfe.

Bien, la chica es actriz y puede que pronto triunfe, está haciendo una peli con gente conocida, dicen que trabaja bien y además está buena - esto último os lo puedo confirmar.

Luego hubo más gente que dijo que sí, que a Madrid venimos todos a triunfar y bla bla bla. Le he estado dando vueltas últimamente a este tema y creo que carezco de ese concepto de triunfo. ¿En qué planeo triunfar yo? Pues no sé, en la física o en la literatura (tengo ahora un contacto en el mundo editorial) pero lo cierto es que aunque a veces he fantaseado con ello nunca me lo he tomado muy en serio. Como que me da pereza. No sé, no me veo yo triunfante.

Porque ¿qué espero yo de la vida? Lo cierto es que siempre he sido bastante hedonista: cuando la familia (la biológica) me preguntaba respecto a esto siempre decía que disfrutar de la vida, ser un bon vivant. He de ver el mundo y conocer muchas personas, como decía el Principito. Lo que siempre he deseado es tener una existencia novelesca, tal vez por eso escribo. Como solía decir: que cuando sea viejo y decrépito pueda escribir unas memorias interesantes que incluso puedan ser llevadas al cine. Por ahora la cosa va bien, en lo que llevo dando tumbos por este planeta me han pasado multitud de cosas fuera de lo común, he visto mundo y por mi historia se han asomado personajes secundarios de excepción. Lo malo es que la mayoría de las cosas interesantes o hilarantes que me ocurren no se pueden contar así como así. Y además también suele pasar que si te sale bien la novela al final lo que te sale mal es la vida.

martes, noviembre 29, 2005

Mis compis de piso. Capítulo 1: Alejandra.


Esta japonesita agitanada que os tiende la mano desde la foto es Ale. Nos conocimos hace más de dos años cuando la perseguí a ella y a Virginia (ya la conoceréis) por varios afters madrileños. La fiesta se dilató (es increíble el poder de dilatación de las fiestas) y al final se fueron cuando terminó el finde. Y desde entonces somos amigos y hemos reunido a un nutrido batallón de incautos a nuestro alrededor. Nuestra familia. También los iréis conociendo.

La Ale ocupa la habitación cuya puerta da al salón. Tiene una estantería, una cama y unos cuantos libros y cd´s. El ordenador desde el que escribo todo esto es suyo. Es más buena que todos vosotros juntos y, curiosamente, nació en Algeciras, Cádiz, como mi papá. Se prepara para el mundo de las letras. Hizo un año de la Escuela de Letras y ahora un Máster en Edición. Espero que algún día sea mi editora o, al menos, me enchufe. Lo compagina con otros curros de esos que no tienen nada que ver con lo que te gusta y que parece que proliferan como los hongos, aunque ahora la Ale está de baja: le robaron el bolso el otro día a la pobre.

lunes, noviembre 28, 2005

Adiós

Todo ha ocurrido hoy. Yo estaba en una fiesta en casa de unos amigos. Era domingo nublado a mediodía. Entonces sonó el teléfono y la pantalla anunció que era Virginia. Hablamos.

- Ha pasado algo pero no sé si decirtelo porque estás de fiesta.
- No, no te preocupes, dímelo, estoy bien, sereno.
- M. ha muerto esta noche en un accidente de coche.

Y entonces la confusión y el miedo. La incredulidad. La impotencia y el sabernos vulnerables, débiles, perecederos. También a nosotros nos pueden ocurrir esas cosas que por lo general solo le ocurren a los demás.

Un beso.

sábado, noviembre 26, 2005

Apariencia

Quedo bastante bien paseando este invierno por entre los árboles del Paseo del Prado, arrastrando hojas secas con los pies, dentro de mi bufanda negra y mi abrigo verde oliva, con mi tez aceitunada. Deberían sacarme una foto en blanco y negro.

No, no estoy moreno, soy así. Medio gitano.

No, no es invierno aunque hace frío, es otoño todavía.

No, no estoy contento, sonrío por costumbre. En realidad estoy puteado.

No, no hay doble sentido, solo escribo lo que ocurre.

Gracias.

L' amour

Cómo es la vida, llena de casualidades. Ya ven, estoy esta noche recluido en casa viendo una peli con Ale, "Solo mía", salen Sergi López y Paz Vega. Suena además, en un volumen menor que el de la peli, la canción "Montones de basura", de los Planetas. Es una canción sobre miedo. Miedo a las relaciones. Relaciones sentimenales. La peli va de malos tratos.

Imagínense enamorarse de alguien. Imagínense que todo es estupendo, que piensan que es lo mejor que le ha pasado en la vida. Imagínense, por un momento, el amor (si es que existe): esto es, mariposas revoloteando en el estómago, pensamientos obsesivos, euforia al encontrarse y mitificación. Imagínense que, de pronto, casi sin darse cuenta, llega un momento en que alguien le parte las piernas y los brazos. Que le parte la mandíbula si dice algo. Imagínense levantarse doloridos y amoratados. Tener que esconder las marcas. Y que el que hace eso era la misma persona a la que amaba o a la que ama.

Es terrible ¿verdad?

No quiero unirme a la moda de denunciar los malos tratos como hacen los jugadores del Real Madrid y las ¿estrellas? de antena 3 como Andoni Ferreño.

No, no es eso. Solo querría decir que:

tampoco hay que irse tan lejos. Los malos tratos son una desviación patológica y extrema de algo que ocurre todos los días aquí y en China, en mi casa y en la de los vecinos de la puerta de al lado. En nuestro mundo tratamos de vivir un sueño instaurado por las canciones, las pelíclulas, los poemas, Tom Hanks y Meg Ryan: la Cultura. El 90% (así a ojo) de los productos culturales, el cine, la literatura, la música, tratan sobre esto. El amor cortés, el amor romántico, nació en la edad media (en el mundo grecolatino se entendía todo esto mejor: genitalmente) y aún lo seguimos sufriendo. Es un mito, una panacea. Nunca te voy a querer para siempre. Nunca serás lo mejor que me ha pasado. Es todo una mentira alimentada hasta el infinito por todos los que han fabricado cultura cuando están de bajón, cuando están enamorados, cuando no les quieren o cuando se sienten solos.

El enamoramiento es algo perecedero. Como los yogures. Como lo que compras en el supermercado. Como lo que se vende en el Dia o en el Lidl. Y encima tienes que pagar cinco céntimos por la bolsa de plástico. Así es: nadie gana en este juego; un juego perdido de antemano, aunque tal vez necesario.

Pero a vivir que son dos días y estoy borracho.

viernes, noviembre 25, 2005

El estado de las cosas.

Mis coordenadas espacio temporales son: sentado en un séptimo piso con vistas en el Paseo de las Delicias a las 20:18 de un viernes de noviembre. Tengo una estufa catalítica de gas butano a mi espalda. Si explota moriré.

jueves, noviembre 24, 2005

Cajón desastre

Mantener un cajón ordenado es tan difícil como mantenerse ordenado a uno mismo. Es decir: imposible.

En todos los escritorios que he tenido a lo largo de mi vida ha habido cajones llenos de chinchetas, papeles con números de teléfono no identificados, panfletos de bares y restaurantes chinos, algunas fotos viejas, bolis, cigarrillos rotos, servilletas con restos de poemas, cables, transformadores, migas de pan y todo lo demás. Trataba de ordenarlos cuidadosamente, apilaba las libretas y los folios, colocaba paralelamente los rotuladores, metía los clips en cajitas y limpiaba los restos de tabaco. Entonces cerraba el cajón satisfecho. Pero cuando lo abría de nuevo se había vuelto a instalar el caos (incluso los restos de tabaco), como si aquel hueco paralelepipédico (¡al loro!) albergase a un duendecillo travieso -o mejor, hijoputa.

Así somos, un saco de carne con un revoltijo dentro: recuerdos, emociones, fobias, alergias, emociones y manías. Hay días que se levanta uno con todo en su sitio pero ocurre un suceso aciago y todo se vuelve un lío. Pasa una nube y te da la ansiedad. Te tropiezas con algo y brota -como un grano- un recuerdo ponzoñoso. Hueles por casualidad el perfume de alguien mientras cruzas el paso de cebra y te trae a la cabeza a otro alguien que te pone de mala hostia, joder. O te provoca una erección, que casi es peor. Como si los olores conectasen a la gente en diferentes lugares del mundo.

Ocurre además que el aspecto de tu dormitorio es indicador de tu estado de ánimo. Cuando todo va bien y hace sol y buen tiempo las cosas están en su sitio, donde deben de estar. Las mantas dobladas sobre la cama, cada cd en su caja, los libros por orden alfabético y los monstruos (y los gays no declarados) dentro del armario. Pero cuando uno sufre un bache parece que la ropa, misteriosamente, sale de su lugar volando y se desperdiga por el suelo a jugar con los periódicos arrugados de la semana pasada. Si quieres saber cómo está alguien basta con echar un vistazo a su cuarto.

Así que no sé. Debería contratar a una asistenta para que me mantuviera en orden. Un psicólogo (o quizás un psiquiatra), creo que es el nombre que reciben estos profesionales, aunque uno de estos no me barrería el suelo. Por lo pronto la cosa es bastante triste: ayer metí mi mano en el cajón en busca de unas tijeritas de uñas y, confundido, extraje un recuerdo de hace muchos años que me mantuvo todo el día cabizbajo y murmurante.

miércoles, noviembre 23, 2005

Quedódromos madrileños

Si viven en Madrid deben fijarse, al pasar por la Puerta del Sol, en que allí se encuentran dos de los quedódromos oficiales de la villa. Quedódromo es un término que yo mismo he acuñado y que sirve para designar esos lugares donde todo el mundo concierta sus citas. Concretamente se trata del Kilómetro Cero (esa plaquita en el suelo que señala el origen de la red de carreteras) y la estatua del Oso y el Madroño, constante e incomprensiblemente fotografiada por los turistas. Todos los que vivimos aquí hemos cometido alguna vez, quizás por pura desidia, por no pensar, el error de quedar con alguien en uno de estos sitios. Así que uno llega al punto de encuentro y descubre, estupefacto, que hay decenas o quizás cientos de personas en la misma situación: de pie inmóviles junto a la pared o deámbulando lentamente como fantasmas, eso sí, todos escudriñando a la masa en busca de su compañero/a/os/as. Si sumamos la gente que espera, los transeúntes que pasan, los manifestantes que casi siempre protestan por algo, los carteristas, los chaperos, ese predicador de Jesús te ama anunciando el apocalipsis inminente, los turistas (que siguen fotografiando la estatua esperpéntica), resulta una muchedumbre donde resulta díficil encontrar a alguien. Entre tanto jaleo siempre hay alguna persona que durante un instante te mira abriendo mucho los ojos, sonriendo, dirigiéndose finalmente hacia ti hasta cambiar la cara por una mueca de sorpresa y bajar la cabeza avergonzado porque no eras tú a quien esperaba. Tambien suele ocurrir que uno mismo cae en la trampa al confundir unas gafas de pasta, una forma de caminar, una abrigo o un gorro cubriendo una melena castaña por otra que no era.

