El primero sonó seco como si en vez de golpear un estómago hubiera golpeado un saco de arena. El cuerpo cayó arrodillado, abrazándose el vientre, para después quedar tendido boca abajo sobre las baldosas de la cocina. Álvarez decidió propinarle entonces un puntapié en la cabeza: el cuello crujió y el cuerpo se giró sobre si mismo, quedando ahora boca arriba y liberando por la oreja un pequeño reguero de sangre espesa que se extendía lentamente por el suelo.
Eran sus cejas, decían, sobretodo sus cejas como dos cuervos negros sobrevolando una mirada torva que aterrorizaba a sus oponentes sobre el cuadrilátero. Álvarez pegaba fuerte y tenía el alma sucia, así se alzó con el campeonato de boxeo durante siete años consecutivos en los que parecía que no había contrincante lo suficientemente fuerte para vencer a la bestia y que nunca lo habría.
Fue durante aquellos años cuando apareció Marian, una entre tantas mujeres de las que el Campeón disponía a su antojo. Marian se prendó de la rudeza de Álvarez, de la manera brusca en la que le hacía el amor -como si ella se opusiese resistencia-, de su forma torpe de acariciarla con las gruesas manos con las que rompía las narices de los otros aspirantes al título. Álvarez apreció de ella su inocencia, su eterna sonrisa y aquella candidez tan alejada de la eterna penumbra en la que vivía.
Ahora, viendo el cuerpo de Marian inerte sobre el suelo de la cocina, liberando aquel charco de sangre casi negra, Álvarez recordó cómo antes, tras conocerse, en las noches de insomnio él velaba su sueño y ella, iluminada por la trémula luz del amanecer que se filtraba, parecía casi muerta y era pálida y hermosa.
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33 comentarios:
¿¿por qué tantas veces nos gusta quien con más dureza nos trata?? nunca lo entenderé...
Joder TXE!. Muy bueno el relato. Real, literario, frio y desgarrador. Perfectamente retratado, con su sombras y matices abrazando las lineas.
El mejor POST de la semana en Blogger, sin duda. Enhorabuena, un abrazo.
A propósito de esto hace unas semanas escribí "EL REINO DESHABITADO"
Érase una vez una reina destronada, una mujer condenada que poblaba un reino deshabitado. Una dama gris disipada en las tinieblas, prisionera en una lúgubre mazmorra en lo más alto de la almena. Soberana del infortunio, rea de la adversidad, esclava del desamparo, señora de la desventura, la más desdichada sierva de la infelicidad; que intentaba sobrevivir a la locura, cautiva del desasosiego; acurrucada en un rincón de su calabozo, estaba sometida al señor de las sombras; el oscuro hombre que había atormentado cada día de su vida.
Durante las mañanas el sol asomaba por una pequeña claraboya, iluminando tímidamente la penumbra de la celda, coloreando sutilmente sus sueños. Pero al caer la oscuridad los fantasmas deambulaban de nuevo por los sombríos aposentos del castillo; eran los espectros que aterrorizaban las noches en la soledad de su castigo. La infausta dama de tez plomiza mataba las horas hilando en su rueca; trabajando duramente lograba evadirse de su condena. Cuando el huso pinchaba sus dedos imaginaba ser una bella durmiente, desvaneciéndose en un profundo letargo, del que solo un beso de amor le pudiera liberar. En ocasiones soñaba estar tejiéndose unas alas, y así lograr sentirse como la golondrina que visitaba el alfeizar de su cautiverio; poder flotar ingrávida y huir volando más allá del tragaluz.
Un día el siniestro rey sorprendió a su esposa murmurándole a la golondrina; entre sollozos le confesaba su propósito de urdirse unas alas de seda para poder escapar lejos de allí; partir hacia nuevas tierras dejando atrás las órdenes del tirano y su desolado feudo. El enojo del caballero empeoró más aún el confinamiento de su mujer; aquella noche los espíritus opacos descargaron toda su ira contra las costillas de la cortesana, azotaron su cuerpo salvajemente con una correa de cuero hasta arrebatarle el conocimiento. El crepitar de las llamas le desveló de su inconsciencia; tras las murallas del castillo una hoguera abrasaba su rueca de hilar, y con el viejo telar se incineraba el sueño de tejer su vestido de libertad.
De su sastrería solo sobrevivió al fuego la tela ensangrentada sobre la que había caído desmayada. Afligida por el dolor, angustiada por tanto sufrimiento; lloraba desconsoladamente al verse incapaz de soportar más amargura. Anudó el tejido sanguinolento alrededor de su cuello y escapó volando tras la ventana de su prisión…
uff, que duro :S
Nunca entenderé la violencia tan extrema; nunca entenderé porqué cuando alguien ya no ama a alguien, no sabe alejarse sin más; nunca entenderé la gratuidad de la muerte; nunca entenderé porqué no somos capaces de desamarnos tal y como aprendemos a amarnos... porqué no consideramos las relaciones como aprendizajes, porciones de nuestro camino que nos ayudan a vivir, a aprender, a crecer...
