No recuerdo ni un solo día de sol
durante la década de los ochenta.
Nadie puede hacerlo: nunca lució
el sol aquella década.
Los ochenta son los charcos sucios
de mi calle, los coches viejos,
la pana gris en bares aún amarillentos,
el mundo en sepia, las nubes
siempre.
Una jaula de edificios y aceras,
de gente fea con ropa fea
con grandes sueños que iban muriendo.
Los ochenta: mi padre borracho
desplomándose con gran estruendo
sobre el asfalto húmedo.
lunes, diciembre 06, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Yo sí puedo dar fe de algún día de sol (incluso abrasador) en aquella época, quizá porque soy más viejo y meridional que tú... No tengo pruebas, así que tendrás que creerme
ni de coña
se te olvidaron los yonquis en los banquitos de los parques...
Tremendo momento en el que nací...
Por no hablar de las hombreras.
y los cardados, claro
yo no recuerdo mucho de aquella época, me pilló muy pequeña (nací en el 80) pero, en la guardería, ya tenía mi cinta del Amante Bandido, de Miguel Bosé.
Muy bueno el poema. Me gusta mucho.
Saludetes
Txe, yo también odio los ochenta.
Década sombría, húmeda y sucia, con olor a chigre, en que la ciudad era una cárcel.
Te acabo de envidiar mucho estos versos.
Creo que hemos tenido, o sentido, una infancia similar, por lo que veo.
Publicar un comentario