Aunque tengan cosas en común no son lo mismo. Las peluqueras modernas del centro son esas que te encuentras en los clubs electrónicos más exclusivos, drogándose con gracia en noches infinitas, que te pinchan la música más trendy y te pasan una litrona, y que hacen con tu pelo lo que les da la gana. Tienen estilo y lo saben. Por lo general, cuando ya es demasiado tarde, te das cuenta de que han satisfecho su ultima fantasía ultramoderna sobre tu cuero cabelludo. En cambio las peluqueras de barrio son definitivamente complacientes: cada movimiento estratégico sobre tu peinado es consultado previamente, cómo lo quieres por delante, cómo lo quieres por detrás, cómo lo quieres por allí, cómo lo quieres por allá. Están totalmente al servicio del cliente y si la cosa sale mal es que la mala idea era tuya. Su gusto estético se ha formado en polígonos industriales y discotecas periféricas, así que las pobres nunca aciertan en el lugar de su anatomía donde tienen que ponerse el piercing o no se dan cuenta de que ya están mayorcitas para tatuarse una sabandija sobre el abdomen. Por lo general su modernidad, siempre a remolque de lo que sus compañeras fashion del centro dictan, no llega a convencer a casi nadie. A mi las peluqueras del centro me parecen muy respetables e influyentes, pero las de barrio me producen una ternura y una extraña excitación morbosa que las del centro están lejos de hacer florecer en mí.
Después de un día entero de dudas y zozobra decidí, la otra tarde y aprovechando las horas libres en El País, ir a una pelu de mi barrio, situada en el Paseo de las Delicias, donde en otra ocasión me había cortado el pelo muy mal –fatal- un ser de tamaño monstruoso del que no sabría determinar el sexo, la raza, la edad o la profesión, porque peluquero/a no debía de ser. En esta ocasión, afortunadamente, me atendió una autentica peluquera de barrio rechoncha y, por tanto, alegre y dicharachera. Antes de que procedieran a deshacerse de esas guarrísimas greñas que habían poblado mi cráneo en los últimos tiempos, tuve que esperar un rato, que ocupé con la lectura de un libro sobre Heiddegger y en observar el local. Aunque Heiddegger resulta incomprensible para mi intelecto positivista –dice cosas sin sentido como “el mundo mundea y la nada nadea” – y no me gusta en absoluto, disfruto leyendo los tratados más sesudos posibles en sitios como peluquerías de barrio, estadios de fútbol (bueno, esto nunca lo he hecho), o ascensores del Corte Inglés. Se me presenta entonces la dicotomía entre la alta cultura y la vida popular: toda esa gente que me rodea todos los días y que imagino –quién sabe- ignorante de todo lo referido a la metafísica, la literatura o la ciencia. Es un acto de snobismo privado, ya lo sé, pero no deja de ser fascinante que existan tantas personas que en su vida no hayan oído hablar de las cosas que a mi me preocupan y que para ellos son totalmente ajenas. Demuestra esto, sin duda, que las pajas mentales que ocupan tanto tiempo en nuestras inquietas mentes, son completamente accesorias e irrelevantes para la vida, donde lo único realmente importante es ganarse el sustento, comer, dormir, divertirse un poco y hacer caca regularmente. El transeúnte distraído, la señora en la cola del mercado, la peluquera de barrio, jamás se han preguntado nada sobre la naturaleza del lenguaje o la estructura del espacio tiempo y, por lo demás, parecen más aptos para la supervivencia que el que suscribe estas líneas. Como digo, además de desentrañar las tonterías de Heiddegger, también eché un vistazo a la peluquería: es uno de estos lugares decorados de tal manera que más bien parecen una nave espacial que un negocio de estética: hay muy poca estética en las luces azules fluorescentes o los tonos metalizados, más bien parece uno encontrarse en los baños de una discoteca de pueblo donde la moda de los ochenta hizo estragos, además de la heroína. En cualquier momento parece que van a aparecer unos robots de serie B o Tino Casal bajando, siempre tan glamouroso, las escaleras que dividen el local. Otra escena bizarra fue la mujer entrada en años que, como en un trío de cine porno, recibía la atención de dos trabajadoras: una, vieja