viernes, noviembre 03, 2006

Anal intruder (el despertar de los sentidos 2)

Aunque hoy en día estoy dispuesto a cualquier arriesgada exploración en pos de mi Punto G, de aquella aún consideraba mis entretelas anales como un lugar sacro y, sobretodo, impenetrable; así que imagínense la turbación y el desasosiego cuando mamá aparecía con aquella cosa blanca y sospechosa en la mano, te voy a poner un supositorio, decía, y yo pensaba que aquello que llevaba en la mano tal vez no me cupiese en la boca. Cuando me explicaba, seguidamente, el modo correcto de utilización de aquel pequeño y grasiento misil, mi negativa era ya rotunda y sin condiciones. Que no, que no, que eso yo no me lo meto por ahí. Así que, como no había manera de convencerme para que tomase una postura más abierta ante la realidad del supositorio, mamá decidía que mejor jugábamos al escondite, para pasar el rato y eso. Después de unos minutos de sana diversión buscándonos por la casa, bajo las camas y las mesas o dentro de los armarios –te pillé-, mamá proponía una feliz idea para mejorar el juego: jugaríamos desnudos. Así que yo me quedaba tal como mi madre me había traído al mundo y mamá se quedaba tal y como la abuela, que en paz descanse, la había traído a ella, mucho tiempo antes. Me tocaba entonces a mí contar la centena, muy pacientemente apoyado en la pared, con los ojos cegados por el antebrazo para no ver de ningún modo donde mamá se escondía y con el culo en pompa, y era en ese preciso momento cuando ella –veintinueve, treinta- se acercaba sigilosamente –cincuenta y siete, cincuenta y ocho- por la retaguardia – setenta y cinco, setenta y seis- sin hacer ni el más mínimo de los ruidos de este mundo – ochenta y tres, ochenta y cuatro- y aprovechaba para –noventa y cinco, noventa y seis- introducirme el torpedo de glicerina -¡cien!- a traición hasta lo más profundo de mi ser. No se lo creerán pero caí como un tonto en este sucio truco materno en incontables ocasiones, hasta que finalmente, como un animalillo de Pavlov, aprendí la lección. Desde entonces no confío ni en mi propia madre. Y tengo el recto engrasado.

24 comentarios:

simalme dijo...

suena a que el supositorio, más que entrar, practicó un beso negro.

Marede3 dijo...

Veo que fué un episodio de tu vida difícil, y que cuesta superar... yo me acuerdo de uno sobre la "lavativa", fué horroroso!

tomatita dijo...

Entrañable historia de infancia..me he reído con ganas...aunque no tendría por qué, me temo que todos tuvimos nuestros más y nuestros menos con aquellas armas de destrucción anal infaltil.

Anónimo dijo...

Me compadecí...pobrecito! Era realmente necesario???
Muy bien contada la historia, un saludo!

Absurdo Rutinario dijo...

"Aunque hoy en día estoy dispuesto a cualquier arriesgada exploración en pos de mi Punto G..." ¿¿¿¿¿?????

la clé dijo...

suerte

la clé dijo...

suerte que a mi madre no le gusta medicarse ni administrar pastillitas, pero alguno me tocó. lo mas desagradable era el "sabor" mentolado...
uhm, porqué será que de mayores nunca mas volvemos a usar supositorios?

eva dijo...

jajajajaj me he partido con la historia. todos hemos pasado por el trauma ese, pero ahora q soy mayor y trabajo en un hospital, te aseguro q se pueden meter cosas peores por sitios mucho mas comprometidos aun. lo del supositorio es una nimiedad, te lo digo yo

Lágrima del Guadiana dijo...

Si bien es cierto que todos hemos sufrido en nuestras carnes (nunca mejor dicho) traumas de índole similar (tendrían que haber visto las artimañas de mi madre para "ayudar" a que se me cayesen los dientes de leche que me bailaban en las encías cuando niña), también lo es que las madres se merecen monumentos de proporciones descomunales por ser capaces de idear y llevar a cabo semejantes prácticas...

Muy bien contado, txe

ALOMA69 dijo...

También me he quedado intrigada con lo de las exploraciones en pos del punto "G", supongo que será materia para un próximo post...

Atenta a esas exploraciones...

Saludos!!!

El detective amaestrado dijo...

Quiero suponer que después de ese incidente, a tus colegas del barrio les debía costar horrores que jugases con ellos y te tocase contar. Deberías estar en la calle en una tensión permanente, macho...

Txe Peligro dijo...

veamos: algunos de ustedes se sorprenden de mi referencia a la busqueda del punto g masculino. Mientras que en la hembra está un poco más allá de la entrada del coño en la pared de arriba (la más cercana al ombligo, por decirlo así) en el hombre se encuentra en la próstata y se puede alcanzar metiendo un inocente dedo en el culo, a unos centímetros de profundidad, y rebuscando.

Tengan cuidado ahí dentro.

saludos y gracias a todos.

ene dijo...

Puff...qué horror... No tengo el recuerdo tan claro como lo tienes tú. Eso sí, recuerdo el día que dije que nanay, que efervescente o sobre o pastilla pero proyectiles, no gracias.

