¿A qué dediqué la primavera del 87?
¿Qué estaba haciendo el seis de marzo
de mil novecientos noventa y cuatro
(por la tarde)?
¿Qué hacías tú cuando ese avión
desapareció engullido por las negras
aguas del Atlántico?
Me levanto, bebo agua, me ducho con cuidado.
Bajo a la misma calle y el mismo portero
con la misma cara
me da los buenos días con las mismas dos
palabras, es decir: buenos días.
Piso el mismo asfalto que los otros días
-¿por qué los llamarán otros si son el mismo?-
y me siento en el metro rodeado de desconocidos,
como siempre, en un viaje que jamás recordaré,
como si este día a través del que viajamos
no hubiese existido nunca.
Todos nosotros, sin embargo, ellos y yo,
estamos haciendo lo mismo:
rellenar un vacío en los calendarios atrasados
del futuro.
viernes, octubre 29, 2010
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7 comentarios:
Poesía.
Sí
Seguir adelante sin pensar porqué, ni para qué, sin darle un sentido a nada... Qué tristes los días en los que no pasa nada...
que laconismo. veo que saben diferenciar los géneros literarios.
Aburrido. No el texto.
El día a día.
Me gustó! :)
aquí no pasa exactamente eso, porque hablamos mucho, mucho, en los autobuses, en el metro incluso..., y cada día, que podría parecer igual al anterior o al que esta por venir, se filtran por los oídos historias, cientos de miles, que adornándolas, o dejándolas en literal hacen cada uno de esos días únicos.
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