Estaría bien que ustedes conocieran la historia de Procusto, aquel posadero del Ática obsesionado por la uniformidad en cuya posada, a la afueras de Eleusis, había una cama -el lecho de Procusto- en la que tendía a sus huéspedes o mejor, a sus vícitmas, y en la que les cortaba las extremidades si no cabían en la cama o les estiraba, con unos mecanismos diseñados a tal efecto, si eran más pequeños que las dimensiones del artefacto. La cama estaba encantada de tal forma que nunca nadie cabía exactamente, por arte de magia.
Y no es que haya locos o enanos o miopes, solo barras demasiado altas y carteles demasiado lejanos o escritos con letras demasiado pequeñas. O ideas -o voces susurrantes en el oido-demasiado geniales para ser entendidas y valoradas por el común de los mortales.
Finalmente se hizo justicia y Procusto recibió su merecido cuando el héroe Teseo, que venció al Minotauro en el laberinto de Dédalo, le tendió sobre su cama y le ajustó a su medida cercenándole los pies y la cabeza. Y por fin en los caminos del Ática se toleró la diferencia.
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7 comentarios:
diox...me veo estirada cual longaniza.....glub glub glub......
ummm, siempre he creido que de la genialidad a la locura hay sólo un paso....
Genios hay pocos, y que se logren hacer entender...menos....
Lo comunes humanos necesitamos que estos genios nos lo expliquen con suficiente paciencia como para ser entendidos...pero...no, lo hacen enrevesado, porque si supiéramos lo mismo, seríamos tan genios como ellos.Y eso no les conviene :-)
hermosa la mitología, apasionante
En la diferencia está la gracia.
Saludos
El posadero de mi ático también me somete a vejaciones parecidas, sólo que son monetarias
Todas las noches me escurro entre las sábanas hasta que mi pies quedan colgando. Sólo entonces puedo intentar dormir
La mitología es brutal, pero parece que si no es así no llegamos nunca a entender; me ha hecho pensar en los anuncios de tráfico o para prevenir incendios y aún así...
Saludos!!!
Brindo por las diferencias, aunque creo que cuando recuerde esta historia en la cama no podré evitar encogerme.
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