La cosa es ... ¿qué te ha llevado a escribir este topic?

sergisonic dijo...

eso era hacer una trampa muyyyyyyyy, pero que muyyyyyy grande.
igual que a mí, cuando de pequeño me poían una vacuna, y me decían que no era una jeringuilla, que eran unos alicates pequeñitos, que sóllo hacían un pellizco: "Nada de jeringuilals!!"
Y un huevo de pato.

Permitidme añadir algo más escatológico: era horrible, después que te pusieran el supositorio, las ganas de "sentarte en la taza del váter" que me entraban. Y la madre detrás del niño: "Ni se te ocurra entrar al baño, aguan un poco aún!"

Jajaja, supositorio's times

Anónimo dijo...

Supo el Sr. Sitorios inventar tal patética cura, para mí que le gustaba, y sobre gustos...
Jajaja

Besos!

Batiscafo dijo...

jajjajjaajjajajaja
la X marca el lugar
todo es cuestión de explorarse.
grandes besos para ese niño tan inocente
jjajjajajaja

Unknown dijo...

Bueno, yo no recuerdo ni un solo supositorio que me pusiera mi madre... Me parece que escapé a todos, y además me hice especialista en fingir que me tomaba los medicamentos. Eso sí, habia unos comprimidos con sabor a naranja que me encantaban, y uno de los episodios más "tiernos" de mi infancia fue cuando me tragué la mitad de los medicamentos de la "farmaciola" y me tuvieron que llevar al hospital corriendo (sobreviví, és obvio).

En cuanto al punto G masculino, és mucho más real que el femenino (yo aún no tengo claro si lo encontré o no... o si existe realmente). En realidad se puede acceder a él de dos maneras, pero la más fácil és introduciendo un dedito en el recto y tocar la pared anterior a unos 5 cm. Y qué se toca? La prostata, señores! Dicen que hay hombres que pueden tener un orgasmo con ese tipo de estimulación, pero mucho ojito... los hay q les resulta desagradable. Y sobretodo: A tener en cuenta dos cosas: Utilizar lubricante con base acuosa y no meter luego los deditos en la vagina... que puede hacer infecciones (lo siento, pero los consejos me vienen de fábrica.. no puedo evitarlo).

Unknown dijo...

Bueno, yo no recuerdo ni un solo supositorio que me pusiera mi madre... Me parece que escapé a todos, y además me hice especialista en fingir que me tomaba los medicamentos. Eso sí, habia unos comprimidos con sabor a naranja que me encantaban, y uno de los episodios más "tiernos" de mi infancia fue cuando me tragué la mitad de los medicamentos de la "farmaciola" y me tuvieron que llevar al hospital corriendo (sobreviví, és obvio).

En cuanto al punto G masculino, és mucho más real que el femenino (yo aún no tengo claro si lo encontré o no... o si existe realmente). En realidad se puede acceder a él de dos maneras, pero la más fácil és introduciendo un dedito en el recto y tocar la pared anterior a unos 5 cm. Y qué se toca? La prostata, señores! Dicen que hay hombres que pueden tener un orgasmo con ese tipo de estimulación, pero mucho ojito... los hay q les resulta desagradable. Y sobretodo: A tener en cuenta dos cosas: Utilizar lubricante con base acuosa y no meter luego los deditos en la vagina... que puede hacer infecciones (lo siento, pero los consejos me vienen de fábrica.. no puedo evitarlo).

Anónimo dijo...

ay madre! cuantas veces habré escuchado la frase de "no aprietes el culo niña!!"jaja...muy lista tu madre, esta táctica me la apunto para cuando tenga churumbeles :)
saludos txe!

Anónimo dijo...

Como se rescata del fondo marino el casco hundido de un barco, así han salido a flote un par de recuerdos que se habían perdido por ahí, con este post y sobretodo con el anterior. Muy curioso, y hasta agradable.
¿Pero continuará el viaje al pasado? Hay cosas que prefiero no recordar.

Helena dijo...

Yo creo que tampoco he tenido muchos de esos, supositorios, digo, pero vaya...desde luego esta lectura no deja frío a nadie, por que recuerdan o porque se ponen en la piel de ese niño, inocente, que aix!!!!...
Por cierto, sí hay supositorios para adultos, no se acaban, y creo que las mujeres nos llevamos la palma en su consumo (no suelen ser anales)

Hada de Luz dijo...

jajajaja... ni te imaginas como me has echo reir, es que hace poquito pelie tanto con mi hijo para que pudiera dejarse poner el supositorio. Le tiene terror el pobrecito, y a mi no me gusta ponerle, pero algunas veces es necesario. Eso si, no ocuparia nunca la forma en la cual tu madre te traicionaba, prefiero que el sepa aunque llore y patalee.

Besos.

Lost in Translation dijo...

jajajajaja, me encantó.

La verdad el metodo supositorio es lo peor del mundo. No se a quien se le ocurrió ni como funcionan los efectos...pero...increible.

Anónimo dijo...

Si los padres siempre buscaban una manera de engañarnos para q fuera menos traumático, y es q de pequeños si te ponías malo el 50% de las veces tocaba, supositorio, fiebre estreñimiento, tos.., y aunque no quería siempre me acababan convenciendo con algún regalo tonto, y mientras estaba distraido tumbado en la cama, zas supositorio para dentro