miércoles, enero 27, 2010

Epistemologías varias

Crees conocer una ciudad pero no conoces nada. Se puede comprobar en Google Earth: la superficie accesible al humilde ciudadano es un porcentaje mínimo: sólo están la calles. Pero luego, entre el laberinto de las calles, están los edificios y no sabemos qué contienen, quién vive ahí y por qué, cuanto pagan de alquiler, cuánto duermen, con qué sueñan, a quién, al despertar, desean: quiénes son. Y hay corralas con la ropa tendida y las voces de ventana a ventana se trenzan en las prendas húmedas, y los patios de luces sin luces, y los pasos de cebra sin cebras, y las canchas de los colegios, y los jardines internos de los monasterios donde salen a pastar las monjas. ¿Quiénes son las monjas?

Las piscinas de los complejos residenciales y esos espacios indeterminados de la periferia que no tienen nombre ni dueño, en los que se amontonan los hierros oxidados contra las malas hierbas y los violadores contra sus víctimas. Y los espacios ocupados por antenas e instalaciones eléctricas, y parabólicas y chimeneas y tuberías. Espacios anónimos de la ciudad a los que no tenemos acceso. Sólo conocemos, además, un tiempo de la ciudad, éste en el que vivimos. Pero en esa casa donde vives (o donde crees que vives) han vivido generaciones y generaciones de personas diminutas como tú que han paseado en los mismos bulevares, entre los mismos álamos, en días como hoy en los que muerde el invierno, y después se han muerto. Crees conocer una ciudad pero no conoces nada.

Crees conocer a una persona y sólo conoces su piel, sus manos, sus costumbres. Conoces su dirección postal y su número de móvil, su contacto en el Facebook y su marca de tabaco. Sabes lo que hace en días laborables y algo mejor lo que hace en los festivos. Conoces algo de su historia contada por su boca o por algún álbum de fotos amarillo, pero nunca estuviste ahí para saberlo. Sabes lo que dice que piensa pero no lo que piensa a oscuras, por la noche, cuando todo está en silencio y no llega el sueño. Oyes las palabras que te dice, pero no las que se dice a si misma en su cabeza. Crees conocer a una persona, pero no conoces nada.

Crees conocerte a ti mismo pero sólo conoces la piel del pensamiento. Y ¿quién de todas esas voces que resuenan muy adentro de tu cráneo eres tú? El cerebro es un intrincado laberinto del que van saliendo cosas al azar. Y ni siquiera puedes recordar todo lo que has visto o has vivido, y también están los sueños, qué misterio, que a saber de dónde salen y qué significado tienen, si es que al final tienen alguno y no es la propia descoordinación de la memoria. O las veces que perdemos el control y sale la bestia. O tantas noches sin ni siquiera ser tú mismo, ebrio de oscuridad y algunas lucecitas.

Crees conocerte a ti mismo y no conoces nada.

18 comentarios:

la cónica dijo...

qué bueno, sí señor.

(las monjas son unas mujeres dejadas de la mano de Dios)

Clementine dijo...

Tremendo.
De las mejores cosas (para mi gusto) que he leído por aquí.

:)

giraluna dijo...

En este invierno que muerde, (hoy menos) somos diminutos transeúntes y no conocemos nada de nada.
Gracias por poner en palabras tan bien puestas lo que a veces he pensado, Txe..
Danke!

PD: si existiera un grupo en facebook Hazte fan de Epistemologías varias, por Txe Peligro, me haría fan fan :P

Ángel Muñoz dijo...

gran sentencia la frase final.

Annalisa Marí dijo...

De nada sirven las palabras ni los álbumes de fotos amarillas, mucho menos el facebook y los cigarros compartidos en bares oscuros. Pero aquí estamos, pasando el tiempo.
Qué crack.

caracolquiscol dijo...

con lo difícil que es conocerse a uno mismo, cómo vas a conocer a otra persona? y ya no digamos a las personas a las que paradójicamente llamamos "conocidos"...
Sé que estoy de acuerdo, pero sólo sé que no sé nada.

kay dijo...

Eres maravilloso Txe Peligro.

Elena -sin h- dijo...

Sublime

E dijo...

Mucho de esto he pensado yo últimamente. Últimamente y hace tiempo. En fin.

Decía algo así como "conozco esta ciudad = conozco el universo". Pero supongo que es mentira.

Gracias.

Epistemológicos abrazos.

María Rodrigo dijo...

Creo que me conozco y no me conozco en absoluto, pero aún es peor, tú sabes que es así. Otros lo saben...

saturniana dijo...

Hay una parte de este escrito que me gusta, el hecho de no conocer lo que nos rodea, lo que se esconde en cada casa, lo que no llega a ver Google earth, ni facebook, por mucho que ampliemos la imagen. Doy gracias por ello, la ignorancia (en el buen sentido de la palabra) siempre da lugar a que sigan produciéndose las sorpresas, ya sean buenas o malas, quién sabe.
En cuanto a conocerse a sí mismo...siempre recordaré a mi padre diciendo: "fijate, sesenta años y hoy aún aprendo". No seremos lo que tenemos en mente, quizá, pero conocerse es vivir y vivir es conocerse.


...comentario sentimentaloide patrocinado por altas horas de la noche, usté me perdone...

Txe Peligro dijo...

lo celebro

Tesa Medina dijo...

¿Soy más yo cuando mi memoria se descordina y se inventa historias imposibles...

... un niño en un cajón de pino que alguien ha dejado a la puerta de mi casa, que no es mi casa, un autobús sin conductor que trepa por una montaña escarpada, un hombre al que no le pican los mosquitos porque lo tienen demasiado visto, y se queda de pie al lado de un charco estancado mirando al infinito....?

No lo sé, no me conozco tanto.

Tampoco tengo bestia por eso no pierdo nunca el control y veo monjas en los pasos de cebra y cebras en las catedrales encendiendo velitas a un euro la llama...

Me gusta mucho este texto, mucho.

A las personas y a las ciudades no hay que entenderlas, ni conocerlas a fondo, sino se pierde el misterio y sin misterio no hay curiosidad, y sin curiosidad no hay búsqueda...

Lo dicho, me gusta. Un beso, Txe

Batiscafo dijo...

Me gustó, pero el que realmente me ha encantado es el de El Cuerpo...


Por cierto, creo que voy a ir a Londres en Abril a ver Autechre!!!!

Txe Peligro dijo...

pues saludales de mis partes!!!

ADEMARCOLD dijo...

Hace que piense en lo que verdaderamente escribimos de nosotros, y si las hacemos nosotros mismos o "alguna de esas voces que resuenan en nuestros craneos"...


bueno me puso a pensar en reconocer aquellas voces, me encanto, nos vemos...

La Maga dijo...

Txe me encantó tu texto, tanto que lo he versionado en mi blog, por supuesto citándote. Espero que no te importe. Si te molesta lo retiro inmediatamente. Me has servido de inspiración, muchas gracias.

isabel dijo...

magnífico




gracias



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