Como la primera vez que sonó el timbre yo estaba dormido no supe distinguir si el timbre había sonado en el Sueño o en la Realidad (que también es sueño, etcétera), así que me di la vuelta sobre mí mismo, me tapé bien con la manta y traté de seguir durmiendo. Pero pronto sonó otra vez, y no sólo eso, sino que también sonaron unos fuertes golpes en la puerta que me despertaron definitivamente y excluyeron la posibilidad de que el timbre fuese una creación onírica. Me levanté asustado y me puse unos pantalones de chándal que estaban tirados junto a la cama. Todo estaba oscuro así que caminé con cuidado de no tropezar con las cosas que solía dejar por el suelo, tratando de alcanzar la manilla de la puerta. Cuando, después de palpar la pared y la puerta, alcancé la manilla, salí al pasillo caminando muy despacio, primero un pie y luego el otro, de puntillas, no quería que los crujidos del viejo parquet me delataran. Avancé así, tentando las paredes, guiándome por la cómoda del pasillo, por el espejo donde no se adivinaba ni mi silueta y luego por el marco del póster de aquella peli de Jim Jarmusch, hasta que llegué a la esquina. Ahí ya se veía la leve claridad anaranjada que salía del salón. No sabía qué hora era, así que me asomé con cuidado a la sala, comprobé que por el balcón se veían las farolas anaranjadas de la calle, esa luz tan Blade Runner que ya tienen las ciudades. No amanecía, así que debía ser la mitad de la madrugada, las cuatro o las cinco, pues me había acostado tarde y todo estaba inmerso en un silencio casi sólido que sólo rompía mi respiración algo agitada. En ese momento volvieron a tocar el timbre y volvieron a golpear la puerta con fuerza, sonaba como una hecatombe. Me dio un respingo, suspiré, se me puso la piel de gallina. Casi paralizado continué hasta el hall. Allí el parquet era aún más viejo, crujía más, así que me desplacé casi a cuatro patas, como una alimaña, intentando no tropezar con el tendedero de la ropa, que, de haberse caído, hubiera montando un follón que les hubiera indicado a ellos –si es que eran ellos los que llamaban- que yo estaba allí, a pocos metros, al otro lado de la puerta de entrada, tirado por el suelo. Por debajo de la puerta no se veía la raya de luz amarilla del descansillo, así que supuse que, si los que llamaban eran ellos, si eran ellos los que estaban allí, debían de estar a oscuras. Casi arrastrándome alcancé la puerta y le pegué la oreja, conteniendo la respiración, temblando. Se oyeron los susurros.
- Llama otra vez ¿no?
- Espera, déjame escuchar.
En efecto, eran ellos, reconocí sus voces mascullando, al fin venían a por mí. Pude oír cómo tocaban la puerta, cómo uno de ellos se movía impaciente, su fuerte respiración.
- ¿Qué coño hacemos aquí? ¿A qué coño hemos venido? Llama otra vez. Llama otra vez.
- ............
- Llama otra vez, coño.
- Que te calles, joder.
Después de los susurros volvió el silencio. No sabía que estaba pasando al otro lado, no sabía que estaban haciendo ahí fuera, a tan sólo unos centímetros. Me tapaba la mano con la boca, acurrucado en el suelo contra la puerta.
- Vamos a tirar la puerta abajo de una puta vez, cojones.
Pasaron unos segundos eternos, sentía el latido de mi corazón, el sudor frío.
- No. Volveremos otro día. Volveremos y le cogeremos.
Oí entonces sus pasos dándose la vuelta y bajando la escalera lentamente, a oscuras.Fui entonces, ya erguido, pero aún con cuidado, al salón, sin encender las luces, no quería dar ninguna noticia de que estaba en la casa. Me acerqué al balcón, abrí la puerta sin hacer ruido y entró el frío polar que habían anunciado en los informativos y que finalmente había entrado a la península por la zona noreste. Desde el balcón les vería alejarse si, al salir del portal, giraban hacia la izquierda y se alejaban hacia el sur. Esperé agazapado, muerto de frío, tratando de abrigarme con mis propios brazos, pero no aparecieron. Habrán girado hacia el norte, pensé. Volví adentro, cerré la puerta del balcón y me dirigí a mi cuarto. Me encerré aliviado en la habitación y otra vez, en la más absoluta oscuridad, me metí en la cama. Coloqué bien la manta, me acurruqué, me tapé hasta la nariz, como poniéndome a salvo, pero cuando me giré para encarar la pared, para estar más cómodo, entonces, de pronto, como el peor augurio, pude sentir allí aquella respiración, aquel calor, aquel mínimo movimiento, la presencia que me acompañaba dentro de la cama, bajo la manta, a pocos centímetros, aquel cuerpo horrendo y cercano que tal vez me estaba mirando, a punto de tocarme, y que yo ni siquiera podía ver.
lunes, noviembre 24, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
20 comentarios:
Siempre pensé que una llamada a la puerta, a las tantas de la madrugada, ha de pararte el corazón...por si sóla.simplemente.
Y tu "nos" rizas el rizo...
A veces un lapsus crea imágenes sorprendentes: "Me tapaba la mano con la boca". Imagino que tanto miedo tenía el personaje que la boca era mucho más grande que la mano y no dejaba verla.
Me recuerda un poco a Casa tomada, sólo que aquí al personaje lo "toman" finalmente (espero que solamente de forma metafórica... jeje)
Me encantan tus relatos, ¡gracias!
Saludos.
Me has contagiado el susto!
joder Txe, que miedo, de verdad que he pasado miedo..y al final, la piel de gallina...brrr..
Beso
Un final cojonudo.
Txe adulto. Muy Enric en su fase poeta en nueva york.
Claudia
y dale :)
Pues a mí casi me da más miedo la ausencia de ruido... no sé, antes de la tormenta SIEMPRE hay calma.
Oye, lo que realmente te angustia a tí es ese rollo familia de mil años...el marido odiando a su mujer... sin embargo yo creo que hay gente que no siente del otro que es horripilante.
Besos, besos, keep on going, pero rodando cuesta abajo.
Oye Txe, ¿sabes que Enric me ha contado el secreto de su arte?
Un cóctel perfecto entre la desidia y el pánico...Te le pareces, te lo digo yo. (te lo dice él)
Claudia
anda, le conoces???
muy inquietante
"[...]a esa hora y con la casa tomada. "
A mí también me parece Cortázar
Joer, qué miedo..No me esperaba ese final.
PD: Pero me ha gustado, y me guardo lo de la luz tan Blade Runner que tienen las ciudades.
me hicieron gracia esos parentesis con el etcétera..
qué mal rollo, chico.
Qué va, si le veo, me lo zampo con patatas transgénicas, enterito, da igual.
Algunas letras hemos intercambiado por la red, nada más.
No es de ron. Sabías? :-)
Claudia
qué bueno
me has dejado con un regusto que vaya ... :)
uhmmm...el siguiente post podría ser:
"¿Qué es ese cuerpo que se oculta dentro de la cama"?
y que la gente opine
porque puede salir mucho
y muy bueno
digo
;)
(Fue guay! gracias por preguntar ... :))
eso no lo se ni yo, me refiero a ese cuerpo...
no?
Publicar un comentario