miércoles, febrero 23, 2005

Il Neige

Había, esta mañana, una nota colgada en la puerta del frigorífico, escrita con la caligrafía de Yoli. Decía que había nieve, que la disfrutásemos pero que cuidado con los resbalones. Corrí a asomarme a los balcones del salón: en efecto, una gruesa capa blanca de aspecto esponjoso cubría los tejados del edificio de enfrente. Me duché rápidamente y me abrigué bien; deseaba, antes de tomar el metro, dar un pequeño paseo contemplando el espectáculo. Me acerqué a los jardines del Palacio Real , observé un rato desde allí, a lo lejos, la Casa de Campo cubierta de blanco. Muchos turistas y madrileños se reunían en los alrededores tomando fotos. La gente que vivimos aquí estamos acostumbrados a que ocurran cosas: a veces nieve y otra veces olas mortales de calor, atentado o bodas reales, grandes manifestaciones, incendios en edificios, asesinos en serio, atascos. Vivir aquí es estar viviendo en lo que serán los libros de historia, siempre inmerso en la actualidad más inmediata. Aquí es donde se corta el bacalao.

Luego me dirigí a la universidad. Los universitarios son seres de emociones simples y comportamiento mecánico, así que, como había nevado, todos se tiraban bolas de nieve por toda la Ciudad Universitaria. Tuve la oportunidad de ver un par de buenos bolazos, sobre todo a ese tipo de hombres desgrabados, con sonrisas llenas de dientes y aspecto idiota. Y tuve cuidado con no resbalar.

martes, febrero 22, 2005

No podía salir

Grandes problemas, esta mañana, para despertarme. Y digo para despertarme y no para levantarme. No se trataba de la pereza, de sacar los pies de la cama, de enfrentar el frío y el horario académico. Se trataba de conseguir salir del sueño en el que me hallaba enredado. Lo trataba con todas mis fuerzas y entonces abría los ojos y -creía yo- que ya estaba en el mundo real (si es que eso existe). Pero de pronto caía en la cuenta de que seguía en el sueño y lo volvía a intentar, otra vez sin éxito. Y así durante dos horas, al menos en reloj que había en aquel mundo onírico. Al despertar, por fin de verdad, gran angustia. Un gran peso durante toda la mañana sobre mi pecho. También ansiedad. Finalmente todo superado.

Los dibus japoneses

Hace unas semanas que Andy ha colocado el reproductor de DVD en el sálón y no he parado de ver pelis. Nos hemos hecho socios de uno de esos videoclubs donde no tienen pelis comerciales y solo trabajan el cine independiente y de autor. Así que me he dedicado a ver obras de David Lynch, Takeshi Kitano, Julio Medem o Bertolucci. Además las vemos en versión original, por dos razones: por los diferentes idiomas que se hablan en mi casa (a saber: inglés, castellano, asturianu y el lenguaje de gestos y miradas) y porque somos gente chachi. De Steven Seagal todavía no hemos cogido nada.
Pero lo que más me ha gustado y sorprendido son las pelis de Hayao Mizayaki, un maestro japonés de la animación. Sus pelis de anime le dan cien vueltas a las supuestas maravillas de Dysney o Dreamworks que copan el mercado internacional y los premios importantes, porque las historias son mucho más imaginativas y complejas, porque los personajes tienen más profundidad, porque no están dirigidas a público infantil, porque no cantan una canción cada tres por cuatro y, sobretodo, porque no tienen moralina yankee, porque no hay personajes buenos buenos ni malos malos, porque no es todo ni blanco ni negro. Seguro que conocéis alguna: El Castillo en el Cielo, La Princesa Mononoke y, la mejor de todas, El Viaje de Chijiro, de una imaginación constante y deslumbrante.

Banzai!

sábado, febrero 12, 2005

Rediseña tu sexo

Me contaba mi sobri Claudia el otro día, muy sonriente, que un amiguete suyo había ligado en un bar con una morenaza de nombre ridículo. Al día siguiente la invitó a comer a casa, lleno de amor, y la morenaza, a la luz del día, resultó tener una sombra de barba de un par de días y constitución de heroinómano.

También yo conozco un par de historias sobre travestidos bizarros que les relataré para su disfrute: Una buena mañana de sábado me encontraba con R. en un conocido antro de Chueca, el afortunadamente desaparecido Queens, cuando mi amigo comenzó a enrrollarse en medio de la pista con un sudamericana bastante atractiva. Ella decide en un momento visitar el lavabo y R. se dirige a mí entre orgulloso y sorprendido cuando, de pronto, los amigos de la colombiana reclaman su atención para explicarle que eso -eso que estabas abrazando-, querido amigo, no es una colombiana, sino un colombiano. No se qué cóctel de sentimientos encontrados se produjo en el vapuleado corazón de R. pero lo cierto es que dejó el bar a toda prisa y sin despedirse dejándome allí rodeado de tipos sudorosos de ojos desorbitados. Bueno, me lo pasé bien igualmente.

