De un tiempo a esta parte, Isaac del Valle Mogarra y un servidor venimos haciendo, o tratando de hacer, una revisitación (o refundación, que ahora se dice tanto) de un concepto tan tradicionalmente español como estar en la calle pasando el rato mirando a los que pasan. Todo empezó hace unos meses, cuando, hartos de no encontrar nuestro hueco en nuestras citas semanales (en día laborable) en ningún bar de Malasaña o ninguna de sus plazas más notables, adoptamos un banco en un triángulo urbano, cruce de tres calles, que el Ayuntamiento planea bautizar como plaza de Antonio Vega (tal vez por la proximidad del Penta, el horroroso bar que hizo célebre el artista), plan que no acaba de llevar a cabo quizás porque nadie se cree que eso sea una plaza. El sitio nos pareció ideal: un chino enfrente donde comprar las latas de cerveza, una sidrería abarrotada en la que colarse fácilmente a orinar, un pizzería en porciones para llenar el buche en caso de necesidad, máxima densidad de jóvenes transeúntes, muchos de ellos conocidos, y casi nula presencia policial.
Ustedes se preguntarán qué tiene de novedoso sentarse a pasar la tarde en un banco, tal y como hacen cientos de parados, inmigrantes, domingueros, adolescentes, ancianas y todo tipo de vecinos. Nosotros tampoco lo sabemos aún, pero por lo pronto lo hemos bautizado como fresh bankin', el mismo slogan que utiliza la entidad financiera ING Direct en sus anaranjados anuncios televisivos, cosa que los situacionistas franceses hubieran calificado, en aquellos salvajes años 60, como un detournement, una desviación de las imágenes y discursos capitalistas para nuestro propio provecho. Por nuestra parte, Del Valle Mogarra y un servidor, que esperamos llegar a ser tan célebres como los heavies de Gran Vía, nos preguntamos qué sentido tiene ocupar una terraza abarrotada pagando cuatro o cinco veces más por nuestras consumiciones cuando podemos estar literalmente de cara al mundo (las mesas de las terrazas siempre reúnen a grupos cerrados, en círculo, dando la espalda a lo que acontece fuera) y en fuerte contacto con eso que hemos dado en llamar la vida cotidiana de la gran ciudad. Vengan a visitarnos, ahora que empieza el verano nos trasladaremos en ocasiones a un banco entre dos cubos de basura sito al comienzo de la populosa calle Argumosa, Lavapiés. El proyecto, a todas luces, se presenta lleno de prodigiosas posibilidades.
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11 comentarios:
dijo mi amigo Pedro que saliéramos a cenar a Lavapiés. mi amigo Pedro no tiene trabajo. que saliéramos en plan picnic, decía. y salió de la boca del metro con una mesa plegable debajo del brazo. yo no fui, no pude ir, pero me lo han contado. tú tráete un taburete, me había dicho. uno que pese poco. yo llevo salchichón y la bota de vino, dijo. dicen que lo llevó. pero no pude ir.
sé que no es fresh banking, lo de Pedro. el fresh banking me gusta más, porque no hay que llevar taburete.
un beso
Tienes mucho tiempo libre, qué suerte. A mí me gusta observar a la gente mientras voy casi corriendo de un lado a otro de "la gran ciudad". Si algún día paso por vuestra zona, me fijaré a ver si estáis ahí, a ver qué hacéis.
me encanta la idea! sois unos amantes del vintage de los pasatiempos!
Riete pero por la descripcion se donde esta ese triangulo malasañero.Donde la iglesia, verdad?
Aquí combinamos la terraza con el local de ensayo y nos ahorramos ambas: Unas rubias de bote (Mahou generalmente) y unas guitarras acústicas junto a la facultad de letras. Alguna vez se nos ha ido la mano y lo hemos llegado a hacer un martes de diciembre a las tres de la mañana.
Hay que reconocer que desde hace años lo que más se estila es mirarse al espejo... Por lo que esta refundación me parece estupenda.
Que lo disfrutes!
;)
me apunto al fresh bankin', experimento sociológico donde los haya!
coño, pero si estáis al lado de casa! espero que me hagáis sitio si me paso
que se pasen digo.. aunque las fechas de los eventos no se harán públicas sino por boca oreja, para crear expectación
Me parece una idea interesante y adecuada para estos tiempos, pero yo propongo ir un poco más allá y practicar el "Fresh Killing". Por que ser meros observadores de la realidad diaria, adaptándonos a lo que los demás nos imponen. Manifiéstate sanguinariamente, me pasare por allí...
En París, las sillas en la terrazas están organizadas literalmente de cara al mundo - siempre me ha parecido mucho más honesto, como los bancos, los de las plazas claro, que bien sabemos de la honestidad de los otros.
Me quedo contigo, me ha salido 102, yo hubiera preferido un impar, pero de nada sirve arrepentirse.
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