Hace ya seis u ocho años, no recuerdo, que por estas fechas visitamos Tapia de Casariego -un pueblo costero asturiano minúsculo en la zona donde ya se intuye Galicia- con motivo de una prueba del Campeonato Mundial de Surf; pero no nos malinterpreten, no: a nosotros el surf nos da igual, no tenemos bonita ropa playera ni rastas ni un bronceado estupendo -mi tez es aceitunada ya de nacimiento, un poco gitana, un poco iraní-, de hecho en esta larga sucesión de visitas aún no hemos visto a nadie cabalgando las olas en la playa ni una sola tabla de surf; a nosotros lo que nos llama es lo mismo que nos mueve siempre: el bullicio, la fiesta, la congregación de multitudes en los bares del puerto cuando la noche todopoderosa -porque la noche es más noche a la orilla del Cantábrico- cubre al pueblo indefenso. Lo demás es mera excusa.
Nos hospedamos siempre en una pequeña casa marinera encaramada a lo alto de un acantilado y propiedad de A, los ventanales del salón -del suelo al techo- dan al abismo, a un mar inmenso, a un cielo también inmenso y allá abajo, a unos cincuenta metros, las olas golpean furiosas contra las rocas, y el mar se rompe violentamente, la casa tiembla y la madera cruje, es como un barco esta casa, llena de motivos navales -los nudos marineros, los salvavidas, los catalejos, los ojos de buey en la habitación del tercer piso-, solo le falta balancearse de un lado a otro mecida por las olas, o separarse algún día de la costa y emprender el viaje mar adentro hasta dejarnos sorprendidos en el medio del mar o encallados en una playa perdida de la isla de Irlanda.
Cuando empezamos a hacer este viaje, después de la adolescencia, en la primera juventud, llámenlo como quieran, nos plantábamos en la casita hasta veinte o más personas (o personitas), utilizábamos todas las superficies para dormir, casi no cabíamos -la casa tiene cinco camas y un par sofás- y algunos tenían que dormir en el suelo, nos chocábamos en el pasillo y las escaleras, había cola en el baño y no cabíamos en la cocina; éramos jóvenes y cantábamos y las escapadas de casa de mamá eran nuevas y excitantes. Ahora ya solo vamos un puñado, seis o siete, y todos tenemos lugar donde dormir. La otra noche cuando el cielo se puso negro los ventanales del salón dejaron de mostrar el mar revuelto para mostrar nuestro reflejo bajo la luz amarilla, y nos vi allí, otro año más, los supervivientes, más cansados -casi no salimos de casa-, con más barba y menos pelo, como viejos piratas, quizás igual de contentos: hubo pulpo, hubo risa, y hubo cachopo (hablaré del cachopo otro día), y tomamos cerveza y pusimos discos chachis (y mucha música mala) y tuve hipercloridia y tomé Almax de 1 gramo en forma de pastilla masticable (que es como un asqueroso Sugus con sabor a menta que me salvó de sufrir el rigor de la acidez provocada por vasos de ron y latas de fabada, ya ven que triste, latas de fabada en plena Asturias) y al final nos volvimos a Oviedo en un domingo gris y lluvioso porque siempre que nos vamos de Tapia hace un día así, de agua y plomo, qué poético y qué bonito. El año que viene más, kowabunga!!!
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13 comentarios:
hola txe!
yo también pasado unos días con colegas y churri en una casa en la que las camas dormían en camas...
Ah!yo vivía en lavapiés!era el vecino de andres, vamos puerta con puerta..
viva "el jamón" y su menú!
Eres retrasado mental, no hay ni dios que te aguante y por eso estás más solo que la una. Y por cierto, no eres ni la mitad de lo que crees. Y lo haces fatal, gilipollas. Y no pongo mi nombre para que te moleste más.
vaya macarreo... para escribir cosas así mejor no poner nada... anonimo/a cobarde!
Vaya tela con tus enemigos, deben de aburrirse mucho para escribirte esas gilipolleces en el blog...
Madre mia, oigame puede venir a insultarme a mi también, que es que eso dá mucho caché en los blogs sabe...
No solo le aguantamos, le queremos, le admiramos y le defendemos.
Un besazo Txe.
yo nunca puedo ir.... aunq siempre me apetece
ese anticipo de verano
no se q es
bonita descripción
evocadora
ese ron..... da más acidez el vino
'Ahora ya solo vamos un puñado, seis o siete, y todos tenemos lugar donde dormir'. Sé lo que es eso. Esta Semana Santa hemos ido a un destino habitual al que ibamos un montón de amigos. Esta vez, sólo fuimos tres y me invadió la sensación de que podía estar ante la última ocasión, quizás la penúltima. Ya no es lo mismo y apenas queda magia.
Un abrazo.
Gallego?
lo dices por Rosalía o porq lo has mirado?
jajaja
me caes bien
Hola hola hola, pues espero que los que hayan tenido vacaciones las hayan disfrutado y los que no las disfruten algún día.
Y los iracundos que hallen la fuerza para dominar su ira; no se atraganten ni indigesten: no hay Allmax masticable (1 gramo) para eso.
gracias a todos, todos, besooo!
Qué casa más maravillosa, como un barco,
muy bonita comparación.
Chaval me gusta pasear por tu blog. Escribes superior.
Disfruté la descripción del paso del tiempo... "la otra noche cuando el cielo se puso negro y los ventanales del salón dejaron de mostrar el mar revuelto para mostrar nuestro reflejo bajo la luz amarilla"... me parece buenísima
Día de agua y plomo cuando sales de Tapia... bellas palabras
Me encantan este tipo de rituales que devienen parada obligada entre amigos...aunque se repita no deja de perder la consistencia de reunir aunque ya sean pocos, supongo que buenos amigos congregados para rememorar lazos.
Saludos.
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