Otro día, en compañía de una pequeña pandilla madrileño/asturiana, en vista de la hora y de la deficiente oferta hostelera de Malasaña no tuvimos más remedio que meternos -una vez más- en el Mito Disco Club. Allí conocí a unas chicas que iban semidesnudas y se dejaban tocar alegremente. Mala señal. Estaba claro que no eran féminas, todas menos una que acabó besándome. Preocupado yo por la historia que relaté más arriba preferí asegurarme y le pregunté si era un tio. Ello no contestó, simplemente me animó a comprobarlo metiendo la mano por debajo de su falda. Así lo hice pero lo cierto es que estaba tan moco que no sé qué es lo que toqué allí debajo. Saqué la mano y en vista de la situación y el riesgo puse cara seria y dije: ajá, ya veo. Y allí lo dejé. Supongo aquello que toqué eran atributos masculinos, simplemente porque si hubiera sido una chica no me hubiera dicho que le tocase el parrús ¿no?

Pero la cosa no acabo ahí. Sus amigas, muy simpáticas todas ellas, comenzaron a bajarme los pantalones al tiempo que bailaban conmigo. Era verano y yo llevaba unos pantalones pirata flojos que solo se sujetaban con una goma, de modo que era muy fácil bajarlos. Más de una vez enseñé los genitales al público del bar sin yo quererlo, finalmente me cansé del juego y de aquellas/os chicas/os y volví con los mios. Recolocando todas mis pertenencias en mis bolsillos caí en la cuenta de que faltaba mi teléfono móvil. "Te lo han robado los travestis, seguro", me dijeron mis compis. "No puede ser, se me ha caido al suelo porque estos pantalones son flojos" . Fui a preguntarles y ellas, muy amables, me ayudaron a buscarlo por todo el bar, examinando las esquinas oscuras, preguntando a la gente; aún así el telefono no apareció.

-No pueden haber sido ellas -les dije a mis amigos-, no veis que solícitas me ayudaban a buscarlo.
-Precisamente por eso Txe, pareces nuevo.

Días después R. coincidió con esa banda mientras volvía a casa, de noche, por la calle Mayor. Según nos contó las travestis empezaron a piropearle y adularle, una le sujetó de las muñecas y le levantó los brazos para bailar con él en plena calle. Mientras tanto las demás le cacheaban disimuladamente, pretendiendo que solo le estaban sobando. Él se dio cuenta enseguida de la jugada y se deshizo de ellas con una mezcla de amabilidad y mal humor.

Nada es lo que parece. Si vais a estar ahí fuera por las noches, mis valientes, tened cuidado.

jueves, febrero 10, 2005

Los amores difíciles

La dificultad es el mejor conservante para la pasión. ¿Ustedes creen que Romeo y Julieta hubiesen vivido esa historia desgarradora de no haberse encontrado inmersos en la vendetta entre los Montesco y los Capuleto? ¿Se casarían, después de 30 años de relación, Camila Parker Bowles y el Príncipe Carlos si no hubieran tenido que enfrentarse durante todo este tiempo a la opinión pública y a la Casa Real británica?

Pues no.

martes, febrero 08, 2005

La Reequilibradora de mi cuerpo serrano

Hace una temporadita visité a mi requilibradora corporal. Es una mujer experta en yoga y cosas de esas que sabe leer en mi cuerpo el origen de mis traumas. Mientras me masajea hablamos de mis preocupaciones, mis sentimientos, en fin, de todas esas cosas de la vida. Ella es dicharachera y juvenil, dice tacos y no tiene reparo en tocar temas como el sexo o la vida nocturna. Según sus teorías los traumas hacen que adoptemos malos hábitos corporales. Por ejemplo si uno es víctima de temor o inseguridad caminará encorvado y con el pecho metido hacia adentro.