Lo que a mi se me ocurre, también, es que seguro que mucha de esa gente que mira de un lado para otro impaciente espera pero sin saber a quién. Siempre que paseo aburrido tengo la tentación de quedarme ahí de pie aguardando a que un desconocido se acerque, me estreche la mano sonriente y me de dos besos. Después iríamos a tiro fijo a un bar de cañas, como si todo estuviese ya planeado de antemano. Tomaríamos cerveza y charlaríamos del tiempo, de que la Navidad cada vez empieza antes, cuando lo exige El Corte Inglés, de cómo está el mundo, hay que ver, y de que estamos un poco resfriados este invierno y otra caña, yo también, gracias, se me está haciendo tarde, sí, ya anochece, y salir del bar para volver a la Puerta del Sol, pararse tal vez ante un escaparate o el Top Manta, y luego despedirse, saluda a tu familia, llámame, a ver si volvemos a quedar, claro, un saludo, adiós, y pretender todo el rato que en verdad nos conocíamos y que no estábamos solos y aburridos aquella tarde.

lunes, noviembre 21, 2005

Lafotorosa


Alguien ha pedido que cuelgue una afoto. He aquí una instantánea que fue tomada hace aproximadamente dos meses, cuando llegamos a la nueva casa. Fue una mañana de domingo, a la vuelta de la noche. En primer plano, con gafas de sol, aparezco yo y más atrás, con la cresta, un amiguete que pincha cosas de afterpunk, death rock, y todo eso. Parecemos una banda de música electrónica: yo sería el solista y él pondría la música. Como Fangoria, Depeche Mode o, incluso, ¡OBK!

viernes, noviembre 18, 2005

La vida secreta de las palabras

Resulta sorprendente, cuando menos, que existan palabras para designar sentimientos, emociones o percepciones que todos compartimos. Seguramente esta tarde en el parque yo y la chica con gorro que se sentó al lado miramos al cielo y nos dijimos: el cielo está azul.
Pero ¿cómo puedo tener la certeza de que lo que yo veo azul (al menos lo que yo entiendo por azul) no lo ve ella rojo o amarillo chillón? ¿Cómo saber si usted y el chino de la tienda entienden lo mismo cuando pronuncian la palabra acidez o melancolía?

Daré una breve definición personal de ataque de ansiedad: temor súbito a morir, gran peso en el pecho, dificultad para respirar, pensamientos obsesivos, depresión pasajera, taquicardia, inquietud, deseo de salir a un espacio abierto, desconcierto, posterior ingesta de benzodiazepinas; Lexatin u Orfidal. Durante algún tiempo me pasaba a menudo. El otro día me ocurrió en el metro, al volver a casa, aunque ya no es lo que era.

En cambio pasé un montón de tiempo con una chica para la que la ansiedad era necesidad compulsiva de fumar o comer pipas. Ya ven.

jueves, noviembre 17, 2005

Atasco

A las 9:30 de la mañana ha sonado el timbre.

- Fontanero.

La taza del váter (cómo se escribe el váter) llevaba atascada unos cuantos días y bajábamos en fila india a La Pepa para ir al baño. Era, sin duda, bastante triste: Ale sorprendió la otra tarde en el baño de la taberna a una señora con abrigo de visón tratando de defecar adoptando la postura del esquiador, ya saben, para no tener que sentarse y evitar coger enfermedades. A la señora le dio tanta verguenza que tardó un buen rato en abandonar el baño, esperando que no aguardásemos fuera.

En realidad tener que bajar a la calle para hacer nuestras necesidades -como los perros- no era tan incómodo, bastaba con hacerlo una vez al día, pero la situación en la casa nos provocaba cierta inquietud. El fontanero nos pareció de confianza, de la vieja escuela: entrado en años y con mono azul. Entró en el cuarto de baño, observó el desaguisado un instante y pidió una fregona. La sumergió en el agua estancada, hizo algo de fuerza y violá: desatascado. Nos quedamos de piedra, lo habíamos intentado con el desatascador repetidas veces sin ningún éxito, pero ya ven, la experiencia es un grado y el viejo fontanero con tan solo introducir la fregona lo solucionó en un momento.

Le preguntamos cuanto se debía.

- Son treinta euros.

Lo peor es que hace tres o cuatro semanas, cuando la avería se produjo por vez primera le habíamos pagado doscientos cuarenta europeos a un fontanero de urgencia - un sábado por la tarde- por repararlo.

Sí, definitivamente somos gilipollas.

domingo, noviembre 13, 2005

Esta casa es una ruina

Nuestros errores: la casa era bonita, eso de encontrarse dentro de una mancomunidad proletaria (ferroviarios de la RENFE) con plaza de aparcamiento y verja para los coches resultaba emocionante, el metro que lleva al centro en 7 minutos caía enfrente, los amigos vivían cerca y parecía que las paredes del piso se sujetaban solo por la presión de la luz que entraba por las ventanas. Así era de luminoso.

Ahora: nos empezamos a dar cuenta de cómo será un invierno sin calefacción, nos equivocamos con los colores con los que hemos pintado laz zonas comunes (dicen que es culpa de ese hombre que nos vendió la pintura recomendándonos pintar bebiendo güiski), la tapa del váter se ha caído, la instalación eléctrica del baño hizo plof, hace frío, el suelo esta lleno de manchas, el grifo de la cocina gotea, a veces discutimos, esta tarde la lámpara del salón se ha encendido sin motivo mientras veía una película y ahora no se apaga, el suelo del baño atrae a la mierda, hay grietas por las paredes y los cimientos son inestables. El otro día un cable se quemó sin motivo aparente. Podría haber sido un incendio. Podríamos haber muerto calcinados.

Pero sigue siendo bonito que el sol salga por la ventana de mi habitación, tener estas vistas suburbanas, un cielo taaaan grande (cientos de nubes) y plaza de aparcamiento, un salón apañao y fogones de butano.

Somos unos románticos.

¿O somos gilipollas?

sábado, noviembre 12, 2005

Foto

Se trata de una foto de ella al borde del mar Cantábrico.

Aparece tomada desde arriba, dormida sobre la hierba, muy pálida -debería hablar más bajo para no despertarla-, con los labios-gajos muy rojos y el pelo enredado en las briznas muy verdes; hay también algunas flores amarillas rodeándola y sus ojos cerrados negando al mundo lo que esconden los párpados: sus ojos son demonios.

Parece estar muerta y es hermosa.

jueves, noviembre 10, 2005

Excusa

No he hecho el estúpido trabajo de física de primer curso. Hoy tendré que decirselo a ese profesor joven que nos trata como si fueramos coleguitas. Seguro que algún día me lo encuentro en algún bar. Aunque no creo que frecuente los mismo lugares que yo. Su asignatura es una mierda.

Estoy pensando qué decirle:

- Se me ha estropeado el pc. No sé, algo raro en el disco duro.
- Mi tía. La pobre, tan joven. La enfermedad fue fulminante. Un día está uno perfectamente y al siguiente te han metido en una caja de pino. No somos nada.
- He tenido que salir de la ciudad unos días. Asuntos familiares. Ocho horas en un autobús. Horroroso.
- No solo yo, parece que todo el mundo se ha resfriado por estas fechas. Será gripe aviar.

En realidad me he pasado dos días de fiesta. He estado en tres bares, una discoteca y dos casas de amigos cuando ya era de día. Tomé cerveza y ron con cola. Llevaba los pantalones de campana verdes que he recuperado del armario para el invierno, son calentitos. La camiseta que llevaba también era verde. Me han dicho cosas bonitas cuando me estaba quedando dormido, preferíamos estar despiertos pero se nos caían los ojos, un beso.

martes, noviembre 08, 2005

El sueño de la razón produce monstruos.

- ¿Y qué nos dice la ecuación 8? - dice el tipo con gafas y frente ancha sacando mis ojos de la ventana y mi cabeza de las ramas de los árboles del parque de ahí enfrente.

Bien, pongo los pies sobre las baldosas del suelo, me siento correctamente y la busco entre las fotocopias. Aquí está, la ecuación 8. Mmmm. La miro y agudizo el oído. Acerco un poco la oreja derecha pero nada. No oigo nada. No dice nada. Intento iniciar el diálogo.
-¿Hola?- susurro. El tipo que se sienta al lado me mira. Lleva una horrible camisa de cuadros. Vuelvo a lo mio.
-¿Hola?- Y la ecuación 8 no me responde. Es una ecuación tímida o, acaso, muda.

Me quedo mirándola un poco chafado. En verdad es bonita: hay una integral y una derivada segunda. También un par de sinuosas letras griegas, psi y epsilon. Y un sumatorio. No tengo ni idea de lo que quiere decir, si es que quiere decir algo. Así me quedo un rato, perdido en sus curvas, mecido suavemente por el ronroneo del profesor, comenzando a sentirlo todo un poco borroso -el sol calentándome levemente la nuca- y perdiendo progresivamente rigidez en el cuello. Y entonces la oigo. La ecuación 8 me habla:
- Siente como pesan tus párpados. Siente que son de plomo y que caen irremediablemente. Ven conmigo, ven. Duerme, mi niño, duerme.

