El futuro no forma parte del tiempo, como dice Rafael Chirbes, pero tampoco lo hace el pasado: miramos al futuro con los ojos de la imaginación, es un muro lleno de pequeñas puertas cerradas, como contra las que un montón de chinos desesperados corrían en Humor Amarillo, y detrás de cada una de esas puertas está una vida diferente que imaginamos, y que casi nunca se concreta; o tal vez la muerte, que vendría a ser uno de esos chinos cachas, monstruosos y vociferantes que atrapaban a los sorprendidos concursantes y los arrojaban sin piedad a un apestoso estanque.
El pasado, en cambio, es sólo una puerta, una puerta cerrada a cal y canto tras la que se esconde todo lo que nos ha ido ocurriendo, territorio exclusivo de la memoria. Sin embargo, también el pasado está sujeto al cambio y la modificación, y también la imaginación con sus húmedos tentáculos manipula el recuerdo de cuanto nos ha ocurrido, de modo que si me repito muchas veces una mentira, una versión falsa de un hecho, acabo recordándolo como me digo que sucedió y no como sucedió en realidad, si es que podemos aplicar esa palabra, realidad, a alguna cosa ¿real?
Hace un tiempo yo tenía una fuerte intuición respecto a la naturaleza del tiempo, una extraña teoría, en virtud de la cual todo estaba sucediendo simultáneamente (aunque esto suene a contradicción en los términos) y nuestra conciencia sólo iba pasando por los diferentes sucesos como un abalorio que se escurre por el hilo del collar. Así, yo estaba naciendo al mismo tiempo que estaba muriendo, o que me comía un helado a los 5 años en la parada del autobús de línea, del mismo modo que en el espacio yo puedo estar aquí escribiendo esto, mientras usted está allá donde esté haciendo cualquier otra cosa, todo a la vez. Por entonces, cuando era tan joven como para pensar y preocuparme por estas cosas, tenía una novia por la que sentía unos estrambóticos celos, pues, al tiempo que estaba conmigo, por ejemplo, viendo una peli en aquel sofá verde una tarde aburrida de domingo, yo sentía que estaba también con un novio pasado o uno futuro, crujiendo sudorosa bajo las sábanas, o comiendo un helado en la parada del bus, o viendo una peli en aquel sofá verde, una tarde aburrida de domingo, simplemente intercambiados él y yo, y una fecha en el calendario.
En fin, como dijo San Agustín : el tiempo, si no me preguntas lo que es, lo sé, si me lo preguntas, lo ignoro. Buenas tardes.
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6 comentarios:
Jau, da señales!!!!
Abrazo enormeeeeeeeeeee
Ana Vega
y del presente qué dices, sabes algo de él, es tiempo o no es tiempo? Porque leyendo lo que has escrito, por Descartes, el único tiempo que existe es el presente.
Buenas tardes.
pensaba en un libro. si una vida se puede meter en un libro, están sucediendo a la vez todas las páginas, y puedes leer a tu antojo. Mejor un libro en pdf y un montón de ventanas abiertas a la vez en pantalla...bueeenas tardes!
Interesante el comentario de Anónimo. Metafísico estáis...
Pues nada, pasaba por aquí después de haberme cargado todos los enlaces de mi blog y, bueno, te he recuperado.
http://www.abc.es/20091028/cultura-literatura/otros-demonios-200910281055.html
han vuelto
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