Respecto a lo mío me dice muchas cosas. Al ver mi séptima vertebra descubrió un suceso traumático en mi adolescencia. Supusimos que se trataba de la muerte de papá, aunque conscientemente no fue algo que me traumatizase mucho. Suena duro pero es así. Fue lo mejor para todos. Si estás leyendo esto desde el más allá lo siento papi. En todo caso esto de la relación con los progenitores es un clásico del psicoanálisis, con lo que tampoco estábamos descubriendo la pólvora, vaya. Lo me llamó más la atención fue otra cosa y es que, según ella, tengo miedo a que me abandonen. Así explica ella que fuese yo quién dejase a esas dos chicas que algún día fueron mi pareja. Las abandoné yo porque temía que ellas me abandonasen a mí. Eso me dijo la reequilibradora mientras palpaba mi esternón. Y, coño, es verdad. Y nunca me había dado cuenta. Revisé mis escritos y descubrí que muchos de mis cuentos tratan del abandono, la pérdida, el rechazo. Lo cierto es que en ambas relaciones las cosas se estaban poniendo chungas y yo notaba que pronto ambas me iban a dar pista. Así que yo me adelantaba para engañame a mí mismo y decirme: fuiste tú quien las rechazó, no ellas a tí. Parece un truco inteligente, pero al final no funciona demasiado bien. Yo es que no soportó el rechazo. Esto todavía me provoca problemas, pero bueno, creo que voy entendiendo que siempre habrá gente que no me quiera ver delante. Bueno, ellos se lo pierden. O, mejor dicho, ellas. Por cierto, un cordial saludo para mis ex's desde aquí.

La pregunta ahora era: ¿por qué tengo un miedo exhacerbado al abandono? Examinamos mis hombros, mis cejas, los dedos de mis pies y finalmente llegamos a dos conclusiones:

- A que papá me abandono. Bueno, no me abandonó fisicamente, de hecho siempre quería verme y siempre olía a vino. Sufría por no poder estar a mi lado. Pero me abandonó como padre. No podía ser mi padre porque era alcohólico. Y maníaco depresivo. Así que para mí fue como si un día hubiese cogido las maletas y, tras dar un portazo, hubiese desaparecido. Quizás esté siendo un poco duro. Al fin y al cabo el alcoholismo y la depresión era, en cierta manera, una enfermedad para él. Pero, en fin, el resultado fue el mismo: no tuve figura paterna y encima, por si fuera poco, me llevé el trauma de regalo.

-Otra posible causa que yo apunté fue la depresión extraña que sufrió mamá durante mi adolescencia. Un buen día se puso triste sin motivo y no quería salir de la cama ni dejar de llorar. Estaba fatal. Y entonces yo me sentía desamparado porque todo lo que tenía en el mundo era ella y si ella estaba así, ¿cómo iba a sobrevivir yo? ¿Quién me iba a cuidar? Estuvo así un par de años, ella solita -como siempre en su vida- logró superarlo a base métodos místicofilosóficos. Mamá es una mujer pequeñita pero fuerte, admirable. Es por este episodio por lo que ella le tiene tanto amor a la filosofía oriental, el control mental y todo eso. Desde luego a ella -y a mí- le sirvió de mucho.

Bueno, eso fue lo que descubrimos. Y esta bien saberlo porque a día de hoy soy mucho más independiente y me la trae mucho más floja lo que penséis de mí o que me déis la espalda. Aunque suene feo en esta vida nadie es imprescindible y todo sigue. Aunque la palme tu gato o tu novia te la pegue con otro.

La consti

He solicitado el voto por correo, yo que llevaba tanto tiempo de abstención (y de abstinencia). Y es que estoy un poco indignado con todo este asunto. Aquí se presume informar a la población y de buenrollismo cuando en realidad lo que se ha montado es un aparato propagandístico que ni el propio Goebbels habría podido diseñar, todo con la connivencia de los dos grandes partidos y de Antonio Gala. Porque esa manera de utilizar la televisión pública para gritar a los cuatro vientos lo maravillosa que es la Carta Magna utilizando los cuerpos de los famosos es de un descaro feroz. ¿Acaso se ha dado voz a los partidarios del No? ¿Es lo mismo informar que hacer campaña?

Así que voy a votar que NO, que NO y que NO. Y si se pudiese votar Ni De Coña, pues votaría Ni De Coña. Pero no estamos para radicalismos. Mi decisión se basa en los siguientes puntos que seguramente algunos considerareis ridículos y, hasta cierto punto, estrafalarios:

1. Porque nunca me fío de lo que traman nuestros gobernantes.

2. Porque la idea de Europa, así en general, no me gusta. No me gusta la idea de un nuevo Imperio para hacer la competencia a los yankees. No creo que la democracia pueda llevarse a cabo en comunidades grandes. En España vivimos 40 millones de personas, así es imposible participar en la toma de decisiones. Los que deciden son un puñado de diputados. Lo que debería hacerse es atomizar. Como el Plan Ibarretxe pero sin tanto sentimiento nacional o racial. Simplemente por pura practicidad. Democracia directa, autogestión, federalismo y todas esas palabras de caramelo.

