martes, febrero 08, 2005

La Reequilibradora de mi cuerpo serrano

Hace una temporadita visité a mi requilibradora corporal. Es una mujer experta en yoga y cosas de esas que sabe leer en mi cuerpo el origen de mis traumas. Mientras me masajea hablamos de mis preocupaciones, mis sentimientos, en fin, de todas esas cosas de la vida. Ella es dicharachera y juvenil, dice tacos y no tiene reparo en tocar temas como el sexo o la vida nocturna. Según sus teorías los traumas hacen que adoptemos malos hábitos corporales. Por ejemplo si uno es víctima de temor o inseguridad caminará encorvado y con el pecho metido hacia adentro.

Respecto a lo mío me dice muchas cosas. Al ver mi séptima vertebra descubrió un suceso traumático en mi adolescencia. Supusimos que se trataba de la muerte de papá, aunque conscientemente no fue algo que me traumatizase mucho. Suena duro pero es así. Fue lo mejor para todos. Si estás leyendo esto desde el más allá lo siento papi. En todo caso esto de la relación con los progenitores es un clásico del psicoanálisis, con lo que tampoco estábamos descubriendo la pólvora, vaya. Lo me llamó más la atención fue otra cosa y es que, según ella, tengo miedo a que me abandonen. Así explica ella que fuese yo quién dejase a esas dos chicas que algún día fueron mi pareja. Las abandoné yo porque temía que ellas me abandonasen a mí. Eso me dijo la reequilibradora mientras palpaba mi esternón. Y, coño, es verdad. Y nunca me había dado cuenta. Revisé mis escritos y descubrí que muchos de mis cuentos tratan del abandono, la pérdida, el rechazo. Lo cierto es que en ambas relaciones las cosas se estaban poniendo chungas y yo notaba que pronto ambas me iban a dar pista. Así que yo me adelantaba para engañame a mí mismo y decirme: fuiste tú quien las rechazó, no ellas a tí. Parece un truco inteligente, pero al final no funciona demasiado bien. Yo es que no soportó el rechazo. Esto todavía me provoca problemas, pero bueno, creo que voy entendiendo que siempre habrá gente que no me quiera ver delante. Bueno, ellos se lo pierden. O, mejor dicho, ellas. Por cierto, un cordial saludo para mis ex's desde aquí.

La pregunta ahora era: ¿por qué tengo un miedo exhacerbado al abandono? Examinamos mis hombros, mis cejas, los dedos de mis pies y finalmente llegamos a dos conclusiones:

- A que papá me abandono. Bueno, no me abandonó fisicamente, de hecho siempre quería verme y siempre olía a vino. Sufría por no poder estar a mi lado. Pero me abandonó como padre. No podía ser mi padre porque era alcohólico. Y maníaco depresivo. Así que para mí fue como si un día hubiese cogido las maletas y, tras dar un portazo, hubiese desaparecido. Quizás esté siendo un poco duro. Al fin y al cabo el alcoholismo y la depresión era, en cierta manera, una enfermedad para él. Pero, en fin, el resultado fue el mismo: no tuve figura paterna y encima, por si fuera poco, me llevé el trauma de regalo.

-Otra posible causa que yo apunté fue la depresión extraña que sufrió mamá durante mi adolescencia. Un buen día se puso triste sin motivo y no quería salir de la cama ni dejar de llorar. Estaba fatal. Y entonces yo me sentía desamparado porque todo lo que tenía en el mundo era ella y si ella estaba así, ¿cómo iba a sobrevivir yo? ¿Quién me iba a cuidar? Estuvo así un par de años, ella solita -como siempre en su vida- logró superarlo a base métodos místicofilosóficos. Mamá es una mujer pequeñita pero fuerte, admirable. Es por este episodio por lo que ella le tiene tanto amor a la filosofía oriental, el control mental y todo eso. Desde luego a ella -y a mí- le sirvió de mucho.

Bueno, eso fue lo que descubrimos. Y esta bien saberlo porque a día de hoy soy mucho más independiente y me la trae mucho más floja lo que penséis de mí o que me déis la espalda. Aunque suene feo en esta vida nadie es imprescindible y todo sigue. Aunque la palme tu gato o tu novia te la pegue con otro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué interesante todo esto de los traumas y los masajes, yo quiero visitar a esta maravillosa reequilibradora. Supongo que en el fondo todos sabemos cuales son nuestros miedos o traumas, y que el miedo al abandono o al rechazo es de los mas frecuentes.
Con el tiempo aprendes a superar estos problemas, pero cierto es que siempre queda algo de ellos en alguna parte, perdidos y olvidados, y que a veces se despiertan sin avisar y te pasas el dia (o varios dias) triste, pero todo pasa, y un buen dia te levantas y te sientes feliz, muy feliz, y te das cuenta de que eres una persona afortunada por tener lo que tienes, por ser como eres, por estar donde estas y disfrutar de ello.

Las Tartitas de Llanetes dijo...

Mon dieu!

Ale dijo...

curioso lo de los padres y los hijos y las madres y los hijos, más curioso es se madre e hija a la vez...te cagas