Mmm.

sábado, noviembre 05, 2005

Every teeth a wanted teeth

Llevo un par de días tomando pastillas. No me malinterpreten: se trata de antibióticos y antiinflamatorios. Me diagnosticó Álvaro por teléfono (Alvaro es médico) pericoronosis. Suena mal, ¿verdad?, pues se trata de una simple infección en la mandibula producida por la erupción de una de mis muelas del juicio. ¿Recuerdan que hace unos días me preguntaba si mis nuevos molares molaban? Pues definitivamente no molan. No disfruto de la comida, me duele al mover la boca y me cuesta hablar. Y a mi me gusta mucho hablar. No sé a cuento de qué me tienen que nacer a mi ahora otras muelas. Con las que tenía hasta el momento me iba estupendamente. Nunca he tenido una caries ni una muela picada ni un empaste ni nada parecido. Estaban todas en su sitio. Y ahora aparecen estas invitadas inesperadas y se me hincha media cara. Es como un embarazo no deseado. No quiero, no. Que se vayan por donde han venido.

miércoles, noviembre 02, 2005

Hipnosis

Acabo la noche hipnotizado, con un Ducados Rubios humeando entre mis dedos y la voz de Beth Gibbons en los oídos -"...god knows how I adore life..."-, asomado a la ventana de mi cuarto desde donde se domina el cielo rosado, un bosque de grúas de construcción levantando un complejo de bloques allá al sur, las luces azules del Carrefour, una chimenea fina y alargada, humo, aviones que cruzan sin censar, un puñado de estrellas y a veces la Luna, la estación de cercanías de Delicias y otra estación antigua de estilo modernista que ahora alberga un Museo, la cúpula semiesférica del Planetario, algunos árboles que susurran y pocas voces que gritan, barrios cuyo nombre desconozco, edificios de ladrillo visto repletos de gente dormida, el aire fresco en la cara... Aunque no lo creáis esto es belleza.
Siempre soñé que dentro mi ventana cupiera un cielo tan grande.

martes, noviembre 01, 2005

Todos tus muertos

Más que acordarme de los muertos me acuerdo cada año por estas fechas de los días de Todos los Santos de mi infancia -entonces lo de Halloween sonaba todavía muy raro por estos lares- cuando la familia se reunía para visitar, en el corazón de la cuenca minera, el cementerio donde todos, en teoría, vamos a acabar. Cogíamos los coches e íbamos casi en caravana desde Oviedo a Caborana, el pueblecito donde nacieron y se criaron mamá y sus 7 hermanos/as y toda esta historia, la de mi familia materna, comenzó. Según uno se acerca a la cuenca por la carretera -ahora ya hay autopista- los montes se van escarpando, las laderas se hacen más empinadas y las casas decrépitas parecen sostenerse por arte de magia. Todo se torna verde musgo y el cielo se cubre de plomo. Los valles de la cuenca son oscuros y las minas grandes estructuras metálicas casi abandonadas, cubiertas de óxido y sucias de carbón. Los edificios son grandes barracones para los obreros y el cuartelillo de la guardia civil recuerda los tiempos de la Revolución de Octubre del 34 y la guerra civil. Esta tierra horadada tiene algo de amenza silenciosa, de peligro inminente: una furia contenida que degeneró en tristeza. El cementerio está construido sobre una ladera que tiene una inclinación bastante pronunciada, desde lejos parece que los nichos se amontonan unos sobre otros, en realidad hay estrechos pasillos que separan un bloque de los otros. Cuando llegábamos allí casi no cabíamos, todos vestidos de negro y reunidos en torno a la tumba de mis abuelos, algunos tios, un primo heroinómano y otros familiares que no recuerdo o nunca conocí. Venía también un cura, creo recordar, y hablaba. Todo mezclado entre aquellas montañas y bajo el cielo gris: sacerdotes y guardias civiles, dinamita y sindicatos, minas y montones de carbón, mujeres deprimidas, prejubilados alcohólicos poblando los bares y jóvenes drogadictos como fantasmas en las esquinas. Era más bien el Día de Todos los Muertos, en una tierra que parece morirse.

Después nos íbamos a comer fabada alrededor de grandes mesas alargadas.

viernes, octubre 28, 2005

Esas nubes negras

Estaba ahorita mismo escribiendo un nuevo post cuando el viento, abriendo violentamente la puerta del balcón y revolviendolo todo, me ha obligado a dejarlo y a escribir esto en cambio. Me he levantado a cerrar y he visto horrorizado a través del cristal como unas nubes negrísimas cubrían la ciudad a toda velocidad. Ha comenzado a llover de forma muy violenta hace un momento y el día se ha puesto oscuro, los árboles de ahí enfrente parece que se van a quebrar. Es curioso, me da la impresión de que el tiempo atmosférico siempre metaforiza las cosas que me pasan en cuestión de minutos -había ocurrido un suceso aciago hace un rato-, como si yo estuviese conectado con el cosmos o fuera un dios griego furioso.

jueves, octubre 27, 2005

El Sol sale para todos (pero para mí mejor)

La ventana de mi cuarto está orientada al Este y no hay nada delante que se interponga entre ella y el horizonte, allá a lo lejos, recortado de edificios. Hoy al despertar subí la persiana y eran las 8:57 de la mañana: el minuto justo en el que la bola de fuego aparecía en el cielo, toda la bóveda aún teñida de noche y aquel foco inmenso dándole vida a un día nuevo. Así que me ví fulminado instantáneamente por la primera luz del día. Intensa. Caliente. Creo que a partir de hoy intentaré levantarme siempre con el sol. No es para menos.

lunes, octubre 24, 2005

Buzo

He pasado este octubre buceando bajo los días. Algunas tardes algo o alguien llamaba desde fuera como agitando un sonajero. Sal de ahí, decía, entonces yo asomaba tímidamente la cabeza, temeroso, miraba alrededor y pensaba que lo mejor sería sumergirme de nuevo bajo las horas y las nubes, bajo mi manta estampada, prefiriendo no ver pasar los dias. Así los árboles se han puesto ocre, casi sin darme cuenta comienza a hacer frío en mi cuarto y ya encarrilamos noviembre. Todo va como debería de ir, parece, todo va bien.

sábado, octubre 22, 2005

Los flequis y yo

Una de las banderas de esta era de banalidad en la que nos arrastramos son los flequillos sobre las frentes de las señoritas. Y como soy un hombre de mi tiempo tengo el extraño don de cortarlos muy bien. Recuerdo que hace algo así como un año, en una fiesta a horas intempestivas en la casa de Iglesia Martalampa se prestó para que le cortase un flequillo. Lo cierto es que en vista del estado en que todos nos encontrábamos demostró mucho valor. Con la vista emborronada paseé las tijeras por delante de sus ojillos cerrados, el pelo rubio le estaba cegando. Finalmente quedó estupendo: el lunes en su trabajo de la ONG todos dijeron que jamás había llevado un estilismo tan acertado y moderno. Estaba guapa.
Hoy lo he vuelto a hacer. Al volver del almuerzo en el centro a Ale se le antojó que le cortase los pelos que le caían por la cara. Con más tino esta vez he recortado un estupendo flequillo que enmarca su carita en pelo negro azabache. Está muy guapa.
Debería ser peluquero, sería Txe Por Dios!

viernes, octubre 21, 2005

Todo tiempo pasado fue mejor

Viendo que se reeditan las obras completas de todos los grandes escritores me he puesto a leer mi antiguo blog, planetaimaginario. Así de perjudicado he llegado hoy a casa. Lo peor ha sido que creo que antes, hace un par de años o así, escribia bastante mejor que ahora. También la vida era más excitante. Así que pasen de mí y lean el que fui: solo ahí que pinchar aquí, Planetaimaginario.
PD. Lean lo más antiguo que puedan pinchando en la barra con las fechas. Llega hasta el 2002. Éramos jovenes entonces.

jueves, octubre 20, 2005

Mis nuevas muelas ¿molan?

Las hojas se caen y a mi me salen nuevas piezas dentales. Las Muelas del Juicio: dicen los que saben que cuando aparecen cobras la razón. Espero que esta vez sea cierto. Son cuatro nuevos molares que van naciendo poco a poco, verlos crecer es como observar a tu niño o al árbol que has plantado para transcender. Ahora mismo duele un poco, parece que con ellas me he mordido partes interiores de la boca que no estaban preparadas para las recién llegadas. Lo bueno es que no es la encía lo que me molesta, así que espero que el dentista no quiera extraerlas. Es un trance por el que ha pasado gran parte de la gente que conozco y que no es nada grato. Como una circuncisión o como un ritual de paso a la edad adulta en las tribus africanas. De todas maneras lo mejor será no visitar al médico, dicen también los que saben que últimamente las sacan sistemáticamente para hacer algo más de dinero y yo creo que en mis poderosas mandíbulas aún queda hueco para nuevas piezas trituradoras. Me voy a comer el mundo, o al menos masticarlo.

miércoles, octubre 19, 2005

Mal presagio

He pasado un rato hoy, tras apagarse el cielo, fumando un piti y observando la luna desde el balcón. Desde casa se domina un cielo casi semiesférico: vivimos en un séptimo y no hay ningún edificio cercano. Este balcón, asomado al cruce entre Ferrocarril y Paseo de las Delicias, es casi lo mejor que tiene este piso que se cae por momentos. Estaba la luna, digo, completamente amarilla y a ratos cubierta levemente por algunas nubecillas que difuminaban la luz. Mirar la luna es mejor si uno se olvida de que es un disco plano y se convence de que en realidad es esférica, una bola que está ahí, bastante cerca, girando alrededor de nosotros. Y de que misteriosamente no se cae. Dicen que la ciencia explica todas estas cosas pero yo digo que, aún después de dedicarme a esto desde hace algunos años, ya no se qué creerme.

Anoche, volviendo de Lavapiés, la luna estaba más alta y más blanca y muy cerca, como si estuviera orbitando en torno a ella, se veía Marte de color rojo - tal vez anaranjado. Y para mí eso siempre fue un mal presagio aunque seguramente esta vez deje de serlo. Mañana, por lo pronto, es jueves.

martes, octubre 18, 2005

Ultimo

Amanece un poco nublado. Pago la factura del agua. Almuerzo en el comedor de Renfe con amigos. Tomo un café descafeinado y duermo la siesta. Es martes y finalmente, a media tarde, el sol ha salido. Posiblemente sea el último sol del otoño.

lunes, octubre 17, 2005

Resaca monstruo

Media tarde de lunes y vuelvo a luchar -ya hacía tiempo- con una resaca monstruo. Lo cierto es que hoy no es el día más adecuado para tal empresa: al otro lado del balcón el cielo está blanco y ahí, en el medio de la plaza, se levanta ese obelisco que hay al lado de la Iglesia, como un falo divino totalmente oxidado. Laus deo, se puede leer en la base del obelisco, la ley de Dios. A veces me asusta. Por lo demás los arboles también se están poniendo poco a poco color óxido y empieza a hacer frío. Ha venido Álvaro e íbamos a hacer cosas pero finalmente se ha quedado sopa en el sofá. Mira, ahora mismo se está desperezando. El fin de semana me dejó fatal.

jueves, octubre 13, 2005

Mea Culpa

La culpa es del sistema. La culpa es del Estado. La culpa es de la tele. Y de los padres, que las visten como putas. La culpa es de la educación. Y de la cultura. La culpa es de la izquierda. También de la derecha. Del PP y del PSOE. La culpa es de la marginación. La culpa es del tiempo atmosférico. De los lunes. De las drogas. De la RENFE y de la ETA. De las viejas que salen de misa. La culpa es la desinformación, de los editores, de Operación Triunfo. La culpa la tiene la resaca y los nervios de última hora. La culpa es de Israel. La culpa es de mi vieja y también el garrafón tiene la culpa. La culpa es del vecino. La culpa es de los pilotos. Es de la juventud y de la Iglesia. La culpa es de las multinacionales y de las revistas de tendencias. La culpa es de la mayonesa hecha en casa. La culpa es de las putas, de los fontaneros que miraron mis tuberías. La culpa es del desayuno que me sentó mal. La culpa es de ese tipa que sentó frente a mi en el metro. La culpa es del amor. De Tom Hanks y de Meg Ryan. La culpa es tuya. La culpa es mía.

