Ay, qué triste la asimetría entre las palabras, entre los significantes y los significados, unos y otros a distintos lados de una conexión etérea, metafísica, infame. Observen por ejemplo la palabra mesa, tan arbitraria ella y tan fea, la palabra ejemplar por antonomasia y observen, ahora, una mesa, con sus cuatro patas, de madera o de metacrilato o de metal, con todas las cosas regadas por encima, los platos sucios, los papeles importantes, las llaves y el tabaco. Si quitamos todo esto de la abarrotada superficie sobre la que habitualmente nos inclinamos para hacer las cosas de la vida, y la desmontamos, y destornillador y serrucho mediante, vamos modificando cada una de las partes que la forman y con lo que obtenemos de esta operación construimos pacientemente un nuevo artefacto, o dos, esta vez más pequeño, con las patas más cortas y la superficie más baja, más cerca del suelo, ideal para posar el culo y reposar el cuerpo, para tirarse sobre ella tras llegar del trabajo y resoplar al tiempo que con la manga del jersey nos aclaramos el sudor de la frente, entonces tenemos otra cosa que no es una mesa y que sirve para fines distintos, si miramos entonces al otro lado de la misteriosa y volátil conexión semántica, si fijamos la vista allí, en el lugar que desatendimos durante nuestro bricolaje, comprobamos que se ha producido una fascinante metamorfosis y donde estaba antes la pobre palabra mesa, tan inocente y perdida como un huérfano de entreguerras, tenemos algo nuevo, algo que, ha sido producido ajeno a nuestro conocimiento: es la palabra silla.
La asimetría a la que me refiero opera en estos términos, pues aunque modificando el objeto, manipulando la realidad a nuestro antojo conseguimos que en el universo semántico paralelo, donde viven tan desapaciblemente las palabras, se den estos cambios asilvestrados, no es posible hacer lo recíproco y moldear el mundo a nuestro antojo con la mera manipulación de las palabras. Si así fuera los niños que en la escuela aprenden los cuerpos platónicos en sus clases de geometría, podrían dibujar una pequeña línea gamberra y ondulada sobre la letra ene y allí donde entre sus manos yació un anodino cono de aglomerado de madera fuente de elipses, parábolas e hipérbolas, tendría un peludo y jugoso coño, que es como tienen que ser los coños, y allí donde las luchas entre los hombres sembrasen el dolor y la muerte entre las personas bastaría con cambiar una a por la e en la palabra guerra para obtener una guarra y se fueran los tanques y empezara el jolgorio. Un mundo feliz en el que ya nadie diría: ay, que pena tan grande.
domingo, febrero 04, 2007
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21 comentarios:
Yo no perdería la esperanza de que pudiera ocurrir, uno nunca sabe...
Yo no perdería la esperanza de que pudiera ocurrir, uno nunca sabe...
claro, la transformación no se produce materialmente pero al menos si puede ocurrir en la imaginación lo que no es poco ni malo.
va un voto de mi parte
Saludos.
Es fácil cambiar las palabras cono por coño y guerra por guarra, los hechos ya son otra cosa, ojalá todo fuese tan simple, aunque de palabras neutras saber hacer poesía ya no es tan fácil aunque tu lo hagas tan bien.
Yo sería incapaz de modificar una mesa y convertirla en silla, admiro los artesanos (cada vez menos)que de un trozo de madera consiguen convertirlo en muebles, una vez un novio que tuve convirtió un tronco de madera en el busto de un jefe indio con sus plumas incluídas, me provocó tal admiración que he sido incapaz de desprenderme de la figura que parece tenga vida propia.
Los niños en la escuela ya no aprenden los cuerpos platónicos. Con suerte, algo de amores platónicos, y ya no estoy muy seguro de que existan
No puedo aguantar mas...por dios...cuál es la historia de los Pelayos???? XDDD
un abrazo
La realidad es poliédrica; y una mesa inclinada es una valla para saltar, invertida cuatro estacas donde lanzar y meter los aros …
La semántica se refiere a los aspectos del significado o interpretación de un determinado código simbólico. Las palabras, las realidad, la semántica todo es variable y moldeable. El sol, la mar, un coño, una mesa abandonada …
por que le buscas tres patas a la "mesa"?
el lenguaje es lo que es y todo lo que tu quieras que sea. (Bien lo demuestras). Otra cosa es que para cada persona, para cada cerebro es algo diferente. Cada cultura tiene su idioma, diferente forma.
Al conflicto se le pueden dar muchos nombres (como guerra, lucha, ataque, soldados, muerte,...) y también al sexo (coito, polvo, amor, pecado, deseo..). Y así...
el problema es que le damos demasiado imposrtancia a las palabras.
naná
por qué? porque mola! no creas que es algo que me atormenta!! :)
Uy, esto me ha recordado a mi profesor de arte antiguo que cuando hablaba de las pinturas de mamuts siempre decía mamadas en vez de manadas...Te imaginas una mamada de mamut? :D dios, yo sólo le miraba fijamente intentando descifrar el significado de ese desliz lingüístico que tanto se repetía...después de haberme deshuevado, por supuesto.
Un abrazo
Pues si, punto pelota
Sí, tiene su gracia. Juguemos con las palabras...
hay una gran diferencia entre usar un cuaderno cuadriculado a usar uno de hojas en blanco
jugemos con las letras y erradiquemos las palabras que representan al dolor y la pena.
saludos y votos!
¿es verdad o no lo que digo?
Oh! Muchas gracias! Da un poco de corte ver mi careto ahí puesto.
Me encanta "a ella le gusta la gasolina" Jajajaj. Es lo primero que leí sólo por el maravilloso título!!!!
Un besote y gracias, de nuevo, por pasarte por el blog.
Me gusta tu juego de cambiar letras o símbolos para crear nuevas palabras. Hay tantas palabras que de cada una podríamos hacer cientos...
Interesante reflexión. Las palabras son más maleables de lo que nos pensamos, y sin necesidad de cambiar ninguna letra de sitio.
(gracias por tu visita)
¿Por qué la i y la u están tan cerca en el teclado? ¿Asimetría accidental?
Un salido.
H.
asimetría occidental
Prefiero jugar con las palabras siempre que no generen armas.
Recuerden el perdón, imposible.
Todos te esperabamos y no perdemos la esperanza.
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