3. Porque me dan risa las constituciones. "Derecho a una vida digna", "derecho a la vivienda", bla, bla, bla... Son bonitas palabras que no llevan a nada. El otro día un estudiante de Leyes me decía que no podía interpretar esto al pie de la letra. Que eran cosas que se ponían más que nada por obligación. ¿Acaso la constitución española garantiza realmente estos derechos? Yo he visto gente sin casa. He visto gente malvivir. Y los inmigrantes ¿qué? ¿Esos no tienen los mismos derechos? ¿Por qué? ¿Porque nacieron en otro lugar? Además la sacrosanta consti (que es intocable porque son las reglas del juego democrático) no es más que una rémora para cualquier tipo de progreso en el modelo de estado.

4. Porque en lo referente a temas sociales y medioambientales solo se dicen vaguedades, mientras que en temas económicos y militares queda todo atado y bien atado. Unos estados competitivos, investigación militar, derecho a intervenciones en terceros países, armas, guerra y muerte. En fin, la Europa del Capital y la Guerra como la llaman unos locos exaltados extremoizquierdistas. Ya les vale a estos jipis.

Bueno, vaya rollo, me he aburrido a mi mismo. Espero al menos ser vuestro referente a la hora de introducir el papel en la urna y, ¿por qué no?, en el resto de ámbitos de la vida.

Antes malo que sencillo

Resulta, en vista de lo que veo por ahí, que reivindicar a una persona basándose en un su bondad no es más que reconocer su mediocridad. Si el principal rasgo de tu personalidad es que eres bueno empieza a preocuparte, amigo. Al menos a mi siempre me pasa igual:

- Menganito es un gilipollas.
- ¡Que va tio!, pero si es un pedazo de pan.

Es extraño pero parece que a mí todos los pedazos de pan me caen mal. De la gente se puede decir muchas cosas: que es brillante, que es cariñosa, que es nerviosa, o neurótica, o guapa, o fea, o, incluso mala, pero eso de decir que es buena a mi siempre me dió mal rollo. Si te consideran uno de esos santos anónimos seguramente es porque no tienen nada que decir de tí. O que, simplemente, eres corto de luces. Y no es que tenga preferencia por la gente mala, pero lo cierto es que todos lo somos bastante y, al fin y al cabo, los personajes más interesantes de las historias que se cuentan siempre son los malvados.


viernes, febrero 04, 2005

Quien te ha visto y quien te ve

Aquí estoy, recién salido de un examen revientacerebros. Lo mio es así, fracaso tras fracaso hasta la derrota final. Antes de entrar en ese infierno comentaba con un compañero -veterano como yo- que me hace gracia pensar en aquellos tiempos, antes de entrar en la facultad, cuando cosas como la Relatividad o la Mecánica Cuántica parecían misteriosas y fascinantes. Misteriosas siguen siendo, de tal forma que en los minutos previos los exámenes todos rezamos para que no caiga nada de esto o de otras cosas que hace años prometían ser interesantísimas.

El sentimiento es mutuo

Iba esta mañana caminando por la Avenida Complutense -hacía sol y fresquito-, cuando vi bajar a un conocido de un bus urbano, allá, veinte metros por delante. En la salida del metro una chica me había dado uno de esos periódicos gratuitos que reparten por las mañanas a los transeúntes y, como no deseaba entablar conversación con el tipo que dejaba el autobús, lo abrí y continué caminando tratando de parecer sumamente interesado en una columna sobre la psicología de los terroristas. Los terroristas malos, se entiende. Creí notar, por el rabillo del ojo, que el conocido se daba cuenta de mi presencia. Afortunadamente él tampoco tenía ganas de saludarme -hace años que no hablamos-, así que ralentizó el paso y me dejó, cortesmente, adelantarle. Me coloqué delante aún fingiendo estar sumido en la lectura y él permaneció buena parte del camino unos metros por detrás. Al llegar el semáforo, que mostraba al hombrecillo rojo, nos colocamos cada uno en un extremo del paso de cebra, separados por otros viandantes anónimos. Pasaron los coches y, cuando se puso de nuevo en verde, los dos nos quedamos clavados en nuestras posiciones por un instante, esperando a ver quien tomaba -como quien no quiere la cosa- la iniciativa. Finalmente el tipo arrancó y yo tardé todavía unos segundos en seguirle para evitar cualquier posibilidad de encuentro. Al llegar a la facultad cada uno tomó un pasillo diferente. Para no querer llevarnos estuvimos perfectamente sincronizados, trabajando como un reloj para no saber nada el uno del otro.