y cubana, le lavaba el pelo mientras que la otra, rubia de bote y nacional, le hacía la manicura. Cuando la de la manicura tuvo que ausentarse un momento y subió las escaleras por las que definitivamente no bajaba Tino Casal, la clienta mantuvo la mano en alto pero lánguida y muerta, como hubiera hecho Marlene Dietrich si hubiera frecuentado este tipo de sitios. Aquella mano suspendida en el aire, los dedos finos y largos, las uñas afiladas, las venas sobresalientes, propias de la edad, me produjo un extraño sentimiento de terror cotidiano pero también cierta satisfacción al tener la oportunidad, como un paparazzi en un día de suerte, de contemplar tal escena. Finalmente, tras todas estas tribulaciones posmodernas, llegó mi turno. La señora cubana me lavó el pelo con champú normal y sin crema, y la peluquera de barrio, oronda y asertiva, se puso a mi completa disposición. Le di instrucciones detalladas cual mariscal de campo y ella siguió punto por punto mis indicaciones, hasta el extremo de hacer preguntas decididamente absurdas para una profesional del ramo. El corte, todo hay que decirlo, ha resultado ser bueno, no en vano ejercí de maestro de obras. Tengo algunas dudas sobre cierta sobreabundancia de pelo en los laterales de mi cabeza, pero en términos generales me quedé satisfecho con su trabajo. Lo hizo mejor que muchas modernísimas peluqueras del centro lo han hecho a veces y por una tercera parte del dinero que les di a aquellas para sus fiestas y sus trapos de Fuencarral, así que desde aquí te doy las gracias peluquera de barrio, allá donde estés –en el taller mecánico de tu novio, viendo supermodelo 2008, tatuándote una nalga, o ciega de keta en la rave de tu pueblo-. Estar en las afueras también es estar adentro.
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42 comentarios:
HAcía tiempo que no escribia algo tan tan bueno.
Enhorabuena, creo que es excelente.
Posiblemente lo que más me ha gustado.
Salud
si no fuera porque soy de natural cortés, te diría que eres un capullo clasista egocéntrico.
vaya, ya está aquí la corrección política.
en fin.
saludos y gracias por leer!
Hola, Txe, es un relato impecable. Además de mantener mi interés a estas horas de la noche sin desfallecer me he reído y no me he saltado ni una coma.
Es muy bueno y describes el mundo de las peluquerías con mucha gracia y acierto. Y te lo dice una adicta a dejarse el sueldo en esos antros de perdición.
Las de barrio para los indecisos, para los que no se atreven a cambiar o para cuando quieres que te mimen por un precio razonable.
Las del centro para cuando necesitas que te mientan, te digan que tienes un estilazo, te hagan un corte y un color imposible de mantener más de un día, sin ceras, planchas y potingues pegajosos y dejen tu tarjeta temblando para el resto del mes.
El toque Tino Casal y Heiddegger juntos, insuperable.
¿Qué tiene que ver lo políticamente correcto con la creatividad? De ñoñerías y mediocridades ya tenemos bastante. No queremos más. Ni caso.
Me ha encantado, Txe. De verdad.
Besos.
Me gustó la sinceridad en cuanto a las pajas mentales (inservibles pero placenteras), Heiddegger viajando a la peluquería....todos somos así aunque no lo aceptemos, nos gusta deleitarnos en ese snobismo ocasional....
Lo degusté de principio a fin....y a falta de palabras paso a redundar: me agradó, encantó, fascinó y demás sinónimos que se te ocurran....
santa maría de la alameda está en el culo el mundo. pero hay renfe. tal. nosotros desde la h de la comida estaremos por allí.
por cierto el del corazón: la hostia
beso
El mundo mundea
y la nada nadea.
Txe se corta el pelo
y con teorías, teorea.
Atención peligro (!)
que con eso que ahora
te escasea el pelo,
entre líneas te leo
el subsconciente entero.
¿No será que tu cuerpo
pide algo de guasa
y se llena tu pluma
de discos y farla?
Asi que ya sabes,
las tres cuartas partes
que te has ahorrado
con la peluquera
del barrio de al lado,
la inviertes en fiesta
y niño ¡vaguea!
que si en fuencarral
se fuencarrelea
las raves, tu sabes,
¡las RAVES RAVEAN!
Yo descubrí en una pelu de barrio que peluqueras y clientas podían ser buenas lectoras. No Heidegger o Unamuno, claro, sino Paulo Coelho y co.
