Decían que había que echarle un chorrito de aceite de oliva para que no dañara el estómago. ¿Te acuerdas? Le pediste a tu madre que dejara yogures durante su ausencia. Se puso contenta de que comieras algo sano. Luego, a la noche, cuando ya se habían ido, nos invitaste a todas al chalet. Tenías un poster del Dirty en la habitación. Alguien dijo que lo pincharas. Encendimos velas, también. A mediados de los noventa lo que deseábamos era acabar las noches yaciendo inconscientes en una esquina. Con el pelo grasiento y los vaqueros rotos. Pero nunca lo conseguíamos. Por eso aquel nuevo intento. Primero pulverizamos concienzudamente todo el hashís. Lo hicimos repartiéndonos la piedra en trozos pequeños, uno para cada una. Estábamos excitadas. Parecía un ritual. De vez en cuando alguien saltaba al ritmo de la música. Seguíamos el ritmo con la cabeza. Nuestros labios pronunciaban la letra sin emitir sonido alguno. Luego lo mezclamos todo. Espolvoreamos el hashís en los yogures. Echamos un poco de aceite. Lo removimos bien con cucharillas. Al cabo de un rato salimos a caminar por la urbanización. Estaba oscuro. Caminábamos en silencio, en fila de a dos. Alguien le dió una patada a una lata. Rebeca dijo, de pronto, que la urbanización parecía una maqueta. Era sorprendente, pero todas estábamos pensando lo mismo. Todo parecía plano, como hecho de cartón piedra, las casas, los coches, las farolas. Empezamos a palpar los muros, los troncos de los árboles, alucinadas, buscando las cosas que se escondían detrás. Algunas corrían y saltaban, no podíamos parar de reír. La sensación de irrealidad era brutal. Estuvimos un buen rato vagando. Luego decidimos volver. Más alcohol, más música. Entonces fue cuando notamos la falta de Al y nos pusimos a buscarla por la casa. La encontraste tirada en mi cama. Se había puesto amarilla. No paraba de revolverse y sudar. Decía que sentía vértigo, que estaba mal. Llamamos a sus padres, que vivían cerca. Nos asustamos. Recuerda a la madre de Al, cuando llegaron, cogiéndole de la muñeca, poniéndole paños húmedos en la frente y cómo ella se resistía. Y su padre caminando alrededor de mi cama llamando a un médico por teléfono, furioso. Recuerda como nos costó decirles lo que habíamos hecho. Cómo bajamos la cabeza de vergüenza. La mueca de pánico en el rostro amarillento de Al. Sus ojos perdidos. Y cómo trataba de explicar que sentía que el mundo no era real.
Que éramos pegatinas.
domingo, julio 15, 2007
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27 comentarios:
Quizá sus papás eran también figuritas de Famóbil...
(En mi pandilla había uno que aseguraba que si comías un yogur caliente te morías.Nos hizo tanta gracia que durante años nos burlábamos de él diciéndole que debería suicidarse con yogur caliente)
me encanta el final... es como cuando un director de orquesta intenta atrapar en el último gesto de su mano toda la pieza musical. No sé... Lo resume todo.
Efecto colage.
Besines y besines.
Agur, yogur!
lo jodido - o no - depende por dónde se mire, es cuando tratas de explicar que sientes el mundo como una realidad ajena sin haberte drogado. a veces me gustaría ser pegatina.
te espío de vez en cuando.
duenda.
Un amigo mio lloraba desconsoladamente porque decía que se le había muerto el "mickey mousse" de su reloj de pulsera...
Eso, que a cada uno le da por lo que le da...
en "fins"...
besote!!
Escalofriante relato... lástima que sea real en muchos casos.
Besotesssssssssss
una sensación de infarto.
Es lo que tiene el hachis, que no mata, l�stima, no te has podido cargar a Al. Ten�an que haberse comido unos tripis.
Un beso, Miriam G.
Antes que ver a los demás como pegatinas, la lipotimia me habría dejado fuera de juego.
Un beso antes de la calada
No conocía esa fórmula. Claro, que en mis tiempos todo se arreglaba con alcohol barato.
Muy entretenidas tus últimas entradas, sí señor.
Saludos.
Yo creo que realmente somos como pegatinas. Y en este momento puedo asegurar que no me he drogado con nada, así que quizás tampoco fuera para tanto. ;-)
Qué tiempos aquellos...
Talkin' 'bout my generation ;)
Muy bueno este pensamiento. un saludo.
Buena historia, me trae algún recuerdo de hace unos años...
Un abrazo.
¿por qué será que esta historia me es tan familiar? ¿cuántos habremos vivido un símil en otros lugares, con distintas gentes pero con las mismas alucinaciones, sensacón de ingravidez y sudores fríos ante los primeros contactos con ciertas sustancias?
saludos,
Una pena que se estropee la fiesta y más por esa razón.
un día alguien me dijo lo del aceite de oliva y flipé....
entre esto y la cantidad ingente de neobruphen que tomo pronto tendré úlcera de estómago
un saludo!
"Las cinco van de camping" hardcore.
Besos.
PD. Entiendo que hay muchos tipos de macarras. Don Nicolás es el elegante (recuerda "From her to eternety". ¡J*der!).
Seguro que lo que estaba malo era el yogur...
BESOSONRISA
tiene razón beatrix, los yogures no son buenos ;)
debe ser horrible ver el mundo real y descubrir que este no se compone más que de tristes decorados en cartón piedra...
historias de yogures con yogures. saludos de la meca txe!
Aunque te sobren los comentarios que digan lo bueno que es tu trabajo, nunca está de más confirmar lo cierto. Que bueno.
¡Danone tiembla!
Que divertidas son las drogas, una pena que cumplan con el topicazo de "todo lo que está bueno mata".
La verdad, yo prefiero irme al hoyo habiendo visto pegatinas de vez en cuando.
Bueno...volví al reino de la verdad y me alejé del calor y de la inconsciencia...he pasado por la pedofilía y allí sigo en cierta forma. Como siempre todo lo tuyo muy bueno...he tenido que ponerme al día con tu blog. Perdón por no haberte felicitado por tu cumple pero como tú no me felicitaste a mí y seguro que tú te felicitaste solo. Nada. Un beso muy gordo.
Y si fuera verdad que todo es una maqueta y nosotros pegatinas, bueno, la verdad está ahí fuera, juzguen (si lo creen necesario) y vean.
Espectacular el final.
Pero qué tiempos, flechas, manzanas, melones llenos de licor... y qué bonita es la textura con que se recuerda todo aquello.
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