lunes, enero 07, 2013

Mamá Peligro contra el bosón de Higgs



Mamá Peligro no es el bosón de Higgs. Es más: si ponemos a dos Mamás Peligro a girar en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN de Ginebra a velocidades relativistas (cercanas a la velocidad de la luz), y las hacemos chocar, no obtendremos bosones de Higgs y otras exóticas partículas subatómicas, sino una sangrienta papilla. Mamá Peligro sí está hecha con bosones de Higgs, pero lo que aquí nos importa es que Mamá Peligro, y su propia idiosincrasia, puede ayudarnos a comprender qué es esa cosa que han llamado absurdamente la partícula de Dios (¿) y que los científicos buscan con el ansia con el que los caballeros de la Mesa Redonda buscaban el Santo Grial. Es decir, con mucha.

Los hechos:


1. Vivir en una pequeña capital de provincias es como vivir en un terrario: casi no existen los desconocidos y tu vida se ve expuesta ante los demás, y sus dimes y diretes, constantemente. He de decir que también a los pocos años de vivir en una gran capital puede ocurrir lo mismo, y, de hecho, ocurre, pero es más sencillo que ocurra en lugares como Oviedo, la Vetusta opresiva y habladora que Clarín retrató en La Regenta (hay una serie, no hace falta que lean el libro). El caso es que es difícil no encontrarse a alguien conocido por la calle. Aunque la ciudad es muy reducida supongo que los ovetenses tardan tanto en desplazarse como los habitantes de México D.F., debido a la cantidad de gente que hay que saludar en cada trayecto. Cuando salgo de casa con Mamá Peligro para recorrer las calles Palacio Valdés y Pelayo hasta la Escandalera y luego la calle Fruela hasta El Fontán, sé positivamente que este trayecto, que a mí, con mis elegantes y precisos movimientos, me llevaría unos diez minutos escasos, puede alargarse indefinidamente. Mamá Peligro se para a parlamentar plácidamente con Mengano, Fulano y Zutano (este es el peor, porque no calla) y así se le pasan las horas. En una ciudad como esta uno nunca esta solo, lo cual no se sabe muy bien si es bueno o es malo.

2. El Modelo Estándar de partículas es la mejor teoría que tenemos para explicar la materia y sus interacciones. Es la que describe las partículas diminutas que forman el mundo y las interacciones entre ellas, las llamadas cuatro fuerzas fundamentales: la gravedad, la fuerza electromagnética y las fuerzas nucleares fuerte y débil. La materia está hecha fundamentalmente de electrones y quarks (los quarks, agrupados de tres en tres forman los protones y neutrones con los que ustedes estarán más familiarizados). Estos son los llamados fermiones. Las fuerzas se ejercen intercambiando otro tipo de partículas llamadas bosones: el fotón es la partícula portadora que intercambian los cuerpos entre los que actúa la fuerza electromagnética, el gravitón hace lo propio con la gravedad, el gluón con la fuerza nuclear fuerte y los bosones W y Z con la fuerza nuclear débil.

Pero no nos hagamos todavía la picha un lío. En todo este zoo de partículas (hay muchas más que no he mencionado) faltaba un mecanismo que explicase la existencia de la masa. La masa es lo que mide una báscula, los kilos que usted “pesa”, es aquello que se opone al movimiento. Cuanta más masa tiene una cosa más cuesta acelerarla: es fácil mover una goma de borrar, pero no tanto mover a su suegra, o a un elefante, porque son más masivos.

El entrañable físico Peter Higgs, que parece sacado de la barra de un pub irlandés, propuso en 1964 la existencia de su bosón para explicar el problema de la masa. Como ustedes sabrán, en el mundo cuántico las partículas son también ondas y viceversa, es la llamada dualidad onda corpúsculo. De igual manera que hay fotón, hay campo electromagnético. De igual manera que hay bosón de Higgs hay campo de Higgs. El campo de Higgs se extiende por el universo y es esa “fuerza” que se opone a que las cosas se muevan. Digamos que las cosas que tienen mucha masa tienen que chocar contra muchos bosones de Higgs, atravesar ese campo como viscoso para poder moverse. Por eso el bosón, el campo de Higgs, les confiere a las cosas su inercia, su masa. Por decirlo en las bellas palabras de la Wikipedia: “Esta teoría sugiere que un campo impregna todo el espacio, y que las partículas elementales que interactúan con él adquieren masa, mientras que las que no interactúan con él, no la tienen”.

La conclusión:


Suponiendo que Mamá Peligro en su viaje cotidiano desde la residencia de los Peligro hasta el Fontán fuera la partícula a estudiar, sus conocidos, esos que le paran por la calle y le cuentan sus hitos y miserias, serían los bosones de Higgs con los que ella interactúa, representantes puntuales del campo de Higgs, que al retenerla le hacen tener esa inercia, esa resistencia al movimiento que llamamos masa. Mamá Peligro sería una partícula masiva. Su hijo, que se mueve grácilmente entre sus conciudadanos haciendo caso omiso a sus saludos, sería una partícula sin masa, como un fotón en reposo.

Ahora sí: ahora se entiende. Gracias mamá.