Seguro que más de una, haciéndome mechas, pensó que yo era una freak leyendo versos en vez del Vogue.
B7.
El morbo que dan las peluqueras de barrio rellenitas, los momentos paparazzi,, la caspa de los ochentta... Todo en un mismo post. Niquel.
Con respecto a la mezcla de lo sublime y las bajezas de la vida diaria te conmino a que le eches un vistazo a esto:
http://elcorderonosecome.blogspot.com/search?q=ostras+o+mortadela
A mi muy bueno tampoco me ha parecido, demasido topicazo entre líneas, te creia con otro típo de mentalidad.
Seguramente una peluquera será mucho más culta que algunos de los que teien en su habitación colgado un título universitario.
El topicazo de las gordas = simpáticas es patético.
Saludos.
joder, qué poco me gustan los peluqueros. Líate a topicazos con ellos, claro que sí. Y, por favor, redacta otro post, tan bien escrito como este, para los dentistas ..
para los que les gusta: gracias.
para los que se quejan de tópicos, mentalidades, menciones a empresarios, clases sociales, gordas amables, barrios, etc... les digo: es una fuckin' sátira. Han leído a Quevedo? Parece que no. Cuando escribo una sátira -como ésta- no escribo un código moral, no reflejo mi "ideología", ni nada parecido. (Hay pocas cosas que se parezcan a mi ideología, tal vez un moco). Esto no es una declaración de principios. Es un juego malabar con estereotipos y mucho humor, que parece que falta, después de tanto poema y algunas cabezas, al menos, lectoras.
En fin.
Gracias en cualquier caso a todos todos por estar al otro lado.
Saluditos.
¡Coño! Ahora que lo pienso, hace demasiado que no voy a una pelu....
Debería pasarse por una peluquería de barrio que hay en Malasaña (Espíritu Santo). Fotos de modelos de los años setenta, venta de bisutería barata, rulos y peluqueras que distan mucho de las modernillas de Juan, por dios.
A quién se le ocurre, Dios!
Jamáshubiera podido imaginar todo lo que se cuece en una peluquería, hasta leerte, quien sabe si te pasastes algo de vista y sea algún Expediente X, je, je, saludos, Txe.
txe! tres horas eleborando mi comentario y al final no dejo nada!
Eres divertido.
Aceptamos pulpo, claro que sí. Licencia literaria siempre más. Si gusta, bien, si no, bien.
No comparto las reflexiones del sujeto, pero he leído de un tirón.
El hecho de que no se haya presentado a un personaje, y al estar aquí, en tu blog personal, incita a asociarlo contigo, pero tienes razón en lo de la ficción.
Enfín, siempre queda la duda.
La forma de escribir está muy depurada, sí señor! pero la sátira social se me hace algo insípida.
No sé si te servirá de algo mi opinión, yo no soy el más indicado, perdona mi intromisión, sigue dándole a la tecla.
Un abrazo.
Odio a las peluqueras. Mucho. ¡Mi pobre melena que nunca sale indemne!
Un beso, Miriam G.
txe, yo que soy del bando de los de levantarse a las 7, para el sustento diario, la hipoteca y alguna que otra juerga, te prometo que a veces también me hago esas
preguntas inverósimiles que las
gentes cómo yo nunca se hacen; lo weno es que como no tengo ni puta idea de metafisicas o jurisprudencias, me suda la polla tó un poco y soy tan feliz, eso sí
voto x las pelus de barrio, los ultramarinos, y el kioskillo del pepe ¡¡¡que aún vende tabaco suelto y tó¡¡¡
abrazo.
amigo
Habia que aclarar que una satira, una ironia... un lo que quieras ponerle...
Que ganas de salir de la mediocridad agitando palabras para encontrar una posible mierda.
Por cierto, yo estoy contenta con mi peluquera (lease literal).
Besos wapeton.
El otro día fui a hacerme la cera. La intimidad con una perfecta desconocida (he cambiado de esteticista) es fascinante. Hablamos de Zaragoza, de antigüedades, de exmaridos... en fin, una tarde estupenda. Supongo que ni ella ni yo somos mujeres estándar. No debe haber mujeres estándar, ¿o sí?
Hola.