miércoles, octubre 12, 2005

A vueltas con el otoño y ahora en serio

Decía hace dos posts que cuando el cielo se ciega en Madrid hasta los cuervos bajan la cabeza. Y hablaba de prestado, pues en el fondo confiaba en que aquí jamás engriseciera. Pero ocurrió. Y hace un par de días el lunes se intersecó con el otoño y solo podía sonar en el lóbrego salón de mi casa Dominique A -tout sera comme avant-. Fue triste que la lluvia me cogiera, de pronto, sin avisar, frente al Museo del Prado, y también fue triste (si esta es la palabra para designar estas cosas) que todo el mundo corriera a guarecerse dentro de los portales o junto a la pared. Lo más triste fue, sin duda, ver como lentamente el suelo se ponía brillante y negro de agua y de suelas. Necesité tres vasos de ron y una llamada telefónica para sobreponerme y ni aún así. El futuro será como sea pero sobre todo otoñal y después terriblemente invierno.

miércoles, octubre 05, 2005

Mordisco

Llamó anoche mamá yy me dijo que al final TíaVicen se había levantado y me puse triste y sentí cierto asco de mí mismo. A veces no puedo aguantar el ritmo en mi constante y angustiante lucha contra la desidia: dejo las cosas que debo hacer. Es entonces cuando hago una visita relámpago a Asturias y me digo: tienes que visitar a la TíaVicen. Me digo luego: bueno, puedo hacerlo en cualquier momento. Porque la TíaVicen vive en el mismo edificio que mamá, sólo dos pisos más arriba y solo tengo que coger la escalera para plantarme en su puerta en menos de un minuto y entonces darle dos besos, aguantar que me riña un rato por mi pelo y por estudiar una carrera estrafalaria y por tener rotos los pantalones; asomarme con ella al balcón y escuchar otra vez que los vecinos de enfrente seguramente son etarras porque hacen cosas raras (como dormir en colchones en el suelo) y reírme un rato y luego recibir, tal vez, algo de dinero y volver a mis cosas, que son fundamentalmente no hacer nada o estar en el bar. Pero, incluso con lo poco que cuesta, a veces no lo hago. Me digo que lo haré más tarde, o mañana, sabiendo en el fondo que no lo voy a hacer. Resulta que es lo que ha pasado este finde. La TíaVicen llamó a casa y preguntó por mi la noche antes de mi partida. Me puse y le dije que me tenía billete para las 9:30 de la mañana, que podía visitarla antes de irme. Ella dijo que era muy temprano, que aún así la despertara. Por la mañana me mentí diciendo que no quería molestarla, la TíaVicen es una anciana y no madruga. Me mentí porque en realidad lo importante es que no me apetecía. A cerrar la puerta de casa tras de mí oí el teléfono sonar al otro lado, hice caso omiso y tome el ascensor. Era la TíaVicen, me dijo mamá anoche, que se había levantado para verme cinco minutos, y lo peor es que yo ya sabía que era ella la que llamaba, y peor aún, que ya sabía que se iba a levantar ella solita, que no la iba a tener que despertar porque me quiere. Aún así tomé el ascensor, digo, y me fui derechito a la estación, muy de mañana. Y ahora me muerde un animal que albergo en el bajo vientre, será la conciencia, si es que yo uso de eso.

domingo, octubre 02, 2005

Mis coordenadas espaciotemporales son las siguientes: Oviedo, sábado noche, las doce y cuarto ya de la noche. Estoy frente a mi ordenador tartamudo acompañado por una lata de Mahou cinco estrellas y un paquete de Ducados Rubio, nuestro último gran descubrimiento: veinte barritas de cáncer inflamables por solo un euro y pico. La mayoría de mis amigos están en Madrid o en una boda a la que no he sido invitado -tampoco había la confianza suficiente-. He hablado con María y están tomando sidra, hoy vuelve Madalena después de un largo verano en Salou con un trabajo basura. Tengo ganas de verla.

He pasado la tarde charlando con mi ex por el messenger -invento crucial de nuestra sociedad- y escuchando algunos discos. Ahora mismo suena James Holden, un dj inglés que pincha trance -no se sorprendan, soy un tipo más cultivado, pero dejen sus prejuicios y escúchendo-. Mi madre se ha ido al cine con un amigo a ver la última de Fernando León de Aranoa, yo he declinado la invitación porque me amanecí perezoso y he oido que el film es largo, efectista y algo tedioso. Una pena pues realmente amaba a ese director. Otro día la veré.

He leido, también, los textos de Isabel, una mujer que no conozco y a la que envidio. Su prosa poética es sorprendente y admirable. Quisiera escribir como ella pero, ya ven, aquí estoy relatando simplemente un día aburrido y preguntándome si debería salir a ver a mis amigas y si debo o no ducharme. Mis axilas -o sobacos- opinan que si. Yo, la verdad, no lo tengo nada claro, amanecí perezoso hoy.

Otoño, Oviedo

Oviedo es una ciudad fabricada con hebras de otoño. Porque es siempre otoño en Oviedo, incluso cuando no lo es, incluso en agosto o febrero. Pero Oviedo es más otoño aún cuando es otoño, en las tardes grisáceas de octubre o en los cafés humeantes que se sirven en Noviembre. Un lugar para otoñear, verbo que denota el acto de ver caer las hojas, imaginar algún verso melancólico y pasear por calles de piedra con bufanda y libro bajo el brazo. Las aceras húmedas comparten color con el cielo y siempre hay una gota en la superficie de los cristales.

No me malinterpreten. Esta bien el otoño en Oviedo. Madrid, por ejemplo, es una ciudad de pequeños vasos dorados de cerveza tomados al aire libre, de primavera y verano si lo prefieren. Y cuando una nube plomo ciega el cielo de Madrid hasta los cuervos bajan la cabeza. En cambio en Oviedo, en otoño, osea, siempre, se produce esa tristeza que provoca un placer morboso, tristeza un poco parisina poblada de paraguas negros y hermosas muchachas de boina, piel blanca y tersa y gesto infantil. Leve melancolía, si lo prefieren. Ya sé: me compraré un gran abrigo negro de segunda mano, lleno de bolas, y una bufanda roja, iré a un café con solera a fumar en pipa e intentar releer Rayuela. Cuando salga tal vez llueva, pero así estará bien.

miércoles, septiembre 21, 2005

Un sueño

Soñé anoche que se declaraba de nuevo una guerra y volvíamos a salir a la calle y otra vez llegaba la policia y nos golpeaba, ellos con sus cascos negros, sus porras negras, su pecho negro con un zapato dentro, nosotros con nuestros pelos locos y la cabeza llena de pájaros.

jueves, septiembre 08, 2005

Txetxu ya no vive aquí

Ayer dejé mi casa. O la que era mi casa, antes. Así que ayer ya es antes. En un acto que debería haber sido solemne hice entrega de mis llaves a Yoli, después de dos años y medio de convivencia. Pero como, aunque a mi me gustaría, la vida no es una película, resultó de lo más light.

Llegamos a la casa de Ópera un 7 de Diciembre, huyendo de aquel horror en que se había convertido la casa de Atocha. Por esas fechas caía el cumpleaños de Rory y lo celebramos junto con la inaguración. Recuerdo que un inglés se cayó borracho sobre la mesa y se hizo pequeñas heridas con cristales en la espalda, había manchitas de sangre en su camiseta. Otro de ellos recibió un directo a la mandibula de manos de un vecino enfurecido que acechaba en la escalera. Anyway aquel guiri no nos caía muy bien, era de color rosa.
La casa de Ópera, al contrario que la que habíamos dejado atrás, era de lo más burgués. Yo siempre lo dije: como de un matrimonio de mediana edad esperando su segundo hijo -y que por favor salga la parejita. Como dice en los carteles con los que anunciamos ahora la habitación libre tiene de todo (todas las comodidades): aire acondicionado, calefacción, parquet, lavavajillas... Y el barrio era céntrico y tranquilo, poblado de buena gente y sin problemas, aunque solo faltaba dar la vuelta a la esquina en la calle leganitos para encontrarse con todo bullicio del centro y los peligros de la noche, los indigentes, las putas,la gente armada y los taxistas.
Fui feliz en esa casa, y también fui de lo más desdichado. A veces lloré. Pero dicen que el hogar es donde ha dolido el corazón, así que supongo que fue mi hogar durante un tiempo crucial. Ayer, con la habitacíón ya completamente vacía y limpia se me encogió el pecho y me sentí traicionado al pensar que alguien vendrá ahora y llenará las paredes y los armarios con sus cosas. Es extraño despedirse de las casas vacías, igual que despedirse de un cadáver de gala y maquillado. Ayer me fumé un cigarro en el balcón y escuché mecerse al viento una vez más los árboles del Senado que tanto me acompañaron por las tardes. Cogí mis últimas cosas, bajé tres pisos de escaleras, le dije adiós a una vecina y la puerta se cerró detrás de mi cuando salí a la calle. Es curioso, por primera vez en meses llovía.

martes, agosto 30, 2005

Miedo

Estoy realmente acojonado ante la llegada del otoño. Me pondré amarillento o marrón y me caeré al borde de cualquier camino del parque. Y allí estaré hasta que me lleve una ráfaga de viento gris o un hombre con rastrillo me coloque sobre un montón de hojas secas, amarillas o marrones. Es verano hoy aún...

viernes, agosto 26, 2005

Desidia

Desidia o apatía. La mayor parte de la semana transcurrió en casa con las persianas bajadas, viendo desde la cama la series del Paramount Comedy sumergido en la penumbra, masturbándome en exceso y alimentándome de latas de fabada Litoral. Y al encenderse las farolas de la calle acercarme hasta el bar y agarrarme fuerte a la barra como quien se agarra a un madero en un naufragio. Al volver a casa me chocaba con las paredes.

sábado, agosto 13, 2005

Aerolineas Genitales

Qué maravilla pasearse por la casa en pelota picada, caminar por el pasillo, dejarme caer un rato por el salón, sentir el fresquito de la nevera contra mi pecho desnudo, así hasta plantarme delante del espejo de cuerpo entero, comenzar a mover rítmicamente en círculos la cadera y observar, alucinando bellotas con la naturaleza y el cuerpo humano, como mis genitales comienzan a girar haciendo el movimiento de un molino o un helicóptero. Una pena no conseguir la velocidad suficiente para despegar los pies del suelo y salir volando, con mi polla y mis cojones como aspas, hasta un lugar mejor que este, como la orillita del mar en Cádiz o un estado libre asociado de conciencia.

No puedo

Básicamente soy un inútil. Si como pasa con el cerebro que está formado en capas desde el cerebro de reptil -en lo más hondo- hasta el córtex o en las muñecas rusas o en las cebollas, nosotros también nos construimos a capas dentro de mí hay, sin duda, un niño inútil, y esto me condiciona. De guaje cuando estábamos en el cole yo era el que siempre llegaba el último en el test de Cooper, el que menos potencia de escupitajo poseía y también el que perdía el balón en los partidos de baloncesto. Al llegar a la adolescencia la cosa mejoró al empezar a valorarse otro tipo de cosas como el don de gentes o los chistes malos. Pero algo de aquel niño inepto quedó y ahora existe una fuerza invisible que obra sobre mí y me impide cumplir con mis obligaciones más inmediatas.

