martes, octubre 28, 2008

¿Y qué opina usted del viento?

El viento está muy bien. El siroco, los alisios, el gregal. Lo mejor de todo es que los vientos reciben el nombre de donde vienen, no de donde van. Cómo aquellos pájaros de Borges que volaban hacia atrás (de culo): les interesaba más su procedencia que su destino. Y que no existen, claro. Me interesan, por lo demás, sobre todo los vientos que vuelven majaras a la gente, en ciertas costas, como el Levante en Cádiz –mi segundo hogar- o la Tramontana en Cataluña. Tal vez por culpa del primero mi familia paterna está formada por contrabandistas, suicidas, alcohólicos, esquizofrénicos, navajeros, abuelas ciegas, y gente peligrosa y excéntrica, muertos en general. También me gusta el mar, el bosque y la Vía Láctea en noches muy negras. Los pajarillos. Pero todo eso es mentira, ya ven, un mito, una fantasía. Yo siempre he vivido esperando a que el semáforo se ponga en verde, cruzando la calle con cuidado, esquivando autobuses urbanos, bajando al metro, yendo a garitos chungos y al super, buscando las mejores ofertas o metido en habitaciones oscuras y llenas de humo, con gente y cosas raras. Haciendo los lunes un Crtl + Z. Sin que sirva para nada, claro está. Vivo entre hileras de edificios y avenidas, en el centro de una gran ciudad, extrema y mareante, deliciosa. ¿Por qué luego hablamos el viento? ¿Por qué la metáfora son, luego, las olas del mar?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

La última parte me recuerda un diálogo de Princesas, la peli de Fernando León:

- ¿Sabías que aquí el mar es muy importante?
- No hay mar aquí.
- Por eso.. es donde más se piensa en él.

¡Salud!

pcbcarp dijo...

Yo creo que las nuevas generaciones ya no tendrán metáforas relacionadas con el viento y las olas. Es como el problema de los pilotos jóvenes, que ya no les sale instintivamente lo de a las seis en punto, porque ellos ya no se imaginan la esfera del reloj, sino los n´ñumeros.

kay dijo...

que de pronto hoy me he dado cuenta que llevaba mucho tiempo sin leerte en un formato verdaderamente interesante (y tanto o más informativa)
un beso gigantísimo amigo

la cónica dijo...

¡Te echaba de menos! No tengo una respuesta. Me haces pensar, eso sí (como siempre).

En la luna llena de septiembre subí con la linterna apagada y unos amigos al circo de Gredos. Fuimos unos privilegiados. Lo que se sucedió allí entre la noche y la mañana siguiente, no tengo vocabulario bucólico que lo describa. Quizá con metáforas urbanas se podría hacer. Eso sí, desde entonces, en la ciudad, la luna, al menos, la veo.

Saludos

Lena yau dijo...

Porque no están...

Por eso.

Cariños, Txe!

Javier López Clemente dijo...

Dicen que el viento vuelve un poco loco, pero en Zeta, los locos rezamos durante el invierno para que el cierzo se lleve las nieblas grises que emergen del río.

Salu2 Córneos.

Anónimo dijo...

A mí me gustan las metáforas urbanas, aquello de las luces de neón y todo lo que nos ofrece la ciudad ( El Chicago de Paul Auster en "Mrs. Vértigo"), de noche a ser posible, un besazo txe, y a ver si nos vemos algún día aunque sea frente a un semáforo en callao

J. J. Murillo dijo...

El sofá rojo es una revista dedicada al relato y al microrrelato.

Un saludo.

Jezabel Montenegro dijo...

En mi ciudad,muchas veces el viento no te dejaría cruzar, tampoco con cuidado.Mola tu familia paterna, cuanto barro. Beso

Tesa Medina dijo...

No me gusta el viento.

Aunque una vez, exceso de excentricidad, tuve un caballo al que puse por nombre GREGAL, creo recordar que es un viento del nordeste, normalito, sin leyendas ni metáforas, pero corto para hablar con el equino, que resulto que tampoco le gustaba el viento.

Un día pasó volando una bolsa blanca, de esas que te dan en el súper donde buscas las ofertas, y Gregal, nombre de viento, casi me mata desbocado.

Metáforas de la vida, ahora prefiero los caballitos de mar... dibujados.


Me gusta, Txe.

Besos,

Txe Peligro dijo...

tuviste un caballo!