No te lo tomes como un juicio moral sobre ti: he disfrutado leyéndolo, pero he tenido que ir apartando el mohillo de la condescendencia. Demasiados juicios de valor por parte del narrador. En una sátira no hay lugar para la condescendencia. Yo ni la olí en "El Buscón".
Evidentemente, has leído "alumnas de una escuela de peluquería", de Piquero. Soberbio poema. No hay condescendencia.
Tal vez cuando una peluquera de barrio tiene poder térmico y mecánico sobre la integridad de tus partes, se te empieza a ocurrir que es muy posible que su mente no sea simple en absoluto. O, más bien, te asalta la certeza de que la tuya es simplicísima.
Me gusta eso de leer filosofía críptica en lugares intrascendentes (en apariencia, la de cosas que se cuecen en ellos...), y pasar por encima de que todo el mundo piense "pedazo de capullo snob". Yo creo que si me encuentro a alguien así, no podría evitar una sonrisa de simpatía.
(Servidora ha ido leyendo "El segundo sexo" en autobuses, no es que sea comparable a textos tan herméticos como los tuyos, pero la cosa dio para alguna anécdota divertida).
Y te voy a pedir un bono-disculpa para las próximas 15 veces que me dé por venir a criticar.
No sé si quedarme con el "relato" o con las críticas. Demasiado previsibles para señalar con el dedo la presunta condescendencia e insipidez.
Un placer leerte en todo caso.
Ah, que estoy aquí. Me he liado. Pues, eso, pásate a ver.
Enorme, como siempre.
¡Que viva supermodelo 2008! Y en la publicidad leemos.
[Sin que tenga relación, apunto: "Transformadores de comida", los llamaba algún escritor que leí y que no recuerdo...]
Un saludote!
Toda la razón Txe...las peluqueras no conocen a Bryce Echenique y dicen que es un tío muy viejo y que Mañas, al que tampoco conocen, está muy bueno. Nos preocupan cosas que nadean al resto de la humanidad...Somos unos raros?
¿Hasta cuando pervivirá la literatura y las letras?...Todo el mundo conoce el Gran Hermano; lo nuevo de sin coño no hay paraíso, pero nos perdemos--me incluyo, que siempre he sido de barrio--muchas cosas por desconocimiento o...por sentido práctico y común.
Un beso, TXE.
Jajajaja!!! pobres peluqueras... ahora estaran todas flipando porque les pitan los oídos. Jajajaja!!!
Pues que digan lo que quieran... a mi me ha gustado. Lo que pasa es que como está escrito en primera persona da la sensación de que es lo que tu piensas (además, no pone lo contrario en ningún sitio).
Un besote!!!
Txetxu, como hagas caso a algunos comentarios... vas a acabar escribiendo mal!!! jeje
un beso
Paco
es lo que pienso.
(con perdón)
saludos y gracias gracias a todos todos!
ah! por lo demás, aunque algunos comentarios necios no se hayan dado cuenta, este es un post a favor de las peluqueras de barrio. Algo así como lo que hizo Bigas Luna en "Yo soy la Juani". Como dice mi querido Agustín Fernandez Mallo, autor de Nocilla Dream, "cuando uno lleva una estética hasta el final y sin complejos, siempre es interesante". En mi texto se critica a las peluqueras poligoneras, claro está, pero siempre se la deja en mejor lugar que las frívolas dictadoras de tendencias, siempre hay ternura hacia las barriobajeras y muy poca hacia las más estupnedas. De hecho relato como una de la working class esteticien ( o como e escriba) me corta el pelo mejor que una pija con cabellos coloreados y piercings bien puestos. Tal vez sea condescendiente con la clase obrera, pero qué quieren, con quien sino lo va a ser sino alguien que aun votará a izquierda unida (con perdón) y obviará el voto útil.
Saludos y háganme caso.
Jajaja, muy buena su apostilla. Aunque un buen escritor, mi estimado, no tiene que dar explicaciones, pero gracias de todos modos.
Compañero,
las peluquerías son lugares absurdos y fascinantes. La metamorfosis pocas veces se lleva a cabo completamente, y pese a quien pese, salimos siendo exactamente lo mismo.
De todas formas una sigue entrando en ellas -muy pocas veces, lo confieso- con el mismo miedo que da llamar a la puerta de tu psicoanalista "por favor, por favor, que no haya sitio".
Saludos desde el centro.
S.