Fumo ahora mi primer cigarro del día - son las ocho de la tarde- mirando por la ventana y pensando que Oviedo es una ciudad de juguete poblada por ciudadanos muñeco cuando se me ocurre que en vez de terminar la jornada haciendo un inventario de las cosas que he hecho mejor debería hacer lo contrario: listar las cosas que debo hacer y que nunca hago por pura desidia, como por ejemplo estudiar o visitar a mi TíaVicen. Al menos he conseguido escribir algunas cosillas en mi olvidado blog y por otra parte es preferible ser un inútil que un tonto útil, aunque menuda gilipollez, quien no se consuela es porque no quiere, eso está clarinete. Otro cuento que me cuento.

La desgracia del melómano

Cuando uno entiende de música no le respeta nadie, es la hostia. He dedicado una parte importante de mi vida a escuchar discos de una gran variedad de estilos, a mangarlos en las grandes superficies, a bajármelos de internet, a mover el cacas en todo tipo de garitos, a leer libros y revistas sobre el tema, a charlar, a ir a conciertos. Pero claro, entender de música no es algo bien visto. En cambio si uno tiene por aficción los perros, los coches o los rifles es tratado como una autoridad en la materia. Nadie niega que conoce el tema en profundidad porque, en realidad, poca gente entiende de estas cosas. Pero como la música es una cosa tan común con la que nos bombardean y hasta nos hacen burla continuamente todo el mundo se cree con derecho a tener una opinión autorizada, y no es así. Cuando tu das la tuya -que generalmente si lo es- o cuando nombras una banda desconocida ya te toman por un snob que se las quiere dar de entendido. Y no es que me las quiera dar, es que lo soy. Coñe.

El clero volador

Hoy he visto a un sacerdote cruzar la calle por donde no debía y cada vez que veo algo así pierdo de nuevo la fe. Era además un cura con todas las de la ley: viejo, de pelo completamente cano y con sotana. Y sin ningún respeto por los pasos de cebra. Resulta que esos que desde los púlpitos nos exigen continuamente obediencia a las normas -al menos a sus normas- luego se saltan a la torera el código vial. Aunque claro, bien mirado tal vez sea que los curas solo están sujetos a las leyes de Dios y las leyes terrenales sean para ellos una nimiedad. Así que propongo que les instalemos bajo los faldones unos retropropulsores que los eleven por los aires y asi no interfieran el tráfico. Sería divertido ver a todo el clero volando por ahí y tal vez chocando entre ellos y cayendo del cielo cual Lucifer. Sería divino.

sábado, junio 25, 2005

Que pena de Blog

Reviso mi olvidado blog y me encuentro, sorprendido, un comentario en el último post. Dice que este es un blog muy solitario, que en otros se agolpan cientos de comentarios. Que triste, ¿verdad? Lo cierto es que ocurren varias cosas:

1. Que la gente que conozco y lee esto es mala gente, sin creatividad ni inquietudes, sin arte. Y mira que conozco gente.
2. Que escribo muy poco, prefiero pasear por el centro. Además el panorama aquí en la página no es muy halagüeño.
3. No se me ocurren más razones.

Por cierto, si se obra el milagro y decidis dejar un mensaje deberíais identificaros, siempre aparece "anonimo". En fin, ahora que acabo con mis obligaciones académicas prometo grandes sorpresas.

martes, mayo 31, 2005

La chica del dragón

Conocí el otro día a una mujer que parecía una niña. Yo le eché 22 pero resultó tener 32 y un bonito tatuaje de un dragón a un lado del pubis. Tenía un cuerpo pequeño y fibroso y parecía estar bastante loca. Todo esto me hacía gracia. Como digo, la ví una vez y, más tarde, ella insistió en repetir. Repetimos.

Pasó una semana y media. Un día pasé por su barrio y la llamé, ella dijo estar durmiendo, aunque no la creí. Hoy, a mediodía, ha sonado mi teléfono, era un mensaje donde venía a decir que mejor si a partir de ahora nos vemos solo como amigos. Como "coleguillas" exactamente.

Me fascinan como ocurren estas cosas. A veces -y no solo para ella, si no para todos- las personas parecemos objetos de consumo, de usar y tirar. A veces le toca a tu partenaire y otras veces a tí mismo. Y aunque no estés muy interesado en el asunto siempre te duele un poco en el ego que te rechazen. Piensas: ¿qué habré hecho mal? ¿por qué ya no querrá más?

En fin, supongo que ni yo soy tan especial ni la vida tan novelesca, así que a otra cosa mariposa.

Echaré de menos aquel dragón. Y sus gritos.

Todo fluye menos yo

Cuando te quedas un poco estancado en un sitio es cuando más evidente se hace el paso del tiempo. Me refiero, cómo no, a este pantano en el que se el que se ha convertido la facultad para mí. Pasan generaciones y generaciones y aquí permanezco yo, como si, irónicamente, fuese el que tiene a su cargo tanta sabiduría milenaria. Ahora son los exámenes, es la guerra, así que no tengo mucho tiempo para nada, aunque tampoco me puedo concentrardemasiado en el estudio. Ya no me interesa y además, me produce ansiedad.

viernes, mayo 20, 2005

El amor y la ciencia

No sé si lo he dicho ya, pero cada vez que veo una pareja de enamorados me sale un sarpullido. Es primavera y las parejitas salen a la luz del sol como los caracoles cuando pasa la lluvia. Están por todas partes, tirados por los parques en posturas obscenas, tratando de acercarse lo más posible a eso que se llama sexo sin sobrepasar el límite de lo ímpúdico, esto es, frotándose los genitales unos contra otros con los pantalones puestos. Luego claro, se agarran unos calentones que no veas. Como diría un viejo amigo: ¿¡¿¡qué pasa, que no teneis casa?!?!? Lo más probable es que no, claro con esos alquileres... - aprovecho para hacer aquí una comprometida denuncia de la situación inmobiliaria en este país (cuando uno se queja hay que decir "este país").

El caso es que ahí algunas parejitas en la facul: por la mañana llegan juntitos y cogen sitio -también juntitos- en primera fila. En los descansos se da arrumacos. A la hora de comer almuerzan en la cafetería en compañía de amigos. Y por la tarde se suben a la biblioteca o hacen alguna práctica de laboratorio -la física entre dos siempre es más llevadera, a mi me ha tocado ser una especie de científico onanista o freelance. Al final del duro día de estudiante se van al metro cogiditos de la mano, tal vez comentando los conocimientos adquiridos o tratando de resolver satisfactoriamente los siempre inquietantes problemas propuestos. Tendrían que hacer los exámenes a medias, digo yo.

Hay un par de ellos en mi especialidad y coincido en la mayoría de las clases con ellos. Hoy ha sido gracioso: ella ha llegado primero y ha cogido sitio al frente de la clase. El profe ha comenzado a hablar de estrellas por dentro y cosas así. Hemos oído la puerta abrirse y luego cerrarse. Me he girado y era él, el novio de ella. Nos hemos quedado sorprendidos al escuchar como se sentaba en una de las últimas filas dejando a su parejita sola ahí delante. Me he girado para comprobar la certeza de mis sospechas y, efectivamente, allá atrás estaba el enamorado con cara de pocos amigos. Al volver a mirar a la pizarra ella se ha girando a su vez, con cara de pocos amigos y diciéndole sin voz, sólo moviendo los labios: "Eres idiota". No he podido evitar sonreirme, ahora resulta que todos vamos a ser testigos de sus crisis matrimoniales, qué descaro. Al térnino de la clase ella se ha dirigido muy derecha a discutir con él, yo me he ido, que ya me parecia demasiado obsceno tener que presenciar aquello. Me pregunto qué pasaría la noche anterior.

La cultura occidental y la Mahou Clásica

Uff, cuánto hace que no escribooo! Bueno, lo cierto es que estoy embarcado en varios proyectos literarios que se suelen desarrollar en el miniescritorio de mi habitación, bajo la luz de mi flexo retro rojo y en compañía de una botella de Mahou Clásica. Como dije el otro día: tratando de ser la Corín Tellado punk, y digo esto con toda la humildad del mundo, sabiendo que nunca llegaré al nivel creativo de la maestra.

Por aquí ya hace buen tiempo. Le cometé a Irene hace un rato, "al salir de clase", que había leído no sé dónde que la razón por la cual toda la ciencia y la filosofía occidental se ha desarrollado básicamente en Alemania y otros países nórdicos es el clima. Las nubes y el frío hacen que la gente sea más reflexiva y disponga de más tiempo para cavilar: sin tiempo invernal no hubiera habido ni Kant, ni Hegel, ni Nietzsche, ni Marx, ni Mecánica Cuántica, ni Einstein ni Relatividad (ahora que está de moda), ni Freud, ni psicoanálisis, ni nada de nada. Por lo demás España es un paíse más apto para toreros, futbolistas y vagabundos; ahora se acercan los exámenes y díganme ustedes con que valor me meto yo en la biblioteca pudiendo estar tumbado en el césped o en alguna placita madrileña, tomándome -otra vez- una botella marrón y frequita de Mahou Clásica.

miércoles, abril 20, 2005

Habemus facha

Una de las grandes noticias de ayer, hay nuevo Papa. Fue curioso ir caminando hacia casa por una céntrica calle de la capi y oir las campanas de todas las iglesias tañendo por el nuevo superpárroco. Y al final a salido Joseph Ratzinger, que al parecer es del Opus Dei y que endurecerá la actuación de la Iglesia en todos esos temas éticos que los opusdeistas conocen a fondo. Vamos, que si por el fuera todos a parir como conejos, a torturarnos con el cilicio (esa cuerdecita con pinchos que usan los del Opus) y los de África a exterminarse en masa sin el condón. Y mira que llevaba yo ya tiempo diciendolo: "hey, el próximo Papa va a ser del Opus", y al final era cierto, y eso que siempre me toman por un iluminado. En fin, que parece que esto a los no católicos no nos debería incubir, pero supongo que estas cosas afectan a toda la humanidad. A mi que me excomulguen.

