Y de pronto te das cuenta de que habías sido carcomido por la poesía, y que los pliegues de tu cerebro se habían llenado de la mugre de los versos, de su música y su ritmo. Así que hagamos el esfuerzo, qué coño, y volvamos a la vida –tan prosaica-, volvamos a tomar tierra y volvamos a tocar el suelo con las palmas de las manos, como un perro, un sabueso.
Ayer estuve viendo bonsáis, los bonsáis que Felipe González donó al Jardín Botánico, bajo una lluvia que no era lluvia sino la mansa suspensión de miles de millones de partículas de agua en el aire gris que tuvimos este domingo. Las explicaciones del experto amigo R. nos revelaron todos los misterios de estos arbolitos que, de otra manera, no hubieran suscitado tanto interés en mí. Y es que es fascinante, sí, es fascinante, cómo la mano humana encuentra árboles que no tuvieron las condiciones satisfactorias para desarrollarse correctamente, o que son arrancados de su lugar cuando aún son jóvenes para trasplantarlos a esas diminutas macetas donde se les guía con alambres o se les hace extender sus raíces alrededor de rocas, o se moldea su madera con un taladro, hasta que el árbol, la naturaleza, parece comprender su nuevo destino y empieza a crías hojas también diminutas y flores diminutas y aunque la corteza siga envejeciendo hasta darle la imagen de un árbol centenario, apenas supera el metro de altura. Este es un trabajo delicado y concienzudo, como casi todos los que emergen de la cultura milenaria del Japón, como los jardines zen, el ikebana, los haikus o los pequeños pies de las geishas después de años de vendajes. La cultura japonesa es la cultura del trazo mínimo, de lo sutil, de la mente en blanco, del gesto furtivo, en definitiva, del silencio. Porque lo que rodea a un bonsái es el silencio que genera su pequeñez, el no haber crecido, de igual manera que el silencio rodeaba a González cuando, atento a sus cientos de bonsáis, se acabó enterando por la prensa del caso de los GAL y otros corruptelas. Ahora creo –me han dicho- que el expresidente se dedica a la bisutería.
Oigamos ésta noche, pues, el ruido atronador alrededor de El Debate. Que disfruten, si pueden.
lunes, febrero 25, 2008
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21 comentarios:
Hay en mí cierta incompatibilidad biológica para entender los mundos existentes más allá del Indo. ¡Qué le vamos a hacer!
Tampoco asistiré al debate. Total, mañana (hoy) me lo van a contar de pe a pa unos y otros...
ES curioso saberme tus historias antes de leerlas... es una sensación rara. Y quizá es que yo no vi la foto.
Te emplazo a que visites mis pasos alguna vez.
Un abrazo y un hasta pronto
Por desgracia el debate quedó en eso, en ruido.
ahí queda eso.
y aquí quedo esto:
http://puntogpuntog.blogspot.com/2008/02/250208.html
"Alrededor del debate", he ahí la clave. Porque uno frente a otro, chitón.
El ruido vino después, cuentan que fue atronador cerca de donde hay bonsais. Y donde no los hay, también.
no voy a entrar en política arbórea.
sólo voy a decir aquello de que el mundo es un pañuelo (y la blogosfera el moco) y que qué fuerte lo de tu máster y mi amiga por ahí arriba firmante, y mi amigo y compañero de piso, y eso.
así.
de aquella manera.
Ya me contarèis como ha ido cuando vuelva de las galias.
Lo de dejar la poesía (imagino, espero, que momentáneamente) para volver a la vida "prosaica" es buenísimo, joder.
Mi bonsai apenas duró un año, y mira que me gusta el silencio.
yo aquí había escrito un comentario...porqué no está????
sobre los bonsais y la ablación
porqué no está?
dónde está?
vaya, qué hay más allá de la papelera de reciclaje?
estoy totalmente encafeinada...
besus besus besus
te escribo desde mi ordeñador new
ahora en serio...dónd estará el comentario? se lo éscribiría a otra persona..pues habrán flipado
Hoy he escuchado a unos pocos poetas, y es difícil sustraerse del ritmo y del verso y estar en contacto con la realidad. Algunos poemas, no lo voy a negar, sólo sonaban. Se recreaban en las consonantes líquidas y en las interdentales precedidas por las nasales. Sonaban bien. Otros decían, además de sonar. Decían, hablaban, mostraban la realidad. En toda su crudeza a veces, otras con detalles mínimos que se escapan del silencio en un verso sólo, que se pueden decir en un verso o no se pueden decir. No sé si me explico.
Tú dices cosas en prosa que yo no podría decir en verso. Y cuando escribes en verso no te alejas de la realidad. Igual en la poesía uno se retrata más, arriesga más de lo de dentro de uno, qué sé yo. Igual no. Los versos mentirosos son buenos, muchas veces.
Me encantaron los silencios. El debate me gustó menos. Casi voy al botánico el domingo y no disfruto todo lo que quiero, pero lo que puedo sí.
También, por cierto, gracias por la prosa.
Un beso.
La prosa no ha de ser prosaica (la tuya no lo es). Tampoco el poema debe ser sólo etéreo.
A los bonsais les debe pasar lo mismo: para unos es la conquista de una naturaleza dominada, para otros es el descubrimiento de una naturaleza soñada.
Pues el debate no fue ni prosa ni verso. Sólo un recitado previsible.
Un abrazo.
a mí los bonsais (y las cosas artificialmente pequeñas) me producen sensación de espacio. los veo, y veo lo que podrían haber sido y el espacio intermedio se convierte casi en una atmósfera pegajosa (e impenetrable).
sí, mis escaleras son de caracol... no pensé que la imagen fuera tan clara.
saludo!
Creo que fue mas instructiva la visita que el debate...
Buenas, buenas...a mi también me provoca interés todo el tema oriental. Muy interesante la relación Bonsais-Mentirosos.
Una vez más, no me creo lo que me cuentan.
De ellos, no de ti.
Un abrazo.
txe, siempre me quedará tu inteligencia
y tus poemas.
un beso grande por ser tan despierto.
Entiendo que tus comentarios sean tan cortos, te quedan pocas palabras luego de escribir tanto y tan lindo-
saludos
pese a que hayas mencionado el debate, no te has sacudido toda la poesía, lo siento
Y ¿por qué sacudírsela? la poesía, digo
Me encanto tu sentir
te invito a que conozcas cem%eu
saludos eternos desde brasil
ts
volvere amante de tus escritos
Ni se me ocurre ver un debate. Qué aburrimiento. Ni siquiera del partido que voy a votar, que por cierto parece sepultado por este bipartidismos de opereta.
Los bonsais son bonitos, pero me es imposible olvidar cuando los veo que si no estuvieran sometidos serían grandes, libres y algunos majestuosos.
Besos.
Alérgica ante ese presunto romanticismo de las culturas orientales, adivino con una sonrisa cierta distancia y una pizca de sarcasmo al describir la horrible atrofia de un bonsai y enlazar con la venda del pie...
Últimamente he practicado el ikebana con mimosas exultantes, lo cual es un pequeño contrasentido.
Hubo un tiempo en que conseguí hacer pavos reales de papel. Aquel hombre se quedó con la gata, y con el libro de origami. Me pasé los siguientes años plegando kleenex.
Me gustan los jardines botánicos (la generación "Radio Futura" sí que no se puede sacudir), leo un libro sobre el zen, y me parece una sarta de bobadas. Me voy al Cantábrico. Pienso en los rosales.
Gané un par de rosquillas de chocolate por haber sido quien más aguantó (entre un pequeño grupo) viendo los debates. Fue lo mejor.
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