Esos dos que se están besando acaban de salir del bar,
afortunadamente no hay mucha gente fuera, otro tipo, yo que fumo, un gato, y esos
se han puesto ahí en medio de la calle a darse el lote, se están abrazando por
todas partes, se están comiendo como si estuvieran muy famélicos y no hubieran
probado bocado al menos en tres días; a él, que lleva una horrenda cazadora
amarilla salmonela y unos pantalones blancos, se le ha caído la copa al
abrazarla a ella con la mano derecha, es decir, cuando ha querido dar más
énfasis a la escena y abrazarla con la mano (la derecha) con la que sostenía la
copa; entonces la copa, un vaso de tubo relleno de ron Pampero con Coca-cola
(lo sé porque le oí pedirlo en la barra) se le ha caído, o él la ha dejado
caer, quién sabe, y se ha roto en el suelo en decenas (que no mil) pedacitos,
como si una gota de vidrio del tamaño de un puño se hubiese estrellado contra
el suelo ahí, al lado de esos dos, y se hubiese quedado desperdigada como una
pequeña cantidad de agua, shattered
que dicen muy gráficamente en inglés; ahora el suelo está lleno de gotitas de
vidrio y por ahí pasa también un reguero de alcohol o de orina (no llego a
olerlo desde esta pared), que discurre por en medio de las piernas de esos dos
que se están besando; ella las lleva desnudas, las piernas, una minifalda muy
torera que él, por fin a dos manos, puede manipular a gusto como si estuviese
manipulando la masa para hacer el pan (precisamente a esta hora deben estar los
cientos de panaderos de la ciudad amasando el pan que comeremos mañana, es
decir, dentro de unas horas, si es que comemos pan), al tiempo que se amasan esas
lenguas como babosas rosas, se pueden ver desde aquí, las babosas, ni siquiera
las mantienen dentro de la boca, puedo ver su brillo desde aquí, el brillo de
esas dos babosas de carne que parecen estar luchando a muerte al tiempo que a
él, detrás del pantalón blanco hortera, se le aparece una erección, por qué no
decirlo, como una breve barra de pan, si es que hay barras de pan breves o se
puede utilizar ese adjetivo para adjetivar el pan nuestro de cada día: a mí me
da un poco de vergüenza todo esto, me da vergüenza verlo, la verdad, menos mal
que somos pocos: yo que estoy aquí fumando, el tipo que toma el aire enfrente
porque debe estar borracho, el gato callejero que ya no está, el coche
aparcado, la farola que da luz a todo esto y a esos dos que se están besando
que, digo yo, deben de acabar de conocerse.
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