miércoles, junio 28, 2006

Biblioteca

El silencio es tan silencio que hasta puede oirse el calor derritiéndose lentamente como melaza por las paredes de la biblioteca -a veces alguien tose, somos pocos desperdigados en mesas enormes, a veces alguien se levanta para consultar un volumen de pie al lado de la estantería y luego regresa a su puesto- y se escuchan las gotas de sudor resbalando por las sienes hasta caer finalmente sobre las hojas de papel plagadas de fórmulas garabateadas y de absurdos dibujos que trazamos cuando nos distraemos por un instante y dejamos que la mente alce el vuelo, más como una mosca que como un águila imperial, revoloteando en espirales y deseando salir por la ventana, que por estas fechas siempre está abierta, para volver a donde está la vida realmente, no aquí entre libros, ceños fruncidos y pies que martillean el suelo, sino ahí fuera, tumbada en las plazas, inundada de sol amarillo, en las gotas de agua que escapan de las fuentes y se posan sobre la hierba, en los dientes que descubren las sonrisas, en los hombros desnudos de las niñas, en el asfalto caliente, entre los coches, donde hay ruido, asomada a los balcones, pero no aquí, no está aquí la vida, no a este lado.

Mañana acabo.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues nada a partir de mañana te libraras de tu carcel bibliotecaria y podras disfrutar de la vida y sus pequeñas cosas, por fin dejaras de ser mosca para poder ser aguila imperial.
Mil besos.

Pat Robles dijo...

Suerte.
No puedo decirte nada más.
Yo este cuatrimestre no he pisado la biblioteca por todo eso que escribes: Acabo perdiendo la cabeza poco a poco...

Ya la perderé en Septiembre.

Ro dijo...

Vamos a envidiar lo que viene después???? tengo ganas de averiguarlo.
Mua

Anónimo dijo...

Suerte y ánimo! Hoy por fin serás libre y la vida si que se disfruta más después de una dura temporada de exámenes. Pásalo bien!

ALOMA69 dijo...

En las bibliotecas el tiempo se ha detenido...

Saludos!

gaia56 dijo...

Desde la llamada dura realidad del día de hoy añoro los tiempos de biblioteca y los recuerdo como islas de silencio, concentración y calma paz.
Disfruté mucho tu buena descripción.

Hada de Luz dijo...

Navegué por mi mente hasta encontrar entre mis recuerdos cada cosa vivida en la biblioteca de mi liceo... el silencio y los desordenes y risas a punto de explotar, las miradas de la bibliotecaria, las miradas de almas gemelas y obviamente los estudios.

Descansa y disfruta tu libertad, mientras puedas!

Besos!

Chamila Rodríguez ACTRIZ dijo...

Existen silencios en mi interior que me calman y me llevan a contemplar el vivir...
otros silencios que me apretan mi pecho...
pero el silencio, el silencio del desierto de Atacama, me transporta a un lugar que me encanta.

Besos.

Anónimo dijo...

Suerte. Sin más

Saludos

Batiscafo dijo...

libertad
me imagino q ya habrás acabado
yo tb
a disfrutarlo por el tiempo q se pueda

por cierto, se nota q vives en madrid
el asfalto qma allí de otra manera
besos

Anónimo dijo...

Tu "mañana" es mi "ayer", yo acabo hoy.
Espero que haya ido bien...

lidia dijo...

nene, cambia de biblioteca, ahora las tienes con aire acondicionado, muy fresquicas...suerte!

la clé dijo...

si, si... todo lo q quieras, pero yo añoro ese silencio, los garabatos en el papel y esa segunda realidad que parece menos verídica de la que nos imaginamos fuera.
y no es el hecho de estudiar, sino d tener tiempo para hacerlo, d q tu deber sea simplemente eso: aprender.

missangria dijo...

La peor época para asistir a la biblioteca es en verano, la pisé bastante pues tenía que examinarme en septiembre. Solo tenía ganas de estar en cualquier otra parte del mundo excepto allí, pero en cambio, con el tiempo, guardo muy buen sabor de boca de tardes enteras en la biblioteca...me he acordado de alguna anécdota entre libros que quizá relate en mi blogg.

Afectuosos Saludos.

Anónimo dijo...

No nos engañemos: la vida se encuentra en la frontera entre el final de la frase que empezarás a leer en tus apuntes y la brisa que imaginas acaricia la estatua de ese parque...la vida se encuntra en esa hetérea aduana llamada deseo.