Encantadora tu poética urbana... dentro de mi llevo a una peluquera reprimida que gustosamente hubiera trabajado una hermosa cresta sobre el cogote de heiddegger..
NiceBlog!
En todo momento lo he visto como una oda a las peluqueras de barrio, las prefiero a según que modernazo que se pasa de listo!
Saludo,
Lo mejor es poder encontrar una mezcla entre lo choni de barrio y lo más culto del Madrid de los Austrias. Por ejemplo, vivo en un barrio madrileño cuyo nombre no diré, y voy a una pelu muy cool, en la que me clavan 6 euros por sólo retocarme el flequillo. Allí te encuentras una peluquera que no quiere abandonar los 30 y viste como si trabajara en London y a la señora que viene del Día a peinarse todas las semanas, hay algo mejor que eso?.
A mí sí que me ha gustado el texto.
totalmente de acuerdo con lo de las votaciones, txe.
y creo que con el resto también, al principio me jodió, pero luego, y seré fría o no sé, pero luego pensé que joder, habías clavado mis pensamientos. mierda, me estaré haciendo una clasista??
pero estoy hasta el puto culo de tanta ignorancia, incluída la mía,
joder, tiene que haber de todo, ya lo sé, a lo mejor sin peluqueras ignorantes (que no digo que todas lo sean pero es el "tipo" para ilustrar mi objeto de debate) el mundo sería todavía más triste, pero es que... no sé, me voy a morder la lengua no sea que alguien me pegue. total, de qué puede servir mi opinión?
viva toole.
Pido perdón por la extensión de mi comentario y por ser tan impresentable como para colgar un poema mío (que con el corta y pega no sé cómo quedará) pero ya que lo menciona Inés... Además, viene muy a cuento por tu entrada.
Ah, Txe, yo también voto IU. No hay que pedir disculpas en absoluto. Todo lo contrario.
Saludos. JLP
ALUMNAS DE UNA ESCUELA DE PELUQUERÍA
Quisiera saber todo de sus vidas.
No del novio con moto.
No de la madre débil y el hermano que estudia.
De breves pies descalzos sobre la arena fría del sintasol.
De sombras en un cuarto.
Del verano del mundo.
Quisiera verlo todo, mientras crecen las plantas, invisibles e inútiles.
En tu casa hubo noches de fumar a escondidas
y la vida era poco para quien está sola.
Ver el desnudo práctico que nadie contempló,
casual como el volumen de la gente en la calle.
Y también el desnudo minucioso
mientras soy el que finges que te mira cuando no te das cuenta
y sientes que se muere de tu propio deseo.
(Sabes poco de libros pero eso sí lo sabes).
Quiero estar en las tardes y en las playas
y escuchar las canciones que alguien silba entre dientes.
Viviría escondido entre la ropa,
con los ojos abiertos. ¿Quién llora en el pasillo? Se ha apagado la luz.
La sombra de Papá se hace más y más grande.
Yo sí recordaría qué dijiste en la fiesta,
borracha como un piojo, pero luego
adornaría el mundo tal como a ti te gusta, con secretos, canciones
y esa solemnidad conmovedora
de los adolescentes cada vez que están solos.
Nunca te tocaría. Tú no sabrás que existo.
Furtivo en el unánime transcurrir de las cosas,
yo seré el que sonríe mientras lo tienes todo
y tu único testigo cuando ya no seas nada.
Vaya!
Es todo un honor tener aquí, en nuestros comentarios, a uno de los mejores poetas de ahora y con un inédito. Sí lo había leído, y todos sus inéditos que conozco son igual de aplatanantes. Y vivan las peluqueras inexpertas.
Lean Autopsia, en DVD ediciones.
Gracias Piquero!
Qué bueno! Lo que ha dado de sí tu texto sobre las peluqueras... mira, ni voy a hablar de política ni de prejuicios ni de nada, cuando un texto está bien, sobran el resto de comentarios, no creo que lo escribas como un artículo de opinión, quién sabe, quizás estés saliendo con una peluquera de barrio, o tu hermana sea peluquera de malasaña, qué más da... Lo importante no eso, digo yo... Da igual a quién votes, etc, etc, sino que seas capaz de llegar con lo que escribes a gente muy distinta, no?
Me encantan las peluquerías.
Y viva Pablo García Casado.
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