Aysss, me tocó la fibra tu relato.
Besos,
Que el Campeón se cague en su puta madre.
Vos no, vos seguí escribiendo cosas como ésta, cosas que molesten y duelan y regocijen y hagan sonreir o lagrimear.
Me gustó mucho el relato.
Hay quien puede encontrar la belleza en todo.
Nunca entenderé como a algunas chicas les encanta caminar por la senda peligrosa y se llevan a la cama a gente con la que no me atrevería a montar en un ascensor.
Una vez más caí en la cuenta de que somos pura contradicción...
Y sí.. a algunas personas alejarse de una situación sin más les resulta imposible... y tienen que dejar su huella para siempre.
Un saludo :)
Tharsis
http://mientrasvivimos.blogomundo.com
Que triste y que duro y que bonito.
"Yo nací en la cara amarga,
llevo la marca del lado oscurooo"
(fantástico!)
Tremendo lo que Marian ve en Álvarez y más tremendo cómo él "velaba su sueño y ella, iluminada por la trémula luz del amanecer que se filtraba, parecía casi muerta y era pálida y hermosa".
Se me encogen las entretelas, Txe.
La última frase me recordó a Ofelia en el agua, pálida y bella...
Hermoso relato
eso pasa, física o psíquicamente
hay chicas a las que les va la rudeza, y a otras la rudeza extrema
luego hay otras que les suceden cosas inexplicables...
El amor es ciego y a veces no te deja ver. Otras veces no te encuentras con suficientes fuerzas para relevarte ante tanta agresión. No a la violencia. un saludo.
escalofriante!
Pasa demasiado a menudo sospecho. Hay muchos campeones del mundo suelto.
Narras genial, y sin racanear en temas.
Menudo hijo de puta...
Increíblemente escrito, como siempre.
Un abrazo
y cómo te gusta el tema de la muerte
y qué bien lo has descrito aquí
Un abrazo
Bueno, muy muy bueno. Y muy directo, un puñetazo de Álvarez a la boca del estómago.
Aunque sí, tantas veces nos cambian las cosas y deseáramos que volvieran al "como antes" que acabamos, no tan brutalmente, rompiéndolo todo...
Dolor y amor a veces tienen el mismo final, y se entrecruzan de manera que no los podemos separar.
Besos desde el agua
:o) hola, gracias mil por tu vivista. Solo decirte que no soy encarnaaaa!!jajajaja :oP
Un amor de puching ball
Leyendo el principio me acordé de alguien que se parecía mucho a Álvarez. También fue boxeador, también hacía el amor como si opusieras resistencia, también tenía unas manos torpes. Estuvo enamorado en tres ocasiones. Maltrató a la primera, a la segunda... y no llegó a la tercera... porque la tercera le dejó. También la miraba con la luz del amanecer y pensaba q era hermosa, muy hermosa, llena de luz y llena de una fuerza interior que él no poseía. Él miraba el mundo como si realmente ya estuviera roto y no hubiera nada que valiera la pena. Confiaba en sus brazos y en su odio, que era lo q le hac´çia sobrevivir. Creía que todo estaba en su contra y no se daba cuenta que era él el que no quería morder la vida. Un habitante nocturno escondido en su soledad se enamoró de la tercera, sí. Pero la tercera vió como su vida sucumbía a la oscuridad y no quiso que llegara el momento del puntapié. Así, le dejó y se fue lejos... muy muy lejos. Él clamó por su compañía. Con amor, con dolor y con violencia... pera ella no volvió. Prefirió morder la vida sola que mal acompañada.
Besos Txe!
Tal vez por muy enamorados que estemos nunca cambiaremos por nadie. Siempre con el tiempo sale nuestro verdadero yo.
Besos
Nuestro verdadero yo, ese desconocido...
Me parece famtástico el título en relación al relato.
Esa parte atavica femenina de ser poseída y que puede seducir mal y esa
falta libertad de aquel para quién la
palabra no existe, solo el gesto: golpearle la cabeza......muy fuerte.
La violencia como forma de posesión extrema.
(me recuerda a la historia de carlos monzón).
un saludo
Jo, como me ha gustado, duro y apasionado!!!
Saludos campeón!!!
demasiados golpes contra la lona del ring, contra la vida.
Deja mal cuerpo. Ergo es bueno.
ya sabes, siempre se acaba matando lo que se ama .. me has recordado una canción de quique gonzález...
Es duro, tan duro como la vida, pero estas cosas pasan y es labor del escritor retratar la realidad.
Genial escrito.
Qué bueno el leer cosas como estás. DEbo navegar más, pensar menos... tienes un toque original.
un saludoo
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