En las nubes

Ayer fui a visitar a mi profe de Novela Contemporánea. Su despacho está en la Facultad de Filosofía y Letras B. Es un edificio enorme lleno de despachos que domina aquella parte del campus, y yo nunca había estado dentro. Tomé el ascensor y al llegar al décimo piso, donde se encuentra el despacho, me quedé impresionado por las vistas que había desde aquellos ventanales. La mujer no estaba allí, así que espere, me eché tranquilamente un cigarrito mirando por la ventana. Es una perspectiva extraña la que se tiene desde allí, se ve la ciudad por su orilla occidental: allí estaba el Faro de Moncloa, y más allá los edificios de Plaza de España y luego el Palacio Real y la Almudena y siguiendo una línea todas esas tierras desconocidas del sur, Puerta del Angel, Aluche... Pero lo que más se veía era la Casa de Campo, qué parque tan inmenso. Podrías perderte en el toda la vida, o -perdonen el chiste fácil- todas las noches. Pero lo más impactante fue cielo, tan inmenso y tan plano, cubierto uniformemente de nubecitas parcialmente iluminadas por el sol que parecían de mentira, de realidad virtual. Estaba yo tan alto que parecía que las bandadas de pájaros se iban a estrellar contra la ventana.
Finalmente la profe no llegó. Supongo que como son literatos piensan que pueden estar en las nubes -sobretodo en esos despachos estratosféricos. Pero no me importó, hice el camino de vuelta muy contento: nunca había visto un cielo tan grande.

Haciendo poemas

Innata mi facilidad para los malos poemas:
me basta sentarme acurrucado en una esquina de la habitación
con un boli, mi pequeño cuaderno azul
y el pecho malherido.

Y cada cinco minutos cago una perla.

jueves, abril 07, 2005

Yo, la Corín Tellado Punk!

Pues parece que mi último escrito, el comunicado 96, titulado Escepticismo, ha tenido una acogida sin precedentes, a juzgar por el número de respuestas y felicitaciones que he recibido. Gracias a todos y todas. Tal vez sea porque hacía meses que la musa me había abandonado y no escribía nada, dicen que la espera aumenta el deseo y que mejor no repetirse. He de reconocer, de todas maneras, que la cosa quedó tierna y bonita, aunque -como buen autor- no estoy contento del todo por ciertos detalles que no voy a comentar -simplemente para que nadie se fije en ellos.

Con motivo del comunicado numero 100, que ya asoma las orejas en la lontananza, espero recopilar los - a mi juicio- mejores escritos que he producido y recopilarlos en un libro que fotocopiaré y encuadernaré en una de las mejores y más prestigosas fotocopiadoras de España (a falta de editorial...). Echando un vistazo a lo que tengo seleccionado me doy cuenta de que la temática cursi y amorosa predomina poderosamente. Un día G. me dijo -con sus nervios habituales y su voz aguardentosa- que debía de sacar mis textos de la cama (sic) , en aquel momento pensé que quizás debiera hacerle caso, pero lo cierto es que un escritor no debe renunciar nunca a su tema. ¿Lo hizo Neruda? ¿Lo hizo Kafka? ¿Lo hizo Primo Levi? ¿Lo voy a hacer yo? La respuesta es no. Teniendo estilo propio y tema, ¿qué más se puede pedir? Así que seguiré en mis trece escribiendo lo que se me ocurra, siendo , en cierta manera, una Corín Tellado Punk!

martes, abril 05, 2005

¿Buena Fabada o Holocausto Fabil?

Ayer fue mi segundo intento con la fabada. Os recuerdo que hace unas semanas mi madre, en su visita a la capi, me trajo tres fabada-packs, esas cajitas que venden en las tiendas de productos asturianos y que contienen, envasadas al vacío, un montón de fabes y el compango (chorizo, morcilla y esa otra cosa que no se muy bien qué es, ¿jamón?). Pues bien, en el primer intento puse las fabes a remojo la noche anterior, como mandan los cánones y al día siguiente lo cociné todo junto y revuelto en la olla express (no pienso perder tres horas en hacer una fabada en la olla convencional, soy un hombrecito ocupado). Resultó que la fabada quedó aguada, las alubias perdieron la cáscara y algunas estaban duras y, como había echado dos chorizos, el potaje tenía un sabor demasiado fuerte y salado. Cómo son los colegas cuando les haces de comer... estaban todos -mis compis de piso- comiendo aquello en el salón con cara de asco e, hipócritamente, alabando las virtudes de mi cocina. En fin...
Ayer me levante tarde, perdí algunas horas de clase y para alegrarme el día, para tener conciencia de haber hecho algo útil con el tiempo decidí poner la lavadora, comprar papel higiénico y productos de limpieza y cocinar mucho: la Ensalada Imperial Txetxi y una Buena Fabada. Mi Ensalada Imperial no tiene ninguna ciencia más que juntar los exóticos ingredientes que elijo en estado de trance místico (tiene arroz y cosas chinas) y la correcta mezcla de aceite y vinagre (mi madre dice que tengo un talento innato para aliñar, tal vez mi único don).
Con el tema de la fabada estaba un poco acojonado. No había puesto las habas remojo pero me dio igual, tomé esta actitud punk y lo eché todo otra vez en el olla, pero esta vez con un poco de cebolla (como me aconsejó mamá), menos sal, menos agua y un solo chorizo. Después de 16 minutos (como aconsejan las instrucciones de la olla para la fabada) abrí el artefacto con cuidado (las ollas express dan miedo) y aquello que vi dentro no era una fabada, sino un holocausto fabil. Más bien parecía una fosa común de fabes, algunas destrozadas, sin nada de agua, rígidas, como muertas. "Horror", exclamé mordiendome el puño (bueno, dijé "me cago en la puta", eso de "horror" suena un poco cursi); y muy enfadado volví a poner la olla otros 16 minutos, por mis santos cojones. Y aunque no albergaba ninguna esperanza de recuperar aquel mejunge, cuando lo volví a mirar encontré una deliciosa y perfecta fabada; era, diría yo, hasta hermosa.
Fíjense en como siguiendo la propia intuición e ignorando los consejos estereotipados -ponlas a remojo, cocínalas este tiempo...- uno puede conseguir los objetivos más elevados, como hacer platos de cuchara, por ejemplo. Es una especie de comunión cósmica: tu pide que el universo proverá. Pero nunca hay que perder la esperanza.

jueves, marzo 31, 2005

Maquinitas del amoooor

Anoche pusieron Eyes Wide Shut de Kubrick en la primera y la volví a ver porque mola, porque va de sexo y de la pérdida de la pasión, y de la infidelidad y todas esas cosas que a todos nos conciernen y nos gustan. Y cuando estaba terminando llama mamá -mamá siempre llama a horas intempestivas- diciendo que ponga la 2 si aún no me he metido en al cama, que en Redes están hablando de la química cerebral del amor, uno de mis temas favoritos (que casualidad, qué programación inteligente la de la tv pública socialista, oiga) con el que llevo dando la coña a propios y extraños regularmente desde hace un par de años, cuando descubrí el tema por un reportaje en el Cosmopolitan u otra publicación todavía más inconfesable.

El caso es que en Redes (que, para el no iniciado, es el programa de divulgación científica dirigido por Eduard Punset, ese viejo de los pelos locos) salía una mujer guiri contando la historia esta que yo conozco en profundidad: que el enamoramiento es un estado de excitación producido por unas drogas cerebrales, unos neurotransmisores, con estructura molecular y efectos parecidos a las anfetaminas y otros estimulantes (ya sabeis, esas cosas que esnifáis los fines de semana en los baños de los bares). Así que uno se siente eufórico, creativo, feliz, activo, vamos, como si estuviera bien puesto. Y después de la pasión, que necesariamente se apaga, viene el momento de otros neurotransmisores más tranquilos, parecidos a los opiáceos (morfina, opio, heroína), llamados endomorfinas, y que te mantienen tranquilito y sereno al lado de tu pareja, los niños y, si me apuras, el perro y la suegra. El trauma más característico de una relación sentimental, lo más difícil, es el paso entre unas sustancias a otras, el empalmar el bajón de speed con el chute de jaco, caballo, jamaro. A mí lo que más gracia me hace de todo esto es que no seamos más que mecanismos que responden a estos estímulos neuroquímicos, que un día te sientas triste y solo sea porque tienes el cerebro empapado de no se qué mejunge o falto de cualquier otro. Con lo profundos que parecemos -algunos-.

Luego, en el plató, Eduard entrevistó a un par de expertos en el amor (!): un psicologo de la complutense y una escritora que ha escrito un ensayo sobre el amor a través de los tiempos. Estos hablaron de las diferentes reacciones según el sexo ante una infidelidad: por lo general el hombre reacciona sintiendose ultrajado y furioso, mientras que la mujer -siempre tan entrañable- se pregunta que es lo que ha hecho mal. Explicaron, también, que el hombre tiende a la infidelidad pues su misión biológica es esparcir sus semilla, que su material genético se mezcle lo más posible, mientras que la mujer teme la falta de su pareja por la necesidad de ayuda a la hora de sacar adelante a las criaturas. Además explicaron que tendemos a cambiar de pareja cada cuatro años porque en principio, hace miles de años, y aún hoy en tribus primitivas con dietas ligeras, el ciclo de la mujer es de cuatrp años, desde que se fecunda una vez hasta que puede volver a ser fecundada. A mi todo esto me recuerda a la teoría del gen egoísta de Richard Dawkins, que viene a decir que el sentido de nuestra vida es únicamente es transportar los genes en el tiempo, permitir que se repliquen, que se mezclen, en fin, que hagan todo lo que tengas que hacer.

Curioso, con lo chachis que nos sentimos, y solo somos maquinitas biológicas que responden a impulsos drogatas o recipientes tupperware para llevar a los genes a conseguir sus fines, quién sabe para qué.

miércoles, marzo 30, 2005

Todo fluye, colega

Me fascina la lejana procedencia de las cosas. Ahora, por ejemplo, tengo un disco en la mano.

Alguien camina por una calle, digamos, en un lugar indeterminado. De pronto la visión de algo provoca en su cabeza la idea de una melodía que tatarea hasta casa. Allí agarra la guitarra y la acompaña de acordes. Al día siguiente se la muestra al resto de la banda y le ponen, en una semana, letra y sección de ritmo. Meses después el disco está a punto y llega la hora de meterse en el estudio a grabar. Lo graban en una semana con la ayuda de un gran productor, el master se manda a la fábrica que graba miles de cd's, que circulan por cintas transportadoras, son metidos en sus cajitas, manipulados por unos cuantos obreros, precintados y almacenados en grandes cajas de cartón en un oscuro almacén de Alabama u Oklahoma. Pronto llegan los camiones que los llevan al aeropuerto, el avión tarda unas once horas en llegar a europa, en madrid se ponen en manos de la compañía, que a su vez se lo pasa a la distribuidora que se lo hace llegar a las pequeñas tiendas y a las grandes superficies. Y en este momento es cuando aparezco yo, aburrido cualquier día laborable al atardecer y con mucha pericia, habilidad y disimulo me hago con una copia gratis.

Esto para los cd's, pero ¿no es inescrutable el camino que siguen los mecheros por el mundo? ¿Por qué siempre tengo mecheros de desguaces y ferreterias si nunca visito estos negocios? Como decía un viejo amigo: los mecheros son universales.

domingo, marzo 27, 2005

La primavera en Sevilla

Es divertido bromear con el caracter de los andaluces: esos seres que funcionan a ocho megahertzios y que son incapaces de pronunciar correctamente ciertas consonantes. Esos seres simples aptos solamente para las emociones extremas, y para portar llorando gigantescas imágenes de la virgen por las calles durante toda la noche. En definitiva esos seres-lagartija, amantes del sol y del buen rollo.
Bromear, claro, porque muchos de mis mejores amigos proceden de ese trozo de la península e incluso yo mismo, que papá era de Cádiz -aunque tal vez ese era su problema.

Así que durante el primer findesemana de las vacaciones de Semana Santa nos plantamos en Sevilla. Nos alojamos en un piso vacío prestado por un tal Guten, amigo de Ale, al que pronto bautizamos como Gluten, que sonaba más sonoro y vistoso, que vestía más, vamos. Se dice que examinando la basura de una persona se la puede conocer al detalle, aún sin haberla visto jamás en persona. Algo así nos ocurrió con Gluten viviendo en su casa, husmeando en su ropa, en sus fotos, en el polvo acumulado en las esquinas del pasillo. Aunque el último día nos fuimos sin esperar su llegada y ni siquiera tuvimos la oportunidad de estrecharle la mano, Gluten siempre vivirá en nuestro recuerdo como un viejo amigo.

Sevilla es un ciudad curiosa (tiene un color especial, dicen). Al llegar, estancados en el tráfico, pudimos contemplar durante un rato lo que antes fue la Expo 92, y esto me hizo experimentar esa inquietante sensación del paso del tiempo. Hace 14 años visité aquel recinto y yo aún era un niño, aquellos pabellones se veían nuevos, modernos, aún brillantes. La vida era también brillante y en la memoria parece que siempre hace sol. Ahora todas aquellas edificaciones engrisecidas, las calles desiertas, el atardecer, le daban un aspecto cadavérico. Le comenté a Rory, que se sentaba en el asiento de al lado del autobús, que lo mejor sería que demolieran todo aquello. Que resultaba tan triste como los intentos en vano de algunas folclóricas de mantenerse eternamente jóvenes. Un hombre que se sentaba delante y estaba escuchando disimuladamente nuestra conversación se dio la vuelta y me miró incómodo.

Lo pasamos bien durante el finde, aunque no hicimos mucho. Paseamos sin cesar por los barrios más notables, vagabundeamos más bien, recorrimos las callejuelas y tomamos cañas. Todos los edificios son bajos en Sevilla, es como si hubieran cortado la ciudad con una sierra por la mitad. La densidad de pijos y señoritos de cortijo es bastante importante. Por las noches nos dedicamos a festejar, lo que mejor se nos da. Conocí en un garito de última hora a una chica de Cádiz que, misteriosamente, parecía compartir todos mis gustos y opiniones. La coincidencia era fascinante. Ella visitaba a su amiga de Sevilla, que también estaba presente, y habían asistido, horas antes, al festival indie que se celebraba, con Lali Puna, Oslo Telescopic y otras bandas del mismo pelo. Cuando se cerró la puerta del taxi que tomó tras depedirse sentí no poder verla ya nunca más y decidí escribirle eso en un mensaje. Iniciamos un camino errático sumergidos en el sol de la mañana y compramos unos litros de cerveza para tomar en un banco de la Alameda. Cuando ya estábamos aproximándonos a nuestro destino matinal miré distraídamente dentro de un bar y allí estaba el vestido verde de la chica de Cádiz, y ella dentro del vestido desayunando con su amiga, con su cara debajo de su flequillo amarillo. Qué casualidad, pensé alegremente; finalmente ellas aceptaron a venirse un rato al sol de la Alameda y pudimos disfrutar de su compañía un ratito más.

Nuestro autobús de vuelta salía a las 12 de la noche, regresamos dormidos. Durmiendo.

jueves, marzo 17, 2005

Times are a-a changing

Llego hoy a este ordenador procedente del parque situado frente a la facultad. Mañana comienzan las vacaciones de semana santa y hace un dia que parece recortado del verano y pegado aquí. Irene me dijo esta mañana que ella y unos compañeros de clase iban a poner un puesto de venta de sangría así que, después de las clases de la mañana, me he acercado a comerme un bocata en su compañía. Todo el césped estaba cubierto de cuerpos estudiantiles y olía a fiesta, había lo de siempre, jaleo, tambores y malabarismos, y me ha recordado a cuando, algunos años atrás (cada vez son más), empezamos la universidad y todo era tan excitante y nuevo; nos dedicábamos en primavera y en otoño a festejar en el entorno de la diferentes facultades, no sé el qué, pero a festejar. Tal vez la vida. Y he extrañado los dieciocho y los veinte, y los raros días de sol allá en Oviedo; los amigos de Asturias y todo lo bien que lo pasábamos y lo poco que -al menos yo- hacía. Parece que ha pasado una eternidad. Ahora, por la tarde, asistiré a una clase aburrida: parece que han cambiado mucho las cosas, hace seis u ocho años nadie hubiera sido capaz de sacarme de la fiesta y meterme en el aula. Será la madurez o qué se yo.

martes, marzo 15, 2005

Mis 5 minutos de gloria

El otro día volviendo a casa me asaltó uno de esos comandos formados por periodista, cámara y técnico de sonido. La chica quería que respondiese a una pregunta, yo le dije que de acuerdo pero que tal vez no conociera la respuesta. Finalmente resultó que debía decir algo a la cámara sobre Ana Torroja. Era para un programa del canal de tele Sol Música. Le dije que bueno, que podía hablar de Mecano y que me sentía bastante identificado con el tema Hoy no me puedo levantar. Pero ella repuso que no, que no les interesaba Mecano: tendría que hablar de su nueva carrera en solitario. Como yo no sabía nada de esto le pregunté si podía inventarme mi opinión, mentir. Ella dijo que claro, que nadie quería perder el tiempo con ellos y que si yo les daba unas declaraciones les ayudaría mucho. Así que el cámara comenzó a filmar haciendo esos modernos movimientos de cámaras tan arriesgados y yo solté que era superfan de Ana Torroja, que me encantaba su música y todo lo que hacía, que su nuevo peinado era estupendo y que había que ver: no pasaban los años por ella, estaba cada vez más joven. Al final se me escapó un poco la risa y a la periodista también, me dijo que se me daba muy bien esto de la tele -y sobretodo mentir, pensé yo.

Caballero de ciencias y letras

Hacía tiempo que no pisaba una facultad de humanidades y ya no recordaba lo que eso era. Como sabreis los estudiantes nos dividimos en dos categorías bien diferenciadadas, inconexas e incluso, a veces, enfrentadas: los de letras y los de ciencias. Aunque de natural yo me considero de los primeros las circunstancias de la vida hicieron que finalmente me encuadrara entre los segundos. Pero este año me he martriculado como asignatura de libre elección en Novela Española Actual y hoy -un poco tarde ya- he asistido a la primera clase. Se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras B; he conocido una parte de la Ciudad Universitaria antes ignorada por mí y lo cierto es que me ha gustado bastante: hay mucho verde, placitas, arbolillos, gente tirada por ahí pasando el rato, tranquilidad y muchas chicas bonitas que seguramente han leído muchos libros. La facultad es vieja, oscura y cutre, como las que salen en las peliculas -he de recordar que la Facultad de Física es lujosa como El Corte Inglés- y me ha sido romántico asistir en tal escenario a una clase de tales características. Me ha sorprendido lo diferente que es ese mundo, más que una clase parecía una actividad lúdica, algo que uno hace porque lo disfruta y no por obligación. Acostumbrado a lidiar tan solo con números y ecuaciones frías e incomprensibles, ha sido excitante pasar dos horas oyendo hablar de monologo interior o del machismo social en La Familia de Pascual Duarte. A veces me pregunto que hago rompiendome la crisma para entender algo tan abstruso y oscuro como la Física pero, a estas alturas, qué se le va a hacer. Rendirse ahora sería una tontería y, por qué no, una deshonra.

martes, marzo 01, 2005

¡Reciclemos el Windsor!

Ayer, después de invitarme a un cocido madrileño, a Tere se le ocurrió visitar el edificio Windsor; así que allí nos plantamos con el frío que hacía, en Nuevos Ministerios. Y la verdad es que así, visto al natural, no es tan impresionante como en la tele: se ve más pequeñito, porque, además, está rodeado de edificos tan o más altos que él. Lo que si es interesante es la parte exterior derretida, cayendo como la cáscara de un plátano a medio pelar, y en la parte superior sólo la estructura interna. Es bonito, se pueden ver las cosas chamuscadas, el churrasco de cables, vigas, ordenadores, de todo lo que tenían allí dentro...
Me enteré que existe una inicitiva ciudadana para evitar su desmantelamiento, a la que me voy a unir. Se trataría de apuntalar todo, tal y como está ahora, y dejar el cadáver de la torre como monumento a nuestros tiempos, tiempos de caos, cuando la humanidad ha visto que debe dejar de confiar en la razón, la ciencia y el progreso, ideales que se iniciaron en la Ilustración y que trajeron tecnología y democracia pero también guerras mundiales, bombas atómicas, destrucción del medio ambiente, terrorismo global, el miedo, la confusión y el Gran Hermano en todos los sentidos. Así que dejemos el Windsor como monumento al caos posmoderno, a la era Bin Laden, a los maremotos, al terrorismo internacional, a los trenes que explotan, a la desconfianza. Además en las plantas de abajo, intactas, podríamos habilitar un centro cultural con exposiciones y cosas de esas y evitaríamos que alguien se lucre si en realidad el incendio ha sido provocado para sacar beneficios.

miércoles, febrero 23, 2005

Il Neige

Había, esta mañana, una nota colgada en la puerta del frigorífico, escrita con la caligrafía de Yoli. Decía que había nieve, que la disfrutásemos pero que cuidado con los resbalones. Corrí a asomarme a los balcones del salón: en efecto, una gruesa capa blanca de aspecto esponjoso cubría los tejados del edificio de enfrente. Me duché rápidamente y me abrigué bien; deseaba, antes de tomar el metro, dar un pequeño paseo contemplando el espectáculo. Me acerqué a los jardines del Palacio Real , observé un rato desde allí, a lo lejos, la Casa de Campo cubierta de blanco. Muchos turistas y madrileños se reunían en los alrededores tomando fotos. La gente que vivimos aquí estamos acostumbrados a que ocurran cosas: a veces nieve y otra veces olas mortales de calor, atentado o bodas reales, grandes manifestaciones, incendios en edificios, asesinos en serio, atascos. Vivir aquí es estar viviendo en lo que serán los libros de historia, siempre inmerso en la actualidad más inmediata. Aquí es donde se corta el bacalao.

Luego me dirigí a la universidad. Los universitarios son seres de emociones simples y comportamiento mecánico, así que, como había nevado, todos se tiraban bolas de nieve por toda la Ciudad Universitaria. Tuve la oportunidad de ver un par de buenos bolazos, sobre todo a ese tipo de hombres desgrabados, con sonrisas llenas de dientes y aspecto idiota. Y tuve cuidado con no resbalar.

martes, febrero 22, 2005

No podía salir

Grandes problemas, esta mañana, para despertarme. Y digo para despertarme y no para levantarme. No se trataba de la pereza, de sacar los pies de la cama, de enfrentar el frío y el horario académico. Se trataba de conseguir salir del sueño en el que me hallaba enredado. Lo trataba con todas mis fuerzas y entonces abría los ojos y -creía yo- que ya estaba en el mundo real (si es que eso existe). Pero de pronto caía en la cuenta de que seguía en el sueño y lo volvía a intentar, otra vez sin éxito. Y así durante dos horas, al menos en reloj que había en aquel mundo onírico. Al despertar, por fin de verdad, gran angustia. Un gran peso durante toda la mañana sobre mi pecho. También ansiedad. Finalmente todo superado.

Los dibus japoneses

Hace unas semanas que Andy ha colocado el reproductor de DVD en el sálón y no he parado de ver pelis. Nos hemos hecho socios de uno de esos videoclubs donde no tienen pelis comerciales y solo trabajan el cine independiente y de autor. Así que me he dedicado a ver obras de David Lynch, Takeshi Kitano, Julio Medem o Bertolucci. Además las vemos en versión original, por dos razones: por los diferentes idiomas que se hablan en mi casa (a saber: inglés, castellano, asturianu y el lenguaje de gestos y miradas) y porque somos gente chachi. De Steven Seagal todavía no hemos cogido nada.
Pero lo que más me ha gustado y sorprendido son las pelis de Hayao Mizayaki, un maestro japonés de la animación. Sus pelis de anime le dan cien vueltas a las supuestas maravillas de Dysney o Dreamworks que copan el mercado internacional y los premios importantes, porque las historias son mucho más imaginativas y complejas, porque los personajes tienen más profundidad, porque no están dirigidas a público infantil, porque no cantan una canción cada tres por cuatro y, sobretodo, porque no tienen moralina yankee, porque no hay personajes buenos buenos ni malos malos, porque no es todo ni blanco ni negro. Seguro que conocéis alguna: El Castillo en el Cielo, La Princesa Mononoke y, la mejor de todas, El Viaje de Chijiro, de una imaginación constante y deslumbrante.

Banzai!

sábado, febrero 12, 2005

Rediseña tu sexo

Me contaba mi sobri Claudia el otro día, muy sonriente, que un amiguete suyo había ligado en un bar con una morenaza de nombre ridículo. Al día siguiente la invitó a comer a casa, lleno de amor, y la morenaza, a la luz del día, resultó tener una sombra de barba de un par de días y constitución de heroinómano.

También yo conozco un par de historias sobre travestidos bizarros que les relataré para su disfrute: Una buena mañana de sábado me encontraba con R. en un conocido antro de Chueca, el afortunadamente desaparecido Queens, cuando mi amigo comenzó a enrrollarse en medio de la pista con un sudamericana bastante atractiva. Ella decide en un momento visitar el lavabo y R. se dirige a mí entre orgulloso y sorprendido cuando, de pronto, los amigos de la colombiana reclaman su atención para explicarle que eso -eso que estabas abrazando-, querido amigo, no es una colombiana, sino un colombiano. No se qué cóctel de sentimientos encontrados se produjo en el vapuleado corazón de R. pero lo cierto es que dejó el bar a toda prisa y sin despedirse dejándome allí rodeado de tipos sudorosos de ojos desorbitados. Bueno, me lo pasé bien igualmente.

Otro día, en compañía de una pequeña pandilla madrileño/asturiana, en vista de la hora y de la deficiente oferta hostelera de Malasaña no tuvimos más remedio que meternos -una vez más- en el Mito Disco Club. Allí conocí a unas chicas que iban semidesnudas y se dejaban tocar alegremente. Mala señal. Estaba claro que no eran féminas, todas menos una que acabó besándome. Preocupado yo por la historia que relaté más arriba preferí asegurarme y le pregunté si era un tio. Ello no contestó, simplemente me animó a comprobarlo metiendo la mano por debajo de su falda. Así lo hice pero lo cierto es que estaba tan moco que no sé qué es lo que toqué allí debajo. Saqué la mano y en vista de la situación y el riesgo puse cara seria y dije: ajá, ya veo. Y allí lo dejé. Supongo aquello que toqué eran atributos masculinos, simplemente porque si hubiera sido una chica no me hubiera dicho que le tocase el parrús ¿no?

Pero la cosa no acabo ahí. Sus amigas, muy simpáticas todas ellas, comenzaron a bajarme los pantalones al tiempo que bailaban conmigo. Era verano y yo llevaba unos pantalones pirata flojos que solo se sujetaban con una goma, de modo que era muy fácil bajarlos. Más de una vez enseñé los genitales al público del bar sin yo quererlo, finalmente me cansé del juego y de aquellas/os chicas/os y volví con los mios. Recolocando todas mis pertenencias en mis bolsillos caí en la cuenta de que faltaba mi teléfono móvil. "Te lo han robado los travestis, seguro", me dijeron mis compis. "No puede ser, se me ha caido al suelo porque estos pantalones son flojos" . Fui a preguntarles y ellas, muy amables, me ayudaron a buscarlo por todo el bar, examinando las esquinas oscuras, preguntando a la gente; aún así el telefono no apareció.

-No pueden haber sido ellas -les dije a mis amigos-, no veis que solícitas me ayudaban a buscarlo.
-Precisamente por eso Txe, pareces nuevo.

Días después R. coincidió con esa banda mientras volvía a casa, de noche, por la calle Mayor. Según nos contó las travestis empezaron a piropearle y adularle, una le sujetó de las muñecas y le levantó los brazos para bailar con él en plena calle. Mientras tanto las demás le cacheaban disimuladamente, pretendiendo que solo le estaban sobando. Él se dio cuenta enseguida de la jugada y se deshizo de ellas con una mezcla de amabilidad y mal humor.

Nada es lo que parece. Si vais a estar ahí fuera por las noches, mis valientes, tened cuidado.

jueves, febrero 10, 2005

Los amores difíciles

La dificultad es el mejor conservante para la pasión. ¿Ustedes creen que Romeo y Julieta hubiesen vivido esa historia desgarradora de no haberse encontrado inmersos en la vendetta entre los Montesco y los Capuleto? ¿Se casarían, después de 30 años de relación, Camila Parker Bowles y el Príncipe Carlos si no hubieran tenido que enfrentarse durante todo este tiempo a la opinión pública y a la Casa Real británica?

Pues no.

martes, febrero 08, 2005

La Reequilibradora de mi cuerpo serrano

Hace una temporadita visité a mi requilibradora corporal. Es una mujer experta en yoga y cosas de esas que sabe leer en mi cuerpo el origen de mis traumas. Mientras me masajea hablamos de mis preocupaciones, mis sentimientos, en fin, de todas esas cosas de la vida. Ella es dicharachera y juvenil, dice tacos y no tiene reparo en tocar temas como el sexo o la vida nocturna. Según sus teorías los traumas hacen que adoptemos malos hábitos corporales. Por ejemplo si uno es víctima de temor o inseguridad caminará encorvado y con el pecho metido hacia adentro.

Respecto a lo mío me dice muchas cosas. Al ver mi séptima vertebra descubrió un suceso traumático en mi adolescencia. Supusimos que se trataba de la muerte de papá, aunque conscientemente no fue algo que me traumatizase mucho. Suena duro pero es así. Fue lo mejor para todos. Si estás leyendo esto desde el más allá lo siento papi. En todo caso esto de la relación con los progenitores es un clásico del psicoanálisis, con lo que tampoco estábamos descubriendo la pólvora, vaya. Lo me llamó más la atención fue otra cosa y es que, según ella, tengo miedo a que me abandonen. Así explica ella que fuese yo quién dejase a esas dos chicas que algún día fueron mi pareja. Las abandoné yo porque temía que ellas me abandonasen a mí. Eso me dijo la reequilibradora mientras palpaba mi esternón. Y, coño, es verdad. Y nunca me había dado cuenta. Revisé mis escritos y descubrí que muchos de mis cuentos tratan del abandono, la pérdida, el rechazo. Lo cierto es que en ambas relaciones las cosas se estaban poniendo chungas y yo notaba que pronto ambas me iban a dar pista. Así que yo me adelantaba para engañame a mí mismo y decirme: fuiste tú quien las rechazó, no ellas a tí. Parece un truco inteligente, pero al final no funciona demasiado bien. Yo es que no soportó el rechazo. Esto todavía me provoca problemas, pero bueno, creo que voy entendiendo que siempre habrá gente que no me quiera ver delante. Bueno, ellos se lo pierden. O, mejor dicho, ellas. Por cierto, un cordial saludo para mis ex's desde aquí.

La pregunta ahora era: ¿por qué tengo un miedo exhacerbado al abandono? Examinamos mis hombros, mis cejas, los dedos de mis pies y finalmente llegamos a dos conclusiones:

- A que papá me abandono. Bueno, no me abandonó fisicamente, de hecho siempre quería verme y siempre olía a vino. Sufría por no poder estar a mi lado. Pero me abandonó como padre. No podía ser mi padre porque era alcohólico. Y maníaco depresivo. Así que para mí fue como si un día hubiese cogido las maletas y, tras dar un portazo, hubiese desaparecido. Quizás esté siendo un poco duro. Al fin y al cabo el alcoholismo y la depresión era, en cierta manera, una enfermedad para él. Pero, en fin, el resultado fue el mismo: no tuve figura paterna y encima, por si fuera poco, me llevé el trauma de regalo.

-Otra posible causa que yo apunté fue la depresión extraña que sufrió mamá durante mi adolescencia. Un buen día se puso triste sin motivo y no quería salir de la cama ni dejar de llorar. Estaba fatal. Y entonces yo me sentía desamparado porque todo lo que tenía en el mundo era ella y si ella estaba así, ¿cómo iba a sobrevivir yo? ¿Quién me iba a cuidar? Estuvo así un par de años, ella solita -como siempre en su vida- logró superarlo a base métodos místicofilosóficos. Mamá es una mujer pequeñita pero fuerte, admirable. Es por este episodio por lo que ella le tiene tanto amor a la filosofía oriental, el control mental y todo eso. Desde luego a ella -y a mí- le sirvió de mucho.

Bueno, eso fue lo que descubrimos. Y esta bien saberlo porque a día de hoy soy mucho más independiente y me la trae mucho más floja lo que penséis de mí o que me déis la espalda. Aunque suene feo en esta vida nadie es imprescindible y todo sigue. Aunque la palme tu gato o tu